14 de septiembre de 2009

El camino a la organizacion republicana.


El camino de la Organización Republicana


El concepto de República


La sociedad chilena, habituada al letargo colonial, fue adaptándose a los vientos de cambios sociales y políticos que se extendían por el mundo. El inicio del fin del Antiguo Régimen trajo consigo la aspiración de una vida independiente, y el fin del denominado “yugo colonial”. El liberalismo político ya tenía la solución para todas las expectativas de libertad de intelectuales, comerciantes y hombres de inspiración liberal, y esta era la “organización republicana”, con todos los valores con los que se acompañaba: igualdad, fraternidad y libertad. Se cambiaba del viejo ideario monárquico por la formulación de un Estado erigido por la Soberanía Popular, y regulado mediante la separación de sus poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Marginados de la administración del estado colonial, los criollos participaron en la lucha por la Independencia, he hicieron suyo el sueño de construir una República. Pasado el tiempo de incertidumbre por las noticias procedentes de España y una vez constituida la Junta Central, ya existía cierta unanimidad en que la organización republicana era la más apropiada ,no obstante, existían diversas concepciones que pugnaron por imponerse. Los criollos debieron dirimir problemas cómo el tipo de estructura jurídica, de gobierno, los poderes del Presidente y el modo de organizar un Congreso que diera los primeros pasos en la redacción de una Constitución. A la vez, la creación de un Estado en manos de civiles y algunos militares, dio inició a una pugna por el poder político, así como el deseo de defender los intereses que legítimamente creían tener cada grupo de criollos.

Las diferencias derivaron en propuestas marcadas por las ideas y el personalismo de sus promotores, quienes trazaron un camino de ensayos de organización republicana promovidos por la elite dirigente que, más tarde, llegarían a idear los fundamentos de la Constitución de 1833. Esta constitución materializa el deseo de la elite dirigente de proporcionar paz y gobernabilidad a un país dañado por la guerra de independencia y por las pugnas políticas. Esta fue la expresión jurídica y política de un orden autoritario y centralista, que perduró inalterado hasta 1860, y que se proyectó hasta el siglo XX, gracias a una serie de reformas que le permitieron regir al país hasta 1925, año en el que fue reemplazada.

Cambios y continuidades en el inicio de la vida republicana (1823 - 1830)

Lograda la Independencia y después de un gobierno progresista, pero personalista y autoritario, Bernardo O’Higgins entregaba el mando el 28 de enero de 1823. La nueva Junta de Gobierno deseaba evitar la confrontación entre los grupos de criollos patriotas, temiendo una guerra civil. Se inició un nuevo período en la historia nacional (1823 a 1830) en el que las diferencias de concepciones de Estado en la elite gobernante se expresaron en la elaboración y ensayo de dos constituciones y un conjunto de leyes federales, bajo la idea de que la sola promulgación de las leyes era suficiente para orientar el destino de la nación. Las leyes debían materializarse en una cultura cívica, casi inexistente, así como en un Estado que debía dejar su vieja faz colonial para transformarse en una institución moderna que respondiera a las necesidades organizativas de una república.

A pesar de la inspiración humanista, igualitaria y republicana, los fracasos fueron múltiples en la tarea de imponer un nuevo orden institucional, sin embargo, pareciera que en ellos primaron los intereses locales (regionales) en contraposición al ideario centralista y capitalino de la elite santiaguina.

Los pasos de la economía de la nueva república

Un aspecto trascendental debió dirimir el Estado Republicano, y este fue la reorganización de la economía nacional: tanto la recuperación de las haciendas como el restablecimiento del comercio con mercados externos para importar y exportar productos. La Independencia dio pie al desarrollo de una economía más abierta a los mercados internacionales, creando un nuevo vínculo con la economía mundial. Chile, mediante el comercio, se incorporó lentamente, en los años del siglo XIX, al progreso de la Revolución Industrial.

La economía tuvo un importante crecimiento tras 1830 en la actividad comercial de exportación e importación, en las áreas agrícola y la minera. Nuestro país se abrió al comercio con todas las regiones del mundo, transformándose en un importante exportador de minerales e importador de los bienes manufacturados provenientes de las países industriales, entre los que destacaban Inglaterra, Francia y EE UU. Con el tiempo el puerto de Valparaíso se transformó en un punto de comercio mundial y sitio de asentamiento para comerciantes extranjeros que hicieron fortuna en esta tierra, avecindándose definitivamente aquí.

Al progreso comercial chileno de los tempranos años de la vida republicana se opuso el Perú, aún en calidad de colonia hispana, lo que perjudicó la venta de productos fundamentales al verse interrumpido el tráfico de mercancías y productos agrícolas(trigo) chilenos por las guerras independentistas. A este hecho se suma otro interno, el saqueo de las haciendas en época de guerra, así como el reclutamiento de los peones en cada uno de los bandos beligerantes sumió a la agricultura en una crisis que sorteó con dificultades. La actividad minera, concentrada en la cuarta región, se mantuvo alejada de estas contingencias, aumentando la producción y mejorando sus técnicas extractivas.

La sociedad en la floreciente República

La llegada de la independencia política nacional y el fin de las instituciones coloniales no hizo cambiar sustantivamente a la sociedad chilena. Distribuida en las haciendas y campos se encontraba una masa de campesinos que, lentamente a lo largo del siglo XIX, iban a conocer las ciudades y el modo de vida que se desarrollaban en ellas. Sumaban alrededor del 80% de la población y se distribuían, principalmente entre Santiago y Concepción A su vez, se encontraba el grupo de familias de terratenientes y comerciantes. Eran el grupo dirigente, vinculados a la actividad agraria y ganadera, hegemonizando el poder económico, social y político, así como los cargos públicos y los puestos de relevancia en la institución de la Iglesia.



La elite, casi exclusivamente, es la que lleva madura sus intereses políticos. En su seno surgen posturas políticas diferentes, desde las conservadoras a las liberales, las que intentarán materializar sus proyectos durante los años de experimentación política en materia de organización del Estado. La masa campesina, étnicamente definidos como mestizos, era pobre y, mayoritariamente, analfabeta e ignorante de derechos políticos y sociales; no poseía incidencia alguna en la política, exceptuando las ocasiones en que la violencia los transformaba en sus víctimas.

Otro grupo social relevante y que forma parte del campesinado son los grupos indígenas, sometidos a una histórica esclavitud encubierta mediante el sistema colonial de encomiendas y mitas de trabajo. A finales del siglo XVIII, comenzó la extinción de la institución de la encomienda indígena, para llegar más tarde a la concesión de la igualdad de Derechos a los indígenas, decretada por O’Higgins. Era el primer paso hacia la abolición de la esclavitud, decretada definitivamente en 1823.

Los idearios políticos de época

Tras el gobierno de O´Higgins, en 1823, se iniciaron las pugnas por imponer distintos modelos de organización política. Las dificultades aumentaron cuando se evidencio la inmadurez política de los criollos, producto de su escasa participación política en el gobierno colonial, con excepción del Cabildo que atendía los asuntos de la vida comunitaria de las ciudades. La oposición de grupos terminó definiendo bandos contrapuestos, de gran rivalidad entre las provincias de Santiago, Concepción y Coquimbo. También se matizó las oposiciones por la confrontación de grupos económicos. La elite dirigente terminó por dividirse entre pipiolos y pelucones, federalistas y centralistas. Se llamó “pipiolo” al partido o grupo cuyo pensamiento político poseía influencia liberal, destacando entre sus integrante profesionales liberales como sus abogados, médicos e intelectuales, además de comerciantes y militares.

En oposición al grupo anterior se encontraban el de pensamiento más conservador, denominado Partido Pelucón, cuyo máximo interés fue el que la oligarquía no perdiera el control del país. El poder concentrado en sus manos transformaba su modelo de República en autoritaria, altamente jerarquizada y dirigida por la autoridad, y conservadora al respetar la vieja influencia de la elite y mantener inalterable la preeminencia de la Iglesia en los asuntos públicos, políticos y privados.

Los pipiolos lograron tener un Presidente en 1827, con don Francisco Antonio Pinto, pero la inestabilidad política y la quiebra económica del Estado hicieron que pocos años más tarde, el poder quedara en manos de los conservadores.









Los inicios de la organización constitucional

Los denominados “años de anarquía política” corresponden a 7 años en que hubo 30 gobiernos diferentes, sin capacidad de lograr consensos ni de sacar del descalabro económico al Estado. De este período destacan los gobiernos de Francisco Pinto y de Ramón Freire, no obstante, finalizó con una guerra fratricida que terminó con los experimentos liberales y dejó en el poder a la elite conservadora.

Detengámonos y demos una mirada panorámica a las diversas propuestas de ordenamiento jurídico:

Constitución de 1823 o Constitución Moralista El Federalismo
(1826-1827). La Constitución Liberal de 1828.
Ramón Freire con apoyo del ejército del sur (1823-1826) La constitución, redactada por Juan Egaña, establecía la división de poderes del Estado, un sistema bicameral, el sufragio censitario y la obligatoriedad de la religión católica. Reglamentar la vida privada una calificación de la moralidad de los ciudadanos.
En 1826 fueron dictadas por el Congreso constituyente -bajo influencia de José Miguel Infante- varias leyes federales que, entre otras, organizaban al país en 8 provincias y constituían asambleas provinciales en cada una de ellas. Redactada por José J. Mora, erudito liberal español, durante el gobierno de Francisco Antonio Pinto. Esta constitución debilitaba el poder del Presidente de la República y confería a las provincias mayor autonomía, elementos que darán lugar a la crítica de los conservadores que demandan un “gobierno más fuerte y el fin del desorden”.



La República portaliana (1830 - 1861)

La guerra civil de 1929, y el combate de Lircay (abril del año 29) ponen fin al período de intentos de organización republicana. El sector conservador toma la administración del Estado. Entre los conservadores destacan los seguidores de O’Higgins, los conservadores más radicales y el llamado “partido de los estanqueros”, comerciantes influyentes que administraban negocios del estado como el estanco de la yerba mate, los licores y los juegos de cartas, entre otros. En este último grupo destaca la figura de Diego Portales, quien inspiró la Constitución de 1833 con sus ideales de un gobierno fuerte, autoritario y pragmático. Su espíritu tradicionalista y católico le dio un carácter especial a esta Constitución Política..

Portales le da al nuevo Estado toda la sacralizad y legitimidad del viejo estado Colonial. Lo torna respetable y respetado, y su autoritarismo lo hace temible. La idea de Diego Portales es proveer al Gobierno de una figura poderosa: el Presidente de la República, encarnado en el General Joaquín Prieto. Es el inicio del período histórico conocido como la República Autoritaria. El ministerio de Portales (1830-1831), creó un gobierno fuerte, presidencialista, con derecho a veto sobre las decisiones del Parlamento.

La sociedad en proceso de cambios

Tras 1830 se inicia un proceso de cambios en chile, desde el plano económico hasta el social. Como nunca se vio, el país recuperó su economía y se encaminó hacia la senda de la modernidad tecnológica y el progreso material. La vieja aristocracia criolla terrateniente, ahora podía invertir en actividades comerciales y mineras, fuente de riquezas que la transformaría en una burguesía de tipo comercial. Muchas familias tradicionales aceptaron en su seno a europeos económicamente exitosos, lo que fue generando su lenta evolución que daría paso a un cohesionado grupo social, la oligarquía, con rasgos burgueses y mercantiles, por una parte, con un pasado latifundista y terrateniente.

Pero la sociedad cambió en su conjunto: el énfasis del trabajo minero y el desarrollo de la actividad industrial dio el inicio a la formación de un nuevo grupo social que, en el transcurso del siglo XIX, llegará a tener conciencia política. Nos referimos al nacimiento de los primeros grupos de trabajadores con características proletaria concentrados en la tercera y cuarta región del país.

El pensamiento de Don Diego Portales

Sobre el sistema político más apropiado.

“La Democracia, que tanto pregonan los ilusos, es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una verdadera República. La Monarquía no es tampoco el ideal americano: salimos de una terrible para volver a otra y ¿qué ganamos? La República es el sistema que hay que adoptar; ¿pero sabe cómo yo la entiendo para estos países? Un Gobierno fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las virtudes.

Cuando se hayan moralizado, venga el Gobierno completamente liberal, libre y lleno de ideales, donde tengan parte todos los ciudadanos. Esto es lo que yo pienso y todo hombre de mediano criterio pensará igual”.

Carta de D. Portales a José Manuel Cea, marzo 1822

El peso de la noche.

“El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública. Si ella faltase, nos encontraríamos a obscuras y sin poder contener a los díscolos más que con medidas dictadas por la razón. O que la experiencia ha enseñado a ser útiles...”

Carta de Diego Portales escrita el 16 de julio de 1832


Sobre el respeto a la Constitución y las leyes.

“En Chile la ley no sirve para otra cosa que no sea producir la anarquía, la ausencia de sanción, el libertinaje, el pleito eterno, el compadrazgo y la amistad... De mi sé decirle que con ley o sin ella, esa señora que llaman la Constitución, hay que violarla cuando las circunstancias son extremas. ¡Y qué importa que lo sea, cuando en un año la parvulita lo ha sido tantas por su perfecta inutilidad! A Egaña que se vaya al carajo con sus citas y demostraciones legales. Que la ley la hace uno procediendo con honradez y sin espíritu de favor”.

Carta de Diego Portales de 1834

La herencia portaliana y el fin de la República Autoritaria

Manuel de Montt (1851-1861), es quien encarna el modelo de gobernante al que aspiraba Diego Portales, al imponer orden, estabilidad y hacer prevalecer las leyes en su espíritu ny palabra. No obstante, el autoritarios de esta fórmula de Estado hizo que el descontento germinara rápidamente. Las discrepancias políticas se tornaron violentas en 1851, cuando cuajaron las asperezas entre las provincias (La Serena y Concepción) y el centralismo santiaguino. Hacia 1859 el escenario político se polarizó, iniciándose la contienda entre liberales y conservadores. La oligarquía minera nortina, formada por los hermanos Manuel Antonio y Guillermo Matta, junto a los hermanos Ángel Custodio y Pedro León Gallo, se organizó para presentar una oposición militar al autoritarismo de Montt. Distintos conatos de rebelión fueron sofocados en provincias (Valparaíso, Talca y Concepción), ganado adherentes en la provincia de Atacama. Sin embargo, los caudillos mineros debieron huir a Argentina cuando las fuerzas del gobierno terminaron con la rebelión.

Montt mantuvo un férreo poder presidencial y conservó las instituciones políticas del Estado al más puro espíritu portaliano. No obstante el autoritarismo, la prohibiciones sobre la prensa, estados de excepción, persecuciones políticas, etc. Una nueva generación de liberales comenzó a participar de la arena política en oposición a Montt. Hacia la década de los ´70, los liberales se habían hecho fuertes en el parlamento, iniciando un proceso de reformas constitucionales que terminaron con su carácter autoritario.

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Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.