30 de agosto de 2009

La ilustracion y el absolutismo ilustrado.(Guia simplificada)


ILUSTRACION Y ABSOLUTISMO ILUSTRADO


LA ILUSTRACION

¿Qué es la Ilustración?: En el año 1784 apareció un ensayo del filósofo alemán Immanuel Kant (1724 1804) encabezado por la , regunta "¿Qué es la Ilustración?". Kant respondía a esta pregunta con las siguientes palabras: "La Ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otros. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la Ilustración".
Ya en el siglo XVII varios pensadores habían señalado que el hombre, ser racional por excelencia, debía basar toda su vida en la razón. A mediados del siglo XVII la inmensa mayoría de las clases cultas estaba convencida de que la "ratio", la razón, era el único medio para conocer y comprender la compleja realidad sensible e inteligible, para conducir al hombre a la felicidad y al bien y para vencer el obscurantismo, la ignorancia y los prejuicios. La Ilustración constituyó un poderoso movimiento intelectual que abarcó todos los sectores de la vida y que produjo una profunda transformación del pensamiento, de la conducta y de las costumbres.
La Ilustración se originó en Inglaterra, alcanzó su máximo desarrollo en Francia y se extendió luego sobre los demás países europeos y el Nuevo Mundo. Su representante máximo y más característico fue Voltaire (1694 1778), brillante escritor y crítico mordaz, elogiado por sus contemporáneos como el genio más grande de todos los tiempos. Cultivó todos los géneros literarios, divulgó los nuevos conocimientos científicos, en particular la física de Newton, escribió numerosas obras históricas, como "El Siglo de Luis XIV" y el "Ensayo sobre las Costumbres y el Espíritu de los Pueblos" y dirigió una campaña implacable contra la Iglesia, el clero y los dogmas.
La Biblia de la Ilustración, suma de todo el saber de la época, fue la Enciclopedia, publicada por Diderot y D'Alembert, cuyos 35 tomos aparecieron entre 1751 y 1772.
Bajo la influencia del pensamiento ilustrado se modificaron las ideas tradicionales sobre la religión, el Estado, la sociedad y la economía. Los hombres ilustrados estaban convencidos de que el adecuado empleo de la razón podía conducir a una ampliación permanente del conocimiento y al progresivo perfeccionamiento del hombre y de la sociedad. La historia fue comprendida como progreso. El progreso de la razón debía hacer desaparecer las diferencias y barreras que la tradición y los prejuicios habían erigido entre los hombres. Debían desaparecer los privilegios y debía haber igualdad. Los méritos y no el nacimiento debían decidir sobre la posición del individuo en la sociedad. El "librepensador" reconoció como única autoridad la razón y se opuso a cualquier limitación de su capacidad crítica. También la religión fue sometida a la crítica racional. El Deismo siguió creyendo en la existencia de Dios, pero consideró que Dios, después de haber creado el mundo, ya no seguía interviniendo en éste. El mundo se regía por leyes naturales y no había lugar para milagros y la intervención de poderes sobrenaturales. Algunas mentes ilustradas, negando radicalmente la existencia de Dios, se declararon ateos. Los "materialistas" afirmaban que sólo existía la materia. Todos ellos se opusieron a la Iglesia y criticaron violentamente al clero. Proclamaron la libertad de pensamiento, el ideal de tolerancia y la idea de humanidad.
Muchos hombres ilustrados adhirieron a la Francmasonería, asociación secreta que propugnaba la fraternidad universal. La primera logia masónica fue fundada en 1717 en Inglaterra. Luego la masonería se difundió por casi toda Europa. A ella se incorporaron numerosos hombres de ciencia, escritores y miembros de las dinastías gobernantes.
Los ideales ilustrados de tolerancia y fraternidad dieron origen a cambios importantes en las relaciones sociales y las prácticas judiciales. Se suprimió la tortura en la justicia y se puso fin a la persecución de las brujas. En la sola Alemania se habían quemado en el siglo XVII unas 100.000 "brujas". En Suiza la última "bruja" fue ejecutada en el año 1722. Bajo la influencia del ideal de tolerancia se empezó a conceder iguales derechos a los judíos. Desde la Edad Media los judíos habían estado sujetos a numerosas restricciones y habían tenido que residir en barrios aislados, los ghettos. Sólo los judíos que renunciaban a su religión habían podido tener la esperanza de incorporarse a la sociedad cristiana. Algunos judíos habían logrado amasar grandes fortunas y habían adquirido importancia como prestamistas y proveedores de los príncipes. Recién la Ilustración rechazó toda discriminación y vio en el judío, no al heterodoxo, sino al ser humano cuyo valor dependía de su naturaleza racional y no de su origen o religión.
El desarrollo de la filosofía y de las ciencias: Con orgullo la época de la Ilustración se comprendió como "siglo de la filosofía y de la ciencia". En oposición contra la escolástica medieval se desarrollaron el racionalismo y el empirismo. El matemático y filósofo francés René Descartes (1596 1650), el "padre de la filosofía modera”, hizo de la razón la única fuente del saber. Es necesario renunciar a todo conocimiento que no haya sido revisado críticamente por la razón. Se debe dudar de todo. En medio de la incertidumbre general subsiste como única certeza irrefutable el yo pensante: "Cogito ergo sum"; pienso, luego existo. El racionalismo cartesiano creía poder conocer la realidad mediante los conceptos que la razón forma. La precisión y distinción de los conceptos y su combinación lógica proporcionan la certeza de que la realidad es así como la razón la piensa.
En Inglaterra se desarrolló una filosofía empírica y práctica. Francisco Bacon (1561 1621) señaló que la ciencia y la filosofía debían basarse en la observación de la naturaleza y la experiencia, que el conocimiento debía ascender mediante el método inductivo de la observación del caso particular a las leyes generales y que el fin de la ciencia consistía en alcanzar el dominio sobre la naturaleza. Saber es poder. "Tantum possumus quantum scimus"; tanto podemos cuanto sabemos.
John Locke (1632 1704), el más destacado representante del empirismo, afirmaba que todo conocimiento se basa en la experiencia. El alma humana es, originalmente, una "tabula rasa", una hoja en blanco. Los sentidos proporcionan las experiencias que permiten conocer la realidad.
La validez de los métodos empíricos y el poder de la razón humana parecían quedar comprobados por los sensacionales progresos de las ciencias. Copérnico ya había señalado en el siglo XVI que la Tierra no podía constituir el centro del Universo: Galileo (1564 1642) observó mediante un telescopio los satélites de Júpiter, las manchas del sol y los anillos de Saturno, quedando convencido de la verdad del sistema de Copérnico. Kepler (1571 1630) formuló las tres leyes del movimiento planetario y dio con eso a la teoría heliocéntrica su confirmación matemática. El inglés Newton (1642 1727), uno de los más grandes genios científicos de la historia, formuló la ley de la gravitación universal que confirmaba y completaba las conclusiones de Kepler y Galileo.
Paso a paso el hombre parecía arrancar al universo todos sus secretos. El mundo se presentaba como un todo regido por leyes que podían ser descubiertas por el experimento y la razón. El hombre, conocedor de las leyes, podía convertirse en amo de la naturaleza.
Las ciencias exactas deslumbraron con sus progresos. Benjamín Franklin descubrió la naturaleza eléctrica del rayo e inventó el pararrayos (1760). Galvani halló la electricidad de contacto, el galvanismo (1789). Buffon publicó su monumental "Historia Natural" (1749 1759), obra que abarcaba 34 tomos, resultado de un primer intento de desarrollar una teoría científica de la formación de la Tierra y de la generación de los animales. Linneo publicó en su "Sistema de la Naturaleza" (1758) una clasificación general de las plantas y los animales.
Los historiadores abandonaron la explicación providencial de la historia y recurrieron a los hechos geográficos, económicos, sociales y psicológicos para explicar los fenómenos del pasado. Gibbon, en su célebre obra "Decadencia y caída del Imperio Romano”, trazó un grandioso cuadro de la historia europea desde los días de la grandeza de Roma hasta la rendición de Constantinopla. Voltaire reaccionó contra la mera historia política y militar y se empeñó en crear un nuevo tipo de historia, una historia cultural que él llamó “filosofía de la historia”.
La Ilustración cifró máximas esperanzas en la educación y desarrolló nuevos sistemas pedagógicos. Rousseau expuso en su novela "Emilio" la teoría de que el niño debía ser educado de la manera más natural y en medio de la mayor libertad. Su propia experiencia debía conducir al niño a la virtud y a la verdad.
El nuevo pensamiento político y económico: Los pensadores ilustrados criticaron violentamente los sistemas políticos y sociales existentes y desarrollaron nuevas concepciones sobre los derechos del individuo y el Estado. Sostenían que por naturaleza todos los hombres eran libres e iguales. Por eso consideraban que la esclavitud y la servidumbre eran incompatibles con la naturaleza humana y que los privilegios estamentales eran injustos. El Estado constituía una convención útil que nacía de un contrato entre los ciudadanos y el gobernante.
John Locke defendió la Gloriosa revolución inglesa de 1688 con el argumento de que todos los hombres poseían por naturaleza los mismos derechos. El poder político no debía ser ejercido por una sola persona, sino que debía ser dividido. Los representantes del pueblo, elegidos libremente, debían acordar las leyes que debían ser ejecutadas por el rey. El pueblo tenía el derecho de levantarse en legítima revolución contra el gobernante arbitrario que violaba las leyes.
Montesquieu (1689 1755) desarrolló en su célebre obra "El Espíritu de las Leyes" la teoría de la división de los poderes: Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial debían ser independientes para evitar todo abuso de poder.
Juan Jacobo Rousseau (1712 1778) estaba convencido de que el hombre era bueno por naturaleza y que sólo había sido pervertido por la sociedad injusta y la civilización corrompida. Había que volver a la naturaleza y educar a cada persona conforme a su naturaleza y su personalidad. En su "Contrato Social" enseñaba que el poder político debía ser ejercido por el pueblo que era el único y verdadero soberano. Todos debían identificarse con la comunidad cuya voluntad general se expresaba a través de las leyes. Los gobernantes eran meros mandatarios que debían cumplir con los mandatos que les confería el pueblo soberano. El único sistema político en que todos eran libres e iguales era la democracia, el gobierno del pueblo por el pueblo para el pueblo.
Según el pensamiento ilustrado, el Estado y los gobernantes debían estar al servicio del individuo y contribuir a su felicidad. La autoridad pública debía proteger y garantizar los derechos humanos.
Las relaciones entre los Estados debían quedar sujetas al derecho natural. En el pasado los Estados se habían dejado arrastrar por impulsos irracionales y por los intereses egoístas de los príncipes. Las guerras religiosas habían sumido a Europa en la anarquía. Las guerras de conquista habían sembrado la violencia e injusticia en ultramar. El pensamiento ilustrado debía hacer desaparecer los conflictos de interés. Debía ponerse fin a las guerras provocadas por el fanatismo y la codicia. Los Estados debían unirse en una paz perpetua.
Al igual que el orden político también el orden económico debía basarse en las condiciones y leyes naturales. La escuela fisiocrática declaraba que la "physis", la naturaleza, debía gobernar. Sostenía en oposición al mercantilismo que la tierra y sus productos y no el dinero y el comercio constituían la fuente de la riqueza. Quesnay (1723 1790), el más importante teórico de la fisiocracia, enseñaba que la agricultura era la rama más importante de la economía. Sólo el agro producía riqueza, la población campesina era la única clase productiva. La industria y el comercio no producían valores nuevos, sino que se limitaban a transformar y distribuir los productos. La agricultura sólo podía prosperar en un régimen de libertad económica. Debía desaparecer el proteccionismo mercantilista. Debía haber libertad para las personas y la comercialización de los bienes materiales. Los fisiócratas condenaban la servidumbre y exigían la libertad de comercio. "Laissez faire, laissez aller", dejad hacer, dejad pasar.
Adam Smith (1723 1790), el padre de la economía clásica, enseñó en su obra fundamental "La Riqueza de las Naciones" (1776) que la única fuente de la riqueza era el trabajo. El progreso económico y el bienestar resultaban de una creciente división del trabajo. Esta requería de una completa libertad. Debía cesar toda intervención del Estado en el proceso económico. La iniciativa privada era el verdadero motor de la producción. El interés personal hacía que cada uno se esforzase al máximum. El bienestar colectivo era la suma de las riquezas privadas. Por medio de la ley de la oferta y la demanda los precios y salarios se regulaban automáticamente en forma justa y conveniente. La libre competencia constituía la clave del progreso económico y de la riqueza de las naciones. El liberalismo económico exigía completa libertad para el comercio y la industria y condenaba las aduanas proteccionistas, la fijación de los precios y salarios y las organizaciones gremiales.

EL ABSOLUTISMO ILUSTRADO

"El gobernante, el primer servidor del Estado": En esta célebre frase de Federico el Grande se resume la eséncia del absolutismo ilustrado, forma de gobierno que se impuso en gran parte de Europa en la segunda mitad del siglo XVIII. El rey ilustrado gobernaba en forma tan absoluta como un Luis XIV. Todo el poder político permanecía reunido en las manos del monarca que tomaba todas las decisiones, sólo responsable ante su conciencia. Pero el monarca ilustrado sometía sus decisiones a los dictados de la razón y trataba de gobernar en conformidad con las nuevas ideas que la Ilustración había desarrollado con respecto al hombre y la sociedad. Veía en el Estado no un orden fijo dado por Dios o la historia, sino un mecanismo racional fruto de un contrato social que debía ser administrado con criterio racional y utilitario. Todas sus medidas debían servir fundamentalmente a dos fines: el robustecimiento del poder del Estado y la felicidad de los súbditos. La acción política debía contribuir al bienestar del pueblo, pero sin que éste tuviera una participación en el gobierno. "Todo para el pueblo, nada para el pueblo". Para alcanzar la felicidad pública debían eliminarse tradiciones irracionales y seguir una política reformista ilustrada.
Federico el Grande de Prusia: Ya durante su vida el rey prusiano Federico II (17401786) fue llamado "el Grande". Los contemporáneos aplaudieron al general victorioso y, ante todo, al "filósofo en el trono" que trató de hacer triunfar en Prusia los ideales de la Ilustración.
Federico II, continuando la obra de su padre Federico Guillermo I, “el rey soldado", hizo de Prusia una gran potencia y convirtió al ejército prusiano en el mejor de su época, famoso por su disciplina y eficacia. Conquistó para Prusia la provincia de Silesia y logró emerger victorioso de la "Guerra de los 7 Años" (17561763), en que la pequeña monarquía prusiana, con sus 4 millones de habitantes, se confrontó con la alianza de las tres principales potencias del continente, Austria, Francia y Rusia que sumaban unos 60 millones de habitantes y que contaban con recursos económicos y militares muy superiores.
En su política interna Federico II dejó subsistir el orden social tradicional. La nobleza conservó sus privilegios y debía proporcionar a los altos funcionarios y los oficiales del ejército. La burguesía urbana debía dedicarse al comercio y la industria. La población campesina debía realizar el trabajo en el campo y proporcionar los soldados para la tropa.
Por otra parte, Federico, amigo de Voltaire y profundo admirador de la cultura francesa, introdujo numerosas reformas con el fin de transformar a Prusia en un Estado moderno. Al poco tiempo de haber ascendido al trono suprimió la tortura como procedimiento judicial y decretó la tolerancia confesional. Admitió en su país que era predominantemente protestante, a los jesuitas expulsados de las monarquías católicas. Reconoció la independencia de los jueces e hizo redactar un nuevo código de derecho. Prusia debía ser un estado de derecho en que rigiese la ley y no el capricho personal. Reabrió en Berlín la Academia de Ciencias y se rodeó de filósofos, poetas y músicos.
José II de Austria: José II (1780 1790), archiduque de Austria y rey de Bohemia y Hungría, gran admirador de Federico el Grande, estuvo firmemente resuelto a modernizar su monarquía, erradicar los prejuicios y las supersticiones inveteradas y unir sus numerosos reinos y territorios en un Estado unitario y centralizado.
Con este fin derogó los derechos especiales de los distintos reinos y los privó de toda autonomía. Abolió los derechos públicos de los estamentos. Hizo caso omiso de toda tradición histórica y dividió en 13 distritos los territorios de Austria y en 8 los de Hungría. Los nuevos distritos dependían directamente del gobierno central en Viena. Impuso la lengua alemana como idioma oficial de la administración pública en toda la monarquía. Abolió las aduanas internas. Estableció la igualdad ante la ley. Obligó a la nobleza y al clero a pagar los mismos impuestos que las demás clases. Derogó la servidumbre de los campesinos. Los campesinos fueron autorizados a arrendar las tierras y pudieron redimirse de los servicios personales y de los tributos en especie mediante el pago de una suma de dinero. "Todo súbdito es libre para casarse según su arbitrio y aun sin el consentimiento de su patrón, para dedicarse a las ciencias, aprender las artes y los oficios y ejercer lo aprendido en cualquier lugar".
José II hizo extensiva la igualdad a los judíos. Estos fueron autorizados a ponerse apellidos alemanes y a vestir de la misma manera que el resto de la población. Se les permitió seguir estudios superiores, ejercer un oficio y fundar empresas industriales.
El emperador respetó la idependencia del poder judicial y se preocupó de que los jueces fuesen imparciales e incorruptibles. Prohibió la tortura y reemplazó la pena de muerte por el trabajo forzado.
José II concedió especial importancia a los asuntos religiosos y eclesiásticos. Llevado por sus ideales ilustrados otorgó el Edicto de Tolerancia (1781) que concedió a los protestantes y ortodoxos la libertad de culto y todos los derechos civiles. Con el fin de afirmar la autoridad del Estado sobre la Iglesia católica decretó que no se podía publicar ningún escrito del Papa sin autorización del gobierno y prohibió a los obispos comunicarse directamente con el Papa. Reglamentó el servicio religioso y el número de días festivos y prohibió las procesiones y peregrinaciones. Prohibió las órdenes religiosas puramente contemplativas. Cerró 700 conventos de los 2000 que existían en la monarquía. Sus bienes fueron empleados para fomentar la agricultura y colonización.
Pero a la vez prestó su apoyo al clero secular y fundó 263 parroquias nuevas en los territorios austríacos y más de mil en Hungría. Consideraba que la Iglesia debía servir a la monarquía y que los sacerdotes debían ayudar a formar a súbditos obedientes y útiles.
El monarca concedió especial atención a sus súbditos más desamparados. Fundó numerosos hospitales, asilos para ciegos y sordomudos, casas para enfermos mentales y orfanatos.
José II tuvo las mejores intenciones y se propuso sinceramente contribuir a la felicidad de sus súbditos. Sin embargo, procedió en forma arbitraria y autocrática, perdía rápidamente la paciencia, atropelló a las mismas personas a quienes quería hacer felices y precipitó las reformas. En los diez años de su gobierno dictó más de 6.000 decretos. Finalmente se levantó una oposición general contra su política. José II se vio obligado a revocar la mayor parte de sus medidas. Entre las reformas más importantes sólo se mantuvieron el Edicto de Tolerancia y la abolición de la servidumbre de los campesinos. Murió a los 49 años, frustrado y deprimido, convencido de que su lucha contra la estupidez y el egoísmo de los hombres había sido inútil.
Absolutismo y despotismo ilustrado en Rusia: En la opinión de los europeos constituía Rusia hacia fines del siglo XVII un país misterioso, extraño y completamente atrasado. Se regía por un calendario distinto. Las mujeres vivían recluidas en sus casas, según las costumbres orientales. No había en todo el país ni una sola Universidad. La inmensa mayoría de los habitantes eran analfabetos. Los rusos, por su parte, se sentían orgullosos de sus tradiciones y rechazaban y despreciaban las costumbres occidentales.
En el año 1689 subió al trono el zar Pedro I quien ingresó a la historia con el nombre de "el Grande". Odiaba las viejas tradiciones moscovitas y sentía una admiración profunda por los adelantos técnicos, científicos y militares. El joven zar emprendió un viaje de estudios por Europa y visitó fábricas, astilleros, establecimientos educacionales y hospitales. En los Países Bajos trabajó varios años como carpintero.
De vuelta a su país el Zar introdujo reformas radicales que afectaron toda la vida en Rusia, desde la organización del Estado hasta las costumbres personales. Obligó a usar vestimenta europea en su corte. Los hombres tuvieron que cortarse la barba. Ordenó que a sus recepciones asistieran también las mujeres.
Creó un ejército permanente de 200.000 soldados y organizó una escuadra que luego se convertiría en la más poderosa del Mar Báltico. Atrajo al país a comerciantes a ingenieros extranjeros y fundó manufacturas para la producción de telas, velas, armas y munición para sus ejércitos y su armada. Fundó escuelas para elevar el nivel cultural. Envió a jóvenes rusos a los países de Occidente con el fin de que adquirieran formación superior y especializada. Pedro I, continuando la política de Iván III e Iván IV, privó a la nobleza de todo su poder político propio y la obligó a servir al Estado. Todo noble debía ir al colegio entre los 10 y los 15 años y luego debía ingresar a la administración pública o al ejército. Quien no estudiaba, no podía ser oficial ni se podía casar. Para todos los cargos públicos, fuesen civiles o militares, se organizó una escala única con 14 grados que estaba abierta a todos los rusos, también a los que no eran de origen noble. El común que lograba ascender por sus méritos hasta el grado séptimo, recibía la nobleza hereditaria.
Pedro I impuso su voluntad también a la Iglesia. Reemplazó al patriarca por un "santo sínodo" que dependía del Zar, de modo que éste reunía en sus manos el supremo poder temporal y religioso. Este césaropapismo se distinguía profundamente de las formas de poder absolutistas en el resto de Europa.
Como en Moscú, la vieja capital de Rusia, el peso de la tradición era demasiado grande, Pedro I decidió crear una nueva capital que estuviese más cerca de Occidente. En el año 1703 fundó la ciudad de Petersburgo, que debía ser "una ventana a Europa".
También la política externa de Pedro el Grande estuvo orientada ante todo hacia el oeste. El Zar quiso ganar un acceso directo al mar Báltico y al Mar Negro. Durante la Guerra Nórdica (1700 1721) Rusia triunfó sobre Suecia y obtuvo los países bálticos Estonia y Livonia y parte de Carelia (sur de Finlandia). Rusia se convirtió en la primera potencia de Europa oriental.
Las reformas europeizantes de Pedro el Grande produjeron una profunda división en las clases dirigentes de Rusia. Unos se identificaron con la política del Zar y esperaron el engrandecimiento de Rusia y de su modernización, los otros defendieron apasionadamente las tradiciones nacionales. A partir de entonces el alma rusa trataría de encontrar su verdadero ser.
En el año 1762 subió al trono de los zares Catalina II, mujer de vasta cultura y fuerte personalidad. Había leído a los autores clásicos y a los escritores políticos contemporáneos e, imbuida en las ideas de la Ilustración, quiso convértir a Rusia en un Estado moderno. A pesar de las reformas de Pedro el Grande, Rusia seguía padeciendo de grandes males. No existían mapas fidedignos del territorio ruso. De los 28 millones de rublos de las entradas del Estado 12 millones desaparecían en los bolsillos de los empleados públicos. Los elevados impuestos mantenían sumidos a los campesinos en la mayor miseria. Los frecuentes levantamientos campesinos eran reprimidos sangrientamente por las tropas del Zar. Los jueces eran venales y la administración de justicia era terriblemente lenta e inoperante.
Catalina II trató de mejorar la educación, fundó un colegio superior para niñas y envió a jóvenes rusos a estudiar en el extranjero. Fomentó la agricultura, amplió las zonas de cultivo y favoreció la colonización para lo cual se sirvió ante todo de colonos alemanes. Soñó con abolir la servidumbre y pensó en crear un moderno código de derecho. Redactó una "instrucción”, inspirada en las obras de Montesquieu, que debía servir de base para una nueva constitución política.
Sin embargo, las proyectadas reformas fracasaron principalmente por causa de la oposición de la nobleza y de la incapacidad e ignorancia de grandes sectores de la población. A raíz de un violento y sangriento levantamiento campesino bajo la dirección del cosaco Pugachoff, Catalina renunció a sus planes reformistas y resolvió afirmar el orden existente con la ayuda de la nobleza.
Por medio de una amplia reforma administrativa aumentó el número de gobernaciones. Los gobernadores, que provenían todos de la nobleza, dependían directamente del gobierno central lo que permitió un control más directo del país y de la población. Durante más de un siglo no se repetirían levantamientos tan violentos como el de Pugachoff.
Por medio de un Edicto de Gracia, Catalina reconoció y amplió en 1785 los privilegios de la nobleza. Los nobles quedaron eximidos del pago de impuestos y de la prestación compulsiva de servicios públicos y obtuvieron amplias ventajas económicas. La Zarina repartió grandes extensiones de tierras públicas entre sus favoritos. Los siervos campesinos quedaron reducidos prácticamente a esclavos. En un tiempo en que en Occidente estaban triunfando los principios de libertad e igualdad, en Rusia el régimen zarista afirmaba su carácter autocrático y se ahondaban los contrastes sociales.
La Ilustración en España y Portugal: Durante la segunda mitad del siglo XVII España, que bajo Carlos V y Felipe II había sido la primera potencia del mundo, experimentó una grave decadencia política, económica y cultural. Al morir Carlos II, el último Habsburgo español, sin dejar herederos, estalló la Guerra de Sucesión (1701 1713/14) durante la cual las dos principales dinastías del continente, la casa de Borbón y la casa de Austria, se disputaron la herencia española. Finalmente Felipe V Borbón, el nieto de Luis XIV, obtuvo el reconocimiento como rey de España y de sus colonias americanas, pero tuvo que renunciar a las posesiones españolas en los Países Bajos e Italia.
Felipe V y sus sucesores se esforzaron por restablecer el poder político y económico de la monarquía. Los intelectuales españoles empezaron a reaccionar contra los valores e ideales de la Contrarreforma y abrazaron las ideas de la Ilustración. El erudito Padre Jerónimo Feijóo, en su "Teatro Crítico", instó al público español a desterrar las supersticiones y los prejuicios y a dar acogida a las ciencias modernas. El reinado de Carlos III (1759 1788) significó el triunfo del pensamiento ilustrado en las esferas oficiales. Carlos III y sus ministros Aranda, Floridablanca y Campomanes se propusieron modernizar y "europeizar" a España. En materia eclesiástica llevaron el regalismo a sus últimas consecuencias, ampliaron el control de la Corona sobre el clero y dictaron la expulsión de los jesuitas (1767). Con el fin de promover el crecimiento económico, el gobierno creó fábricas modelo como la de tapices en Madrid, autorizó la fundación de las Sociedades Económicas de Amigos del País, realizó un vasto programa de repoblación y colonización, como el asentamiento de colonos alemanes en Sierra Morena, decretó el comercio libre de granos y estableció la libertad de comercio con las colonias americanas. Con el fin de fomentar el desarrollo de las artes y ciencias, la Corona fundó varias Academias, como la Academia de la Lengua, la Academia de la Historia y la Academia de Bellas Artes e inició una reforma de las Universidades.
En Portugal, el marqués de Pombal, ministro todopoderoso de José I (1750 1777), trató de introducir reformas radicales. Estableció el control de la Corona sobre el clero y expulsó a la Compañía de jesús. Trató de restringir los privilegios de la nobleza y fomentó el comercio con las colonias, en particular con el Brasil. Sin embargo, sus precipitadas medidas provocaron una fuerte resistencia. El despotismo ilustrado no logró renovar al Portugal ni sacarlo de la decadencia en que se encontraba sumido desde el siglo XVII.

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Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.