30 de agosto de 2009

Epoca de reformas , dentro de la ampliacion del horizonte geografico.(Guia simplificada)




EPOCA DE REFORMAS
LA AMPLIACION DEL HORIZONTE GEOGRAFICO


Durante gran parte de la Edad Media los conocimientos geográficos de los europeos se limitaron a su propio continente y a los países de la cuenca del Mediterráneo. A raíz de las Cruzadas se estableció un estrecho contacto con el Oriente. En el siglo XIII el veneciano Marco Polo viajó por tierra a la remota China y vivió durante varios años en la corte del emperador mongol Kublai Kan. A su regreso a Europa dio a conocer las mavarillas que había visto.
El comercio con Asia se hacía por mar y tierra. Todas las mercaderías pasaban por muchas manos y cada mercader deseaba hacer su ganancia. Los más beneficiados eran los mercaderes italianos ya que ellos tenían prácticamente un monopolio sobre las rutas del Mediterráneo. Como consecuencia los consumidores en el resto de Europa debían pagar elevados precios por las especias, sedas y otras codiciadas mercaderías del Oriente.
Los europeos tenían un fuerte interés por las mercaderías importadas, pero no deseaban pagar los altos precios. Los comerciantes de la Europa occidental empezaron a buscar medios para quebrar el monopolio de los italianos y para hacer todo el comercio por mar. Debía ser posible descubrir una ruta marítima directa a las Indias.
Desde el siglo XII la navegación hizo considerables progresos. Los hombres aprendieron a construir barcos más grandes y seguros. Especial importancia tuvieron dos inventos: la brújula y el astrolabio. Antes un capitán sólo había podido orientarse por el sol y las estrellas, pero no había podido calcular la posición del barco. Por eso los barcos preferían mantenerse a la vista de la costa y temían salir a alta mar. En el siglo XII navegantes europeos empezaron a usar la brújula que pueden haber conocido de los árabes o en la China. El astrolabio que se empezó a usar en el siglo XV, era un instrumento que permitía determinar la posición de un barco mediante la observación de los astros. A partir del siglo XIII los navegantes pudieron disponer de portulanos, mapas bastante exactos de los puertos y de las costas.
El deseo de descubrir nuevas rutas marítimas impulsó a los hombres a emprender audaces viajes en el curso de los cuales no sólo exploraron mares desconocidos, sino que también descubrieron nuevas tierras y nuevos continentes.
Los primeros que se atrevieron a abandonar las costas conocidas fueron los portugueses. El infante portugués Enrique el Navegante (1394 1460), deseoso de aumentar el poder de Portugal y de difundir la fe cristiana, consagró toda su vida y sus medios al estudio científico de la navegación en el Atlántico y a la exploración de la costa africana. Fundó una escuela de navegación en Sagres y contrató a los mejores capitanes y cartógrafos. Sus barcos navegaron hastá las Azores, Madeira, las Islas de Cabo Verde y la Costa de Oro.
En el año 1487 Bartolomé Díaz llegó hasta el extremo sur de Africa al cual dio el nombre de Cabo de las Tormentas. Su viaje ofreció la prueba de que había una pasada al Oriente. La buena noticia indujo al rey de Portugal de cambiar el nombre del cabo por el de Cabo de la Buena Esperanza.
En julio de 1497 Vasco de Gama zarpó de Lisboa con cuatro barcos. En noviembre del mismo año pudo bordear el Cabo, luego navegó por la costa oriental de Africa hacia el norte y cruzó el Océano Indico. En mayo de 1498 llegó a Calicut en la India. En septiembre de 1499 estuvo de vuelta en Lisboa donde fue recibido con delirante entusiasmo. Había perdido dos barcos y las dos terceras partes de la tripulación. La venta de las especias y joyas que había comprado en la India arrojó una suma sesenta veces mayor que todo el costo de la expedición. Finalmente, se había descubierto una ruta marítima directa a las Indias que permitía prescindir de todos los intermediarios y romper el monopolio de los comerciantes asiáticos e italianos.
Mientras tanto España, por su parte, había iniciado la exploración de un camino directo a la India. Cristobal Colón, proveniente de Génova en Italia, estaba convencido de que la Tierra era redonda e, influido por las ideas del astrónomo florentino Toscanelli, pensó que la ruta a la India por el oeste era más corta que por el este.
Colón ganó el apoyo de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel. El 3 de agosto de 1492 Colón partió con tres barcos del puerto de Palos. El 12 de octubre de 1492 descubrió la isla de Guanahani, una isla de las Bahamas. Luego siguió viaje a Cuba e Hispaniola (Haití) y regresó triunfante a España. En tres viajes posteriores exploró gran parte de las Antillas y las costas de Venezuela y de América Central. Convencido de que había descubierto el camino del oeste, dio a las tierras descubiertas el nombre de Indias.
Los Reyes Católicos, con el fin de asegurar sus derechos sobre las nuevas tierras, recurrieron al Papa Alejandro VI el cual en 1493 les garantizó por medio de tres Bulas la posesión de las tierras situadas a 100 leguas al oeste de las Azores. La decisión pontificia fue desconocida por la corte de Lisboa. Surgió el peligro de que estallara la guerra. Mas las dificultades pudieron ser superadas y en 1494 España y Portugal firmaron el tratado de Tordesillas en el cual se trazó una línea de demarcación de polo a polo fijada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde (48° oeste de Greenwich). El mundo quedó dividido en dos hemisferios: Occidente para España, Oriente para Portugal. Como exploraciones posteriores demostrarían que el extremo oriental de Sudamérica quedaba al este de la línea de demarcación, Brasil llegaría a ser portugués. En Asia, por otra parte, las islas Filipinas pasarían a ser posesión española.
En los primeros decenios del siglo XVI la exploración del Nuevo Mundo hizo rápidos progresos. Europa recibió las primeras noticias más detalladas sobre las nuevas tierras a través de los relatos de Américo Vespucio, italiano que participó en algunas expediciones españolas y portuguesas a la costa oriental de Sudamérica. El geógrafo Martin Waldseemüller, creyendo que Américo Vespucio era el descubridor del Nuevo Mundo, propuso en 1507 dar al continente el nombre de América.
Los viajes exploratorios culminaron en la expedición de Hernando de Magallanes que por primera vez dio la vuelta al mundo. Magallanes, portugués al servicio del monárca español Carlos V, partió en 1519 de España con 5 barcos y 243 hombres. Cruzó el Atlántico, avanzó por la costa del Brasil y Argentina y atravesó el estrecho que lleva su nombre. Cruzó el Pacífico y llegó hasta las Filipinas donde fue muerto por los naturales. Uno de sus oficiales, Sebastián Elcano, tomó el mando, cruzó el Indico, dobló el Cabo de Buena Esperanza y pudo regresar a España, después de casi tres años de ausencia, con un solo barco y 18 tripulantes. Volvía a Europa el primer barco que había dado la vuelta al mundo, demostrando que la Tierra era redonda y que América era un Nuevo Mundo.


EL RENACIMIENTO, EPOCA DE RENOVACION INTELECTUAL Y ARTISTICA


Italia, cuna del Renacimiento: En los últimos tiempos de la Edad Media se produjeron en Italia importantes cambios económicos y políticos que anunciaron el comienzo de una nueva época y de una nueva cultura.
El comercio internacional y una industria artesanal altamente desarrollada hicieron que se concentraran en Italia grandes riquezas. Estas se acumularon ante todo en las ciudades del norte de Italia. Al igual que en la Grecia antigua, cada una de estas ciudades constituía un Estado independiente. Venecia, "la reina del Mar Adriático", construida sobre 117 pequeñas islas unidas por puentes, debió su riqueza al comercio con los puertos de Levante y con los países al norte de los Alpes. Hacia el año 1500 los comerciantes venecia nos tenían una escuadra de 3.000 barcos. Florencia fue rica y famosa por su industria textil que ocupaba a más de 30.000 personas.
En estas ciudades imperaba un espíritu nuevo y se impusieron nuevas formas de vida y de gobierno. Las antiguas familias gobernantes, formadas por nobles y por ricos comerciantes y banqueros, tuvieron que afrontar las exigencias y rebeliones de nuevos grupos sociales que pudieron ampliar su poder e influencia gracias a un creciente bienestar. Muchas ciudades quedaron sumidas en violentas luchas. Como la mayoría de la población quería disfrutar de paz y orden, ella dio su apoyo a hombres fuertes, los tiranos, que se impusieron en muchas partes en los siglos XIV y XV. Los tiranos llegaron al poder mediante la fuerza, la traición y el crimen. Sin embargo, muchos de ellos fueron hombres cultos y gobernantes inteligentes que lograron llenar a sus ciudades de fama y bienestar. Algunos, como los Médicis en Florencia, habían sido mercaderes y banqueros. Otros, como los Sforza en Milán, habían sido condotieros, esto es, jefes de las tropas mercenarias.
En las ciudades renacentistas la vida era turbulenta, peligrosa y excitante. Se derrumbaron las tradiciones y viejas convenciones y cayeron las barreras que habían limitado la libertad de pensamiento y acción. En la Edad Media, los hombres habían pensado más en el Cielo que en la Tierra, se habían sometido a la doctrina de la Iglesia y habían aceptado el puesto que el nacimiento y la tradición les había asignado en la sociedad. Ahora los hombres se entregaron a los goces de este mundo, se arrogaron el derecho de expresar sus ideas personales sobre la vida y la verdad y lucharon por el poder y la gloria. Surgió un fuerte individualismo y nació un nuevo concepto de la libertad.
Estas condiciones inspiraron a Nicolás Maquiavelo a escribir el tratado de El Príncipe en que expuso un conjunto de reglas y recomendaciones que debía seguir un político para triunfar en las luchas por el poder. Según Maquiavelo la sociedad y los hombres no se regían por el derecho divino o la ley moral, sino exclusivamente por las pasiones y los intereses. El político no puede cambiar a los hombres, sino que los debe tomar como son y, por consiguiente, debe emplear cualquier medio siempre que obtenga éxito. La mentira, el engaño y el asesinato: todo se justifica si sirve a los propósitos del gobernante para conservar y aumentar el poder. Para el político sólo debe regir la "razón de estado".
El Renacimiento, época de renovación intelectual: El nuevo espíritu y las nuevas formas de la vida social ofrecieron condiciones propicias para el desarrollo de las artes y letras. Los comerciantes y banqueros aprovecharon su riqueza para rodearse de lujo y belleza. Los príncipes, actuando como mecenas, estimularon a los poetas y artistas. Los príncipes de Este, que gobernaban en Ferrara, apoyaron a hombres tan famosos como Leonardo da Vinci, Rafael y Ticiano. Los Médicis en Florencia ampararon a Donatello y Miguel Angel. También entre los Papas hubo grandes mecenas. León X, de la familia de los Médicis, hizo de Roma un gran centro del arte, de las letras y de la ciencia.
En el curso del siglo XIV surgió en oposición contra la Escolástica un nuevo movimiento intelectual, el humanismo. El humanismo marcó una nueva actitud frente al mundo, al ser humano y al saber. Los humanistas estaban profundamente interesados en el ser mismo, en las posibilidades que ofrecía la existencia terrenal y en la belleza de este mundo. Los humanistas se consagraron con singular fervor al estudio de los clásicos, porque querian volver a las fuentes y los orígenes de la cultura y porque estaban convencidos de que los escritos de los autores clásicos revelaban auténtica humanidad.
El humanismo debió mucho a Petrarca (1304-1374) que dedicó toda su vida al estudio de los clásicos, tratando de imitar el estilo de Cicerón y Virgilio. Al mismo tiempo escribió sonetos en lengua italiana en que cantó su amor por Laura. Por estos Sonetos Petrarca es considerado uno de los más grandes poetas líricos de la literatura universal.
Los humanistas posteriores, siguiendo el ejemplo de Petrarca, trataron de reunir y conocer todos los escritos de la Antigüedad que se habían conservado a través de los siglos y de los cuales muchos habían caído en el olvido. Revisaron los archivos de los conventos, examinaron las bibliotecas de las iglesias y enviaron agentes a Constantinopla con el fin de comprar viejos manuscritos. A raíz de la conquista de Constantinopla por los turcos en el año 1453, muchos sabios bizantinos huyeron a Italia y llevaron consigo gran número de manuscritos que luego fueron publicados, enriqueciendo el conocimiento de la Antigüedad clásica.
Otro humanista famoso fue Boccaccio (1313-1375), universalmente conocido por El Decamerón, conjunto de cuentos que retratan el ser humano con sus vicios y virtudes y que reflejan las costumbres de la época.
Los humanistas gozaban de gran prestigio en la sociedad. Los gobernantes y hombres importantes de la sociedad acudían a sus doctas conferencias. La juventud seguía con avidez sus clases de latín y griego.
El humanismo ejerció profunda influencia sobre la educación. Los humanistas ya no basaron la enseñanza en primer lugar en la teología, sino ante todo en la literatura clásica, que ellos llamaron letras humanas o humanidades de donde se derivaron las palabras humanismo y humanistas.
El fin ideal de la educación humanista era el desarrollo completo de la personalidad y la formación del hombre culto, íntegramente humano. A través de las letras clásicas el hombre debía elevarse a las más altas y nobles formas del espíritu.
La actitud renacentista frente al individuo y la inteligencia humana hizo que el hombre sintiera plena confianza en sus aptitudes y su poder creador. Pocas veces en la historia ha habido tantas personas geniales. El ideal renacentista del hombre fue el "hombre universal" que encontró su máxima expresión en Leonardo da Vinci quien no sólo fue uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, sino que también fue ingeniero, arquitecto, médico, astrónomo y escritor, que construyó edificios, canales y fortalezas y diseñó submarinos y máquinas voladoras.
El humanismo no quedó limitado a Italia, sino que se extendió por toda Europa y en todas partes renovó los estudios y la vida intelectual entera. El humanista más destacado al norte de los Alpes fue Erasmo, hombre. profundamente religioso que compartió con los humanistas italianos la fe en los estudios y las letras, pero quien, más que en la formación del hombre culto y humano, pensó en la renovación espiritual del hombre mediante el estudio de las Sagradas Escrituras, fuente de la religión cristiana.
El renacimiento del arte en Italia: Durante la Edad Media el arte había servido principalmente a los fines religiosos y la escultura y la pintura se habían desarrollado en función y como parte de la arquitectura. Maestros anónimos habían representado episodios del Antiguo Testamento, de la vida y la pasión del Señor y los sufrimientos y las glorias de los santos y mártires.
El Renacimiento y el humanismo que tanta importancia daban al hombre, a la existencia humana y a los placeres de este mundo, hicieron cambiar profundamente el arte y sus expresiones. La pintura y la escultura llegaron a ser artes independientes. El artista adquirió conciencia de su individualidad y de su genio creador, dio expresión a sus propios sentimientos y a su concepción personal de la realidad y representó la belleza del cuerpo humano y los encantos de la naturaleza.
El precursor del nuevo estilo fue el florentino Giotto. El fue el primero en abandonar la rigidez de la pintura medieval y en dar vida y movimiento a las figuras humanas. Sus obras más importantes fueron los frescos con que decoró los muros de las iglesias de Florencia, Padua y Asís.
Florencia se convirtió por algún tiempo en el centro del arte de Europa. Sólo en la Atenas de Pericles se había juntado en un solo lugar un grupo tan numeroso de brillantes artistas. Los pintores florentinos supieron representar fielmente la realidad y expresar los sentimientos y emociones de las personas que retrataban. Descubrieron la perspectiva de modo que lograron representar en un plano el espacio tridimensional.
En el siglo XV tres grandes pintores crearon obras maestras que son conocidas en el mundo entero:
Leonardo da Vinci (1452 1519), genio múltiple, fue autor de la Mona Lisa, retrato cuya sonrisa enigmática fascina a todo espectador. Miguel Angel (1475 1564), igualmente dotado de múltiples talentos, escribió poesías y fue escultor, pintor y arquitecto. Gozó de la protección de Lorenzo de Médicis en Florencia y de los Papas Julio II y León X en Roma. Famosos son su Pietá (en San Pedro de Roma), escultura en mármol, y sus grandiosos frescos en la Capilla Sixtina del Vaticano que representan la creación del mundo y del hombre y el juicio Final.
Rafael pintó hermosas Madonas, representaciones de la Virgen.
En el siglo XVI Venecia desplazó a Florencia y Roma como centro del arte. El maestro más famoso de la escuela veneciana fue Ticiano.
Los arquitectos del Renacimiento rompieron con el estilo gótico y se inspiraron en los modelos griegos y romanos. La obra de arquitectura más importante del Renacimiento es la catedral de San Pedro en Roma cuya grandiosa cúpula fue diseñada por Miguel Angel.


REFORMAS RELIGIOSAS

Una nueva fe: Lutero,
la salvación del hombre por la fe;
Calvino, la predestinaeión divina


A partir del siglo XIV el Papado en Roma empezó a perder su poder y la Iglesia se sumió en una profunda crisis. La riqueza material fue causa de corrupción. Muchos miembros del clero descuidaban sus obligaciones religiosas y disfrutaban del lujo y de los placeres mundanos. Cundieron las herejías. Bajo la influencia de las corrientes renacentistas los hombres empezaron a criticar las doctrinas y los ritos de la Iglesia. Los reyes, que luchaban por aumentar su poder, extendieron su autoridad sobre el clero cuya riqueza ambicionaban y trataron de reducir los derechos del Sumo Pontífice. Los reyes de Francia obligaron a los Papas a trasladarse de Roma a Aviñón en el sur de Francia, donde el Papado permaneció durante setenta años (1309 1378). Al final de este "cautiverio babilónico" los Cardenales franceses eligieron a un Papa francés que permaneció en Aviñón, mientras que los italianos eligieron a un Pontífice romano que gobernaba en Roma. El Gran Cisma repercutió en toda la cristiandad y suscitó en todas partes violentos conflictos. Cundió la confusión y se empezó a exigir una reforma de la Iglesia en "su cabeza y en sus miembros".
La oposición contra la Iglesia Romana se hizo particularmente violenta en Alemania donde los arzobispos habían conquistado un fuerte poder político, gobernando como verdaderos príncipes sobre extensos territorios. Los alemanes protestaban contra las grandes sumas de dinero que se colectaban en Alemania y se enviaban a Roma. Causa de especial indignación era la venta de las indulgencias mediante las cuales, con el pago de una cierta suma, el pecador podía librarse de las penas del purgatorio.
En el año 1517 el monje agustino Martín Lutero publicó 95 tesis en que protestaba contra los abusos que se cometían en la venta de las indulgencias.
Martín Lutero (1483 1564), siguiendo los deseos de su padre, había comenzado a estudiar lás leyes. Pero el problema de la salvación eterna de su alma lo sumió en tanta desesperación que decidió hacerse monje. Como resultado de sus meditaciones y de la lectura de las Sagradas Escrituras llegó a la conclusión de que la salvación sólo era decidida por Dios, sin requerir de los sacramentos, de las ceremonias de la Iglesia ni del sacerdote. Mientras que la Iglesia Católica enseñaba que el hombre se salvaba por la fe y las buenas obras, Lutero empezó a enseñar que las obras eran inútiles ante Dios y que el hombre se salvaba exclusivamente por la fe. De nada servían tampoco las indulgencias.
En el momento de publicar las 95 tesis Lutero sólo pensó en protestar contra algunos abusos. Sin embargo, al poco tiempo se puso de manifiesto que su pensamiento significaba una doctrina nueva que no podía ser aceptada por la Iglesia. En el año 1520 el Papa excomulgó a Lutero por hereje. El emperador Carlos V convocó la Dieta de Worms y citó a Lutero. Este fue invitado a retractarse de sus ideas, mas Lutero se negó e insistió en que sólo las Sagradas Escrituras contenían la verdad, mientras que el Papa se podía equivocar. El emperador, apoyado por los príncipes que se mantuvieron fieles a la Iglesia Romana, acordó proscribir a Lutero y condenarlo a las penas que recaían sobre los herejes. Mientras tanto la doctrina luterana ya se había propagado por gran parte de Alemania y Lutero encontró el apoyo de varios príncipes. El edicto de proscripción no se pudo hacer efectivo. Lutero empezó a organizar su propia Iglesia, la Iglesia evangélica, que negaba la obediencia al Papa. De esta manera se produjo la división confesional de Alemania. Las autoridades imperiales tomaron medidas contra los luteranos, ante las cuales éstos protestaron, lo que dio origen al nombre de protestantes. Después de apasionadas discusiones teológicas y violentos conflictos que condujeron a la lucha armada, protestantes y católicos llegaron a un acuerdo en la paz religiosa de Augsburgo del año 1555 que estipuló que cada príncipe podía elegir entre el catolicismo y el luteranismo y que los súbditos debían seguir la religión de su príncipe.
La doctrina luterana se difundió por numerosos países de Europa y se pudo imponer completamente en los países escandinavos.
Luego surgieron otros reformadores que, si bien se inspiraron en Lutero, siguieron caminos distintos.
Ginebra, una ciudad independiente, había aceptado el protestantismo. En el año 1536 llegó de visita a Ginebra Juan Calvino, un teólogo protestante francés, quien fue invitado por los ginebrinos a permanecer en su ciudad para organizar la nueva Iglesia.
Juan Calvino (1504 1564) se había hecho famoso por su libro "Institución de la Religión Cristiana" (1534), cuya idea central era la idea de la predestinación: Dios, en demostración de su poder absoluto, crea el mundo y el hombre y elige a unos para su salvación y condena a otros para su eterna perdición. El hombre no puede alterar su suerte. La única función que el hombre tiene en la tierra es honrar a Dios.
Calvino organizó en Ginebra un régimen teocrático que no sólo controlaba la vida religiosa, sino también la política, la economía, la educación, las entretenciones y la vida de la familia. Impuso una moral austera, sosteniendo que era un pecado ante Dios usar joyas y vestidos lujosos, bailar, jugar a las cartas y cantar canciones frívolas.
El calvinismo ejerció una fuerte influencia sobre el desarrollo económico, ya que Calvino enseñaba que el trabajo formaba parte de la vida religiosa, en vista de que mediante el trabajo el hombre honraba a Dios. Aplicación al trabajo, voluntad realizadora e iniciativa fueron consideradas virtudes cristianas, y la prosperidad y el éxito fueron interpretados como señales de ser elegido para la salvación eterna.
Muchas personas llegaron a Ginebra para escuchar los sermones de Calvino. Luego volvieron a sus países para reorganizar la Iglesia según el modelo calvinista. La Iglesia Reformada de Calvino se impuso en gran parte de Suiza. En los Países Bajos se estableció la Iglesia Reformada Holandesa y en Escocia la Iglesia Presbiteriana. El calvinismo pudo penetrar también en Francia donde sus representantes recibieron el nombre de hugonotes.
En Inglaterra la reforma fue decidida no tanto por razones religiosas, cuanto por asuntos políticos. Enrique VIII (1509 1547) se quiso divorciar de su mujer, la infanta española Catalina de Aragón, porque no había podido tener de ella ningún hijo varón y por haberse enamorado de una dama de su corte, Ana Bolena. Como el Papa le negó el divorcio, Enrique VIII nombró a un nuevo arzobispo de Canterbury quien le concedió el divorcio. El Parlamento proclamó el Acta de Supremacía (1534) en virtud de la cual Enrique VIII fue designado jefe de la Iglesia en Inglaterra. Después de la ruptura con el Papa, las puertas quedaron abiertas para que las doctrinas protestantes penetraran en Inglaterra. La reina Isabel I (1558 1603) aceptó un protestantismo moderado y organizó la Iglesia Anglicana como iglesia oficial del reino.
Reforma de la Iglesia Católica: Frente a la propagación de las doctrinas protestantes se produjo una reacción de la Iglesia Católica que pudo superar la crisis que la estaba afectando desde hacía tanto tiempo. La reforma católica o Contrarreforma permitió a la Iglesia reafirmar su posición en Europa e iniciar la evangelización de los nuevos territorios descubiertos en ultramar.
La Iglesia se vio robustecida por la fundación de nuevas órdenes religiosas. Los capuchinos, orden derivada de los franciscanos, se dirigieron ante todo a los pobres y los enfermos. Las Ursulinas, congregación de monjas, se dedicaron a la educación femenina. La orden más famosa e importante fue la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola en 1534. Los jesuitas, sujetos a una disciplina particularmente rigurosa, se pusieron incondicionalmente al servicio del Papa al cual quedaban unidos por voto de absoluta obediencia. Los jesuitas se hicieron famosos por sus excelentes colegios, su influencia sobre los príncipes y las cortes y su labor misionera en América, Africa y Asia.
A lo largo de toda su historia la Iglesia había celebrado Concilios con el fin de resolver sus problemas centrales. También ahora muchos clamaron por la reunión de un nuevo concilio con el fin de resolver los problemas internos de la Iglesia y de tomar medidas contra los movimientos protestantes. El Papa Pablo III convocó el Concilio de Trento que, con dos interrupciones, estuvo reunido desde 1545 hasta 1563 y que confirmó la doctrina tradicional de la Iglesia a la vez que introdujo importantes reformas referentes a la administración y la disciplina. El Concilio ordenó reformas de la vida monástica y decidió la fundación de Seminarios para la formación de los sacerdotes.
Con el fin de impedir la propagación de las doctrinas heréticas, el Papado reorganizó el Tribunal de la Inquisición y lo colocó bajo la vigilancia de la Congregación del Santo Oficio (1543) y estableció el Indice de los libros prohibidos.
La Iglesia Católica, reorganizada y rejuvenecida, pudo detener el avance del protestantismo y restablecer la fe católica en Hungría, en Polonia, en varios territorios de Alemania y en el sur de los Países Bajos. Sin embargo, no logró restablecer la unidad de la fe en toda Europa. La división religiosa se mantuvo.



SURGIMIENTO Y APOGEO DE LA MONARQUIA ESPAÑOLA


La unificación de España bajo los Reyes Católicos: La historia de España durante la Edad Media quedó determinada en forma decisiva por el hecho de que gran parte de la península había quedado ocupada por los musulmanes. Desde las zonas montañosas del Cantábrico los cristianos iniciaron la reconquista que se prolongó durante ocho siglos y durante la cual. se repitieron gloriosos hechos como los que recuerda el Poema de Mio Cid.
En el siglo XV el poder de los árabes había quedado reducido al solo reino de Granada en el sur. En el resto del territorio se habían formado cuatro reinos cristianos: Portugal, Castilla, Navarra y Aragón.
La secular lucha por la fe dejó profundas huellas en la historia de España y en el carácter de su pueblo. El pueblo español se convirtió en nación guerrera que apreciaba las virtudes militares, el sentido de caballerosidad y el honor del hidalgo. La lucha por la fe cristiana llegó a ser la suprema función de su destino histórico.
Las exigencias de la larga guerra contra los musulmanes permitieron a los reyes afianzar la autoridad de la Corona. Los monarcas ejercían la administración central a través de la Curia Regia. La nobleza, el clero y las ciudades estaban representadas en las Cortes que debían votar los impuestos, presidir la jura del monarca y heredero e intervenir en los asuntos graves del reino.
El desarrollo social en los reinos españoles siguió en general las líneas del resto de Europa, pero acusó también características propias. El clero desempeñó un papel decisivo. La nobleza derivó grandes beneficios de la Reconquista, ya que pudo obtener extensas propiedades. Tanto en Castilla como en Cataluña se formaron prósperas ciudades que se sentían orgullosas de sus fueros.
Con los cristianos se mezclaban los mudéjares, musulmanes que conservaron su fe, y los moriscos, moros convertidos al cristianismo, que se dedicaban a la agricultura y pequeña industria. En barrios separados, las llamadas juderías, vivían los numerosos judíos que se dedicaban al comercio y a los negocios de dinero.
En la península ibérica coexistían y se entrelazaban, pues, tres tradiciones culturales, tres religiones, cinco lenguas (castellano, catalán, portugués, vasco y árabe) y cinco reinos.
En el año 1468 subió al trono de Castilla la reina Isabel que, al año siguiente, se casó con el príncipe Fernando, hijo y heredero del reino de Aragón. La posteridad recordaría a estos dos monarcas con el nombre de Reyes Católicos. Con su matrimonio se pro¬dujo la unidad de la mayor parte de la península ibérica. Sin embargo, por el momento sólo se produjo una unión personal ya que Castilla y Aragón conserva¬ron cada uno sus propias leyes e instituciones.
Los Reyes Católicos lograron dominar a la noble¬za rebelde y obtuvieron el apoyo de las ciudades, unidas en la Santa Hermandad, cuyas milicias se en-cargaron de mantener la paz y el orden.
Con el fin de robustecer la unidad religiosa, los Reyes Católicos establecieron en todos sus reinos la Inquisición o Santo Oficio y decretaron la expulsión de los judíos y mudéjares que se negaron a bautizarse y tomar la fe cristiana.
El fortalecimiento del poder interno permitió a los Reyes Católicos realizar una vigorosa política externa. Pudieron poner fin a la secular lucha de la Reconquis¬ta. En el año 1492 lograron conquistar el reino moro de Granada que fue incorporado a Castilla. Navarra que¬dó unida en 1515 a Aragón. Luego los Reyes Católicos extendieron su dominio aún más allá de la península. Esta expansión se desarrolló en una triple dirección: hacia Sicilia e Italia, hacia el norte de Africa y, a través del Atlántico, hacia las tierras americanas descubiertas por Colón.
El apogeo de España bajo Carlos v y FelipeII: Los Reyes Católicos casaron a su hija Juana, conocida bajo el nombre de Juana la Loca, con Felipe el Hermoso de la familia de los Habsburgo de Austria. El hijo mayor de este matrimonio, Carlos; recibió en herencia los dominios de Austria, los Países Bajos, Sicilia, Nápoles, España y las posesiones americanas. Además fue elegido en 1519 emperador del Imperio alemán. Con razón se pudo decir que su imperio era tan grande que "en sus territorios jamás se ponía el sol".
Carlos V fue el último gran representante y defensor de la idea imperial. Durante todo su gobierno luchó por restaurar el poder del Imperio con el fin de unir efectivamente sus territorios dispersos y establecer un orden de paz y justicia en la cristiandad. Pudo disponer de las grandes riquezas que le llegaban del Nuevo Mundo a raíz de las conquistas de Cortés y Pizarro. Sin embargo, el emperador comprendió que la conquista de América no debía ser una mera empresa económica. Tuvo especial cuidado de que la organización del poder español en Indias se basase en leyes justas y de que se propagase la fe cristiana.
En Europa se vio frente a la oposición del rey de Francia contra el cual libró numerosas guerras, y debió enfrentar los movimientos protestantes. Carlos V era un católico décidido que consideró como su primer deber luchar contra la herejía. Sin embargo, no pudo impedir que se consumara la ruptura religiosa y al final de su reinado tuvo que dar su aprobación a la paz religiosa de Augsburgo.
Cansado, después de un gobierno agobiador, Carlos V renunció al trono y se refugió en la soledad de San Yuste con el fin de prepararse para la muerte y hacer la paz con Dios.
Carlos V comprendió que era imposible mantener unido tan inmenso imperio. Por eso lo dividió dejando los territorios alemanes y el título imperial a su hermano Fernando, y los Países Bajos, Italia, España y América a su hijo Felipe. Felipe II pudo agregar a todas estas posesiones en 1580 todavía el reino de Portugal que por espacio de seis decenios permanecería unido a España. Por el momento, se había completado la unidad de la península.
Felipe II se esforzó por robustecer la unidad de la monarquía. Cerca de Madrid se hizo levantar la monumental construcción de El Escorial, a la vez palacio, convento y mausoleo. De las numerosas piezas el rey sólo ocupaba tres: una para trabajar, una para rezar y una para dormir. A través de una ventanilla en su dormitorio podía mirar directamente el Altar Mayor y el Santísimo en la Iglesia. Debajo del Altar se construyó una gran tumba subterránea donde el rey reunió los restos mortales de todos los miembros de su familia. Allí yacía también el sarcófago de Carlos V y allí serían sepultados él mismo y sus sucesores en el trono de España.
Felipe II abandonaba rara vez El Escorial. Desde su escritorio administraba su inmenso imperio. Personalmente revisaba los informes de sus virreyes, gobernadores, generales, embajadores y consejeros. La administración en la monarquía española ya no se basaba en las relaciones personales del régimen feudal, sino en un aparato burocrático. Los organismos más importantes de la administración eran los Consejos que poseían voz consultiva, reservándose el rey el derecho de la decisión: Consejos de Castilla, de Aragón y de Indias, de justicia, de Hacienda y de la Inquisición.
Felipe II, hombre de profunda fe religiosa, puso todo el poder de su monarquía al servicio de la contrarreforma católica. Conquistó su más satisfactorio triunfo en la lucha contra los infieles al derrotar su escuadra bajo el mando de don Juan de Austria a los turcos en la batalla de Lepanto en 1571. Prestó todo su apoyo a los católicos en Alemania y Francia y trató por todos los medios de reprimir el levantamiento de los protestantes en los Países Bajos. Envió la Invencible Armada contra Inglaterra con el fin de asestar un golpe decisivo a la monarquía inglesa que brindaba su apoyo a las fuerzas protestantes en todo el continente. Más de 130 barcos debían atacar la isla y preparar el camino a la invasión. Pero las tempestades y los barcos ingleses liquidaron a la Invencible Armada, de modo que España perdió el dominio del mar.
Las interminables guerras agotaron a España. La una vez floreciente industria de lana se arruinó. La Ilegada de las grandes cantidades de oro y plata de América produjo inflación y carestía. Felipe II, una vez el rey más rico de Europa, ya no estuvo en condiciones de cumplir con sus compromisos financieros. La mo¬narquía española quedó en bancarrota.
Mas, al mismo tiempo que en España aumentaban los problemas económicos y que empezaba a declinar el poder político, las artes y letras pasaron por su Siglo de oro. Hubo una plétora de grandes pintores como El Greco, Ribera, Murillo y Zurbarán y, ante todo, el genial Velázquez cuyos cuadros, como Las Lanzas, el Príncipe Baltasar o Las Meninas constituyen obras inmortales de la pintura universal. Simultáneamente Lope de Vega y Calderón de la Barca escribieron sus obras de teatro y Miguel de Cervantes relató las aven¬turas del caballero Don Quijote y de su escudero San¬cho Panza.

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Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.