29 de agosto de 2009

El siglo XX y la irrupción de la sociedad de masas


El siglo XX y la irrupción de la sociedad de masas

Unas de los rasgos distintivos del siglo XX que acompaña todo su desarrollo y que lo distingue con claridad del siglo XIX es la aparición y desarrollo de la sociedad de masas en remplazo de la sociedad elitista. La política, la economía, la producción cultural y los medios de comunicación estarán fuertemente determinados por este nuevo fenómeno. Los aspectos más característicos que alcanzará este fenómeno a lo largo del siglo XX tendrán sus primeras expresiones en la primera etapa correspondiente a la Primera Guerra Mundial y al período de entreguerras que le siguió.
4.1 La Guerra despertó a la masa

La Primera Guerra permitió crear las condiciones para que surgiera una sociedad de masas, pues significó el reclutamiento y la movilización de millones de hombres a los frentes de batalla y la integración de millones de mujeres a los puestos de trabajo que quedaron vacantes y a los nuevos puestos que se crearon para satisfacer las demandas en armas, municiones, ropas y alimentos de los combatientes.

• Los hombres: de combatientes a ciudadanos.
La gran mayoría de los millones de soldados que se incorporaron a los ejércitos de ambos bandos no eran militares profesionales sino civiles, por lo que fue necesario hacerles sentir que los intereses del Estado eran también los propios. Para eso, los estados exaltaron un nacionalismo agresivo y excluyente, que en nombre de un “espíritu patriótico” aspiraba a lograr la identificación plena de los habitantes con la patria en que vivían y por la cual luchaban. Es así que después de que millones de personas fueron arrastradas a una contienda ofreciendo todo por la patria y el Estado, incluidas sus vidas, no podía esperarse que en tiempos de paz aceptasen ser ignoradas a la hora de gobernar. Si a esto sumamos la profunda crisis que generó la guerra en la estructura social, y el desprestigio en que cayeron las elites y el mundo de valores que ellas representaban, es posible entender cómo las demandas por participación política se expandieron en el mundo occidental una vez finalizado el conflicto y cómo fue naciendo una nueva relación entre caudillos y masas, entre el pueblo que exigía y el jefe que concedía; relación que vino a llenar el vacío dejado por las antiguas elites en retirada.

• Las mujeres: de la fábrica a la lucha por los derechos.
A partir del estallido de la guerra, la participación de las mujeres en la esfera laboral se masificó, ya que debieron ocupar los lugares de trabajo reservados hasta ese momento a los hombres, en el campo, las fábricas, el comercio, el transporte de pasajeros y las oficinas. La participación femenina en el trabajo industrial en Alemania, por ejemplo, subió del 22% en 1913 al 35% en 1918. El proceso social que se abrió de allí en adelante contribuyó significativamente a la emancipación de la mujer, que adquirió no solo independencia económica, sino también mayor libertad de movimiento, fuera de los límites del hogar.

La importancia que adquiere el trabajo femenino en la economía a partir de ese momento, así como el mayor acceso a la educación, contribuyeron al reconocimiento de los derechos políticos y civiles por los que las mujeres venían luchando desde el siglo XIX, y aún desde la Revolución Francesa. Antes del término de la Segunda Guerra Mundial en los países comunistas, en los Estados Unidos y casi la totalidad de los países europeos se había reconocido la igualdad de derechos políticos y civiles a las mujeres, a excepción de Suiza y Portugal que reconocen el derecho a voto femenino en la década de los setenta y el pequeño estado de Liechtentein que lo hace en la década de los ochenta. Este proceso se extenderá también a América Latina después de la Segunda Guerra.

Desde mediados de siglo XX, ingresaron muchas mujeres a la educación media y universitaria, lo que permitió su acceso a trabajos profesionales monopolizados hasta entonces por los hombres. Desde entonces comenzaron a competir con ellos en el mercado laboral profesional y encabezaron luchas para combatir las discriminaciones legales y salariales que las afectaban. El control de la natalidad en los países desarrollados fue otro factor que facilitó la incorporación de la mujer al trabajo fuera de la casa. Todos estos elementos, contribuyeron a modificar las relaciones entre hombres y mujeres, rompiendo con pautas tradicionales y poniendo en cuestión el predominio económico, social, político y cultural de los hombres, haciendo de la mujer una importante protagonista de la sociedad de masas. En los años sesenta, en todos los lugares del mundo en donde se celebraban elecciones, las mujeres habían obtenido el sufragio, excepto en algunos países islámicos y los países europeos mencionados.


4.2 Política de masas

La participación política masiva es un proceso histórico propio del siglo XX, engendrado bajo el fuego de la Primera Guerra y parte fundamental de lo que se define como una sociedad de masas. Después de la Primera Guerra, los partidos políticos que representaban a la elite fueron derrotados progresivamente en el mundo occidental por partidos que se definieron como “de masas”, es decir, que aspiraban a representar a sectores mayoritarios, que hasta entonces habían sido excluidos de las decisiones y que podían ser identificados como la nación, los trabajadores, el pueblo o el proletariado. La sobrevivencia de los partidos políticos de la elite dependió de su capacidad para captar los intereses y necesidades de “la masa” y de readecuar su discurso y práctica a las nuevas condiciones del siglo XX.

Las principales muestras de la masificación de la política en el siglo XX fueron las votaciones para elegir representantes y las concentraciones para manifestar rechazo o apoyo a determinadas medidas o causas. Estos procesos alcanzaron sus expresiones máximas en las décadas de 1960 y 1970, y una de las causas fue el pacifismo que se oponía, paradójicamente, a los acontecimientos que algunas décadas antes habían permitido abrir espacios de participación.

En la última etapa del siglo XX, se ha sufrido una involución en este sentido y la característica general en muchos países que experimentaron la ebullición por participar políticamente, es la apatía y el escepticismo ante las verdaderas ventajas y logros que ofrece dicha posibilidad.



4.3 Los medios de comunicación: cultura y poder

A fines del siglo XIX ya se había inventado el cine, y en los inicios del nuevo siglo, la radio. Estos inventos se sumaban al periódico que tenía una forma similar a la actual desde el siglo XVII. Eran los primeros medios de comunicación, llamados más tarde de masas, y fueron los que dominaron la sociedad después de la Primera Guerra Mundial y durante el primer período del siglo XX corto (1914-1945). En los períodos siguientes, el desarrollo tecnológico fue aportando otros: la televisión en la Guerra Fría (1945-1989) e Internet en el período post Guerra Fría. Sin embargo, fue durante las primeras décadas del siglo XX que su uso se masificó, adquiriendo dos de las funciones sociales que caracterizan su desarrollo a través de todo el siglo: la de difusión de expresiones culturales clásicas, herederas de la culura elitista de los siglos anteriores, y las nuevas creadas por la cultura popular, y la de ser poderosos instrumentos de propaganda y publicidad.

• Cultura para todos.
En el arte se expresó también el mismo fenómeno: el siglo XX fue el siglo de la gente común. Disfrutar de los espectáculos de música, ópera, ballet y teatro había sido durante el siglo XIX privilegio de la burguesía y expresión de la cultura que representaba. Incluso las manifestaciones vanguardistas de fines del siglo XIX que criticaban a la sociedad burguesa eran creadas y conocidas por una elite. No fue sino con la expansión de los medios de comunicación que el arte comenzó a ser producido por y para la gente común. La tecnología y la industria fueron los cauces que encontró el arte popular para expresarse, a través de la prensa, la cámara, el cine, el disco y la radio. Nacía entonces lo que el filósofo alemán Theodor Adorno llamó, críticamente, “industria cultural”, es decir, bienes culturales destinados al entretenimiento, que son de circulación masiva, económicamente accesibles y también rentables. Si bien los objetivos de la industria cultural fueron más comerciales que artísticos, la cultura de masas produjo obras memorables, sobre todo en el cine.

La radio transformó la vida de los pobres y especialmente la de las dueñas de casa pobres; con sus transmisiones el mundo entraba en sus hogares y ponía a su alcance todo lo que se podía decir, cantar o expresar por medio del sonido. Los noticiarios, los reportajes, las entrevistas, los radioteatros, fueron creaciones culturales que surgieron con la radio, la mayoría de ellas aún vigentes. También puso a disposición de las masas la misma información, vinculando de esa forma a personas muy distintas. Pero el mayor aporte fue la difusión de la música, característica que conserva hasta hoy. Una serie de expresiones locales como el tango argentino, la zamba brasileña o el jazz afroamericano se expandieron y desarrollaron junto con la radio.

Dos elementos incorporados a los periódicos permitieron que la gente común y corriente fuera integrada como protagonista a la prensa y se sintiera reflejada en ella: el reportaje y la fotografía. El primero alcanzó en los años veinte la condición de un género aceptado de la literatura, con un contenido casi exclusivamente de crítica social. Importantes escritores, como Ernest Hemingway, no solo se inspiraban en la vida real para su producción literaria, sino que escribían reportajes en los periódicos. Por su parte, el triunfo del periodismo gráfico se basó en la creencia ilusoria de que la “cámara no miente”, y en la tendencia iniciada entonces de ver y comprender el mundo a través de las imágenes.

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Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.