31 de agosto de 2009

Los movimientos liberales y nacionales (Guia simplificada)


MOVIMIENTOS LIBERALES Y NACIONALES


RESTAURACION Y REVOLUCION


Tendencias conservadoras: Después de los dramáticos acontecimientos que habían conmovido a Europa en los días de la Revolución Francesa y de Napoleón, se apoderó de los pueblos un general anhelo de paz y tranquilidad. Los hombres se sintieron hastiados de la guerra y de la política y quisieron disfrutar de los inocentes placeres de la vida privada. Los vecinos que se reunían en el café o la taberna ya no hablaban de los grandes acontecimientos políticos en el país y en el mundo, sino del trabajo, del hogar y del barrio. En los círculos intelectuales se discutía de arquitectura, poesía y música.
En oposición al racionalismo y al clasicismo del siglo XVIII se desarrolló el Romanticismo que destacaba el valor del sentimiento y de la intuición, que elogiaba la belleza de las tradiciones nacionales y de las canciones y poesías populares y que descubrió la riqueza y fascinación del mundo medieval con sus grandiosas catedrales góticas, sus virtudes caballerescas y su armónica ordenación de las jerarquías sociales. Renació un poderoso sentimiento religioso que se tradujo en una ferviente devoción popular, que hizo nacer numerosas congregaciones religiosas y que confirió nuevo poder a la Iglesia y sus ministros. Surgió un nuevo pensamiento histórico que comprendió la historia como un proceso orgánico y evolutivo y que señalaba que todo cambio debía estar enraizado en la tradición. Surgió un pensamiento político conservador que veía en las naciones los sujetos de la historia, que enseñaba que cada nación debía conservar su individualidad histórica, que quería mantener las jerarquías sociales tradicionales y que comprendía la monarquía de origen divino como la única organización política capaz de mantener la paz, el orden y la justicia.
Por iniciativa del zar Alejándro I, formaron los monarcas de Rusia, Austria y Prusia en 1815 la "Santa Alianza" a la cual adhirieron pronto casi todos los soberanos europeos. Según las intenciones del Zar, la Santa Alianza debía basar la política en el mandamiento del amor, reconociendo como verdadero soberano de los pueblos a jesucristo. Los príncipes debían considerarse como representantes de la Providencia para gobernar a sus pueblos con amor paternal y manejar las relaciones internacionales con amor fraternal. En las hábiles manos del príncipe Metternich, canciller de Austria, la Santa Alianza se convirtió en un instrumento político para afirmar el orden creado por el Congreso de Viena, mantener el equilibrio europeo y reprimir todo intento reformista o revolucionario. Metternich estaba convencido de que sólo un fuerte poder monárquico podía mantener la unidad del imperio austro húngaro que estaba formado por tantas razas y nacionalidades diferentes. Metternich se convirtió en el principal representante del espíritu y de las tendencias de la época de la Restauración y logró dirigir durante largos años la política europea. Sin embargo, a la postre su política represiva fracasó y tuvo que franquear el paso a las fuerzas liberales y nacionales.
Las tendencias innovadoras: En oposición a la política reaccionaria de la Restauración renacieron las tendencias liberales. El liberalismo político se propuso limitar el poder del Estado y conquistar la máxima libertad para el individuo. Una constitución debía garantizar los derechos del hombre y del ciudadano, debía regir la igualdad ante la ley, el pueblo debía poder elegir libremente a sus representantes y debía establecerse la división de los poderes. Los liberales elogiaban la monarquía parlamentaria británica y la república democrática norteamericana y se inspiraban en los principios de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y de la Constitución de 1791 en Francia.
En los países que estaban políticamente divididos como Alemania, Italia y Polonia, los ideales liberales se combinaron con las esperanzas nacionales. Los patriotas vieron en los príncipes, no sólo los enemigos de la libertad, sino también el principal obstáculo para la unificación nacional. Había que unir a la nación, porque sólo el Estado nacional podía llevar a la nación a la grandeza y porque sólo una nación soberana podía garantizar lá libertad de sus ciudadanos.
Conjuntamente con las tendencias políticas renovadoras empezaron a actuar las nuevas tendencias económicas. La Revolución Industrial se extendió desde Gran Bretaña a Francia, Bélgica, Alemania y el norte de Italia. Continuó en forma cada vez más acelerada el crecimiento demográfico. Crecieron los centros urbanos e industriales. La invención de la locomotora a vapor en el año 1830 marcó el comienzo de una nueva época. Europa entró en un período de cambios revolucionarios.
Los movimientos liberales: Las ideas liberales prendieron ante todo entre la burguesía, los intelectuales y los estudiantes universitarios. Como los gobiernos tomaron severas medidas contra los liberales, éstos se agruparon en sociedades secretas, tramaron conspiraciones y complots y recurrieron a la violencia y los atentados. Las primeras revoluciones liberales pudieron ser reprimidas por las fuerzas combinadas de los monarcas unidos en la Santa Alianza.
1) Levantamientos liberales en España e Italia: En el año 1812 las Cortes españolas reunidas en Cádiz habían proclamado una constitución que se basaba en el principio de la soberanía popular. El rey Fernando VII, al volver en el año 1814 del exilio en que lo había mantenido encerrado Napoleón, abolió la constitución de Cádiz y restableció el régimen absoluto. En el año 1820 se levantaron los liberales, exigieron la eliminación de los privilegios de la nobleza y la secularización de los bienes de la Iglesia y obligaron al monarca a restablecer la constitución. Mas el régimen liberal sólo se pudo mantener por un breve tiempo. Fernando VII obtuvo el apoyo de los demás monarcas europeos los cuales encomendaron al rey de Francia la misión de enviar un ejército a España para reprimir la revolución. En el año 1823 los "cien mil hijos de San Luis" cruzaron los Pirineos y restablecieron el absolutismo en España. De la misma manera, tropas austríacas reprimieron los movimientos revolucionarios que en el año 1821 se produjeron en Italia. En los Estados alemanes se estableció un rígido régimen policial y numerosos intelectuales fueron encarcelados por profesar ideas liberales. Sin embargo, las medidas represivas no pudieron detener el avance de las nuevas ideas.
2) La emancipación de la América hispánica: En Centro y Sudamérica el movimiento emancipador que se había iniciado en el año 1810 pudo alcanzar un pleno triunfo. Como la lucha de los patriotas en América por la libertad y la independencia nacional contravenía los principios de la Santa Alianza, los monarcas europeos solidarizaron con el rey de España y consideraron la posibilidad de apoyarlo con fuerzas navales y militares para facilitarle la reconquista de las colonias. Mas Gran Bretaña apoyó las jóvenes Repúblicas que habían abierto sus puertos al comercio inglés. También el presidente de los Estados Unidos James Monroe se opuso terminantemente a una intervención europea y declaró en su mensaje al Congreso en el año 1823 que consideraría todo intento de las potencias europeas de extender su sistema a alguna parte del continente americano como una amenaza para la paz y la seguridad de los propios Estados Unidos. "América para los americanos". La actitud de Gran Bretaña y Estados Unidos hizo fracasar la acción solidaria de la Santa Alianza. España sola no dispuso de las fuerzas necesarias para reconquistar sus colonias. Con los triunfos del Libertador Simón Bolívar y del General Sucre en las batallas de Junín y Ayacucho en el año 1824 se consumó la emancipación de la América española.
3) La independencia de Grecia: En los mismos años iniciaron los griegos la lucha por su independencia contra el yugo turco. Metternich quiso apoyar al Sultán porque veía en éste al monarca legítimo cuya autoridad debía ser defendida contra la sedición. Mas la lucha de los griegos despertó un general entusiasmo en Europa. Los liberales, los patriotas, los amantes de la Antigüedad clásica, los cristianos de todas las confesiones se volvieron "helenófilos" y solidarizaron con la causa griega. El célebre poeta romántico Lord Byron y numerosos otros voluntarios se trasladaron a Grecia.
Rusia que quiso ampliar su influencia en los Balcanes y Gran Bretaña y Francia que quisieron ganar acceso al estrecho de los Dardanelos, empezaron a apoyar a los griegos rebeldes y se declararon en contra del Sultán. Una escuadra combinada de las tres potencias destruyó la flota turca en la batalla de Navarino en 1827. En el año 1829 se hizo la paz. Grecia obtuvo la independencia y se constituyó en monarquía. Había triunfado el principio de la autodeterminación nacional. Los intereses de poder habían roto la solidaridad de la Santa Alianza. La disputa sobre los Balcanes daría origen a una permanente rivalidad entre Austria y Rusia. Inglaterra y Rusia se disputarían el control sobre los estrechos. Turquía, "el hombre enfermo del Bósforo", se convertiría en un problema central de la política internacional del siglo XIX.
4) La revolución de julio en Francia y sus consecuencias en Europa (1830): Después de la caída de Napoleón I se había restaurado en Francia la monarquía de los Borbones. Luis XVIII quiso reconciliar la monarquía con la revolución y otorgó la Carta, una constitución según el modelo inglés. Sin embargo, su sucesor Carlos X no respetó la Carta y persiguió a los simpatizantes de la Revolución y de Napoleón. Se impuso el "Terror blancó”. Al restringir el derecho de sufragio y disolver la Cámara de Diputados, se produjeron manifestaciones de protesta. Grupos de estudiantes, burgueses y obreros marcharon por las calles de París, exhibieron la prohibida bandera tricolor y exigieron la proclamación de la república. Carlos X cedió a los pocos días y huyó a Inglaterra (julio 1830).
Mas los revolucionarios victoriosos no supieron aprovechar su triunfo. La alta burguesía liberal, temiendo que se pudiesen imponer las tendencias radicales, proclamó como rey al príncipe Luis Felipe de Orleans. Por sus costumbres sencillas el "Rey Burgués" se ganó en un comienzo las simpatías del pueblo. A menudo se le podía ver caminar por las calles de París como un simple ciudadano. Bajo Luis Felipe Francia se organizó como monarquía constitucional en que el Parlamento tenía amplios poderes. "El rey reina, pero no gobierna". En los Ministerios y el Parlamento los representantes de la burguesía empezaron a desplazar a los miembros de la aristocracia. En cambio, la pequeña burguesía y la población obrera siguieron marginados. Entre 32 millones de franceses sólo 190 mil obtuvieron el derecho a voto.
El triunfo de la Revolución en Francia tuvo profundas repercusiones en el resto de Europa. En el Reino de los Países Bajos la población católica de las provincias del sur que se sentía dominada por los calvinistas del norte, se levantó y exigió su independencia política. El Reino se dividió en los dos Estados independientes Bélgica y Holanda. En varios Estados alemanes se promulgaron constituciones y se organizaron Parlamentos. En los dos Estados alemanes más importantes, Prusia y Austria, se mantuvo aún el régimen absolutista, pero también allí los movimientos liberales intensificaron su acción. Los patriotas alemanes clamaron en forma cada vez más insistente por la creación de un Estado nacional alemán. Sin embargo, por el momento sólo se logró la unidad económica. Bajo la dirección de Prusia se constituyó en 1834 la Unión Aduanera Alemana a la cual adhirieron casi todos los Estados alemanes. Los polacos sometidos al dominio ruso se levantaron contra el zar Nicolás I, sin embargo ellos fueron vencidos después de desesperada resistencia por las tropas zaristas. En España, la reina María Cristina, que asumió la regencia después de la muerte de Fernando Vll (1833), otorgó en 1834 una constitución liberal, el Estatuto Real. Sin embargo, el desarrollo constitucional de España se vio perturbado por las sangrientas guerras carlistas.
La Revolución de Julio en Francia y los movimientos subsiguientes en el resto de Europa significaron un considerable ávance de las tendencias liberales y constitucionales. En los años siguientes se intensificaron los esfuerzos para hacer triunfar los nuevos principios en todo el continente.
5) Las revolucimes de 1848: El año 1848 marcó la culminación de la agitación revolucionaria en Europa.
En Suiza se produjo en 1847 un conflicto armado entre los cantones católicos y los cantones protestantes. Superada la crisis, se aprobó en 1848 una constitución en virtud de la cual los cantones se unieron en una Confederación. El poder legislativo quedó formado por dos Cámaras: el Consejo de los Estados, en que están representados los cantones, y el Consejo Nacional, compuesto de 200 miembros que representan a la nación. Las dos Cámaras forman la Asamblea Federal que elige a los 7 miembros del Consejo Federal que constituye el poder ejecutivo y que está encabezado por el Presidente de la Confederación. Con pocas modificaciones esta constitución se ha mantenido hasta la fecha.
En Francia la "Monarquía de Julio" no había podido echar raíces. El Rey Burgués había desilusionado a amplios sectores de la población. Los descontentos empezaron a exigir una reforma del derecho electoral. El gobierno prohibió las reuniones políticas y restringió la libertad electoral. El 21 de febrero de 1848 se levantaron las masas populares en París. El rey Luis Felipe huyó a Inglaterra. Francia se convirtió por segunda vez en República.
La revolución fue obra, principalmente, de grupos de la pequeña burguesía y de los obreros. El gobierno republicano, en respuesta a las exigencias del proletariado, reconoció el "derecho al trabajo" y organizó "talleres nacionales" para dar ocupación a los numerosos cesantes.
Mas pronto se produjeron divisiones y conflictos entre los dirigentes revolucionarios. Los grupos moderados entre la burguesía se opusieron a las reformas radicales. Los obreros recurrieron a las armas y se levantaron nuevamente. El gobierno movilizó las tropas que en sangrientas luchas callejeras reprimieron la primera revolución obrera en Europa.
Los excesos y abusos de la revolución llevaron a la mayor parte de la población francesa a la convicción de que sólo un hombre fuerte podía mantener la paz y el orden. Renació el recuerdo de Napoleón I, cuyos restos habían sido sepultados en el año 1840 en la capilla de los Inválidos en París. Desde entonces la tumba se había convertido en verdadero lugar de peregrinación para los bonapartistas.
Luis Napoleón, un sobrino del emperador, hombre ambicioso que soñaba con restaurar el imperio, supo conquistar la confianza de amplios sectores de la población. Con gran mayoría fue elegido en 1848 Presidente de la República. Cuatro años más tarde se hizo proclamar Emperador: Napoleón III, "emperador de los franceses, por la gracia de Dios y la voluntad del pueblo" (1852 1870).
Nuevamente la revolución en Francia había terminado en el gobierno personal de un Napoleón.
La revolución de febrero de 1848 en París hizo estallar violentos movimientos revolucionarios en toda la Europa central. La revolución pudo triunfar fácil¬mente en los Estados alemanes menores. Los prínci¬pes confirieron el gobierno a los dirigentes revolucionarios, prometieron reformas constitucionales y con¬sintieron en la convocación de una Asamblea Nacional Alemana. En el mes de marzo estalló la revolución en Viena y en Berlín. Metternich tuvo que huir de Austria donde había dirigido la política durante casi 40 años. Desde Viena la revolución se extendió sobre todo el imperio. Los húngaros encabezados por el político radical Kossuth, exigieron un gobierno propio. Los checos, rumanos, servios y croatas reivindicaron sus derechos nacionales. En Venecia y Lombardía triunfaron las tendencias separatistas. La monarquía de los Habsburgo quedó al borde de la desintegración. En Berlín se produjeron violentas luchas callejeras. El rey Federico Guillermo VI cedió finalmente, nombró un gabinete liberal y llamó a elecciones para una Asamblea Constituyente que debía dar a Prusia una constitución.
La revolución parecía haber triunfado en toda Alemania. Parecía haber llegado el momento de unir a todos los Estados alemanes en un solo Estado nacional. Por sufragio universal se eligieron los representantes de la Asamblea Nacional Alemana que se reunió en mayo de 1848 en Francfurt con el fin de elaborar una constitución para toda Alemania. La Asamblea formó un Poder Central provisorio que debía asumir el gobierno sobre todos los príncipes y territorios alemanes. Mas el gobierno provisorio carecía de todo poder real y la Asamblea perdió su tiempo en interminables debates. Los príncipes mientras tanto lograron reafirmar su autoridad. En Austria se produjo un cambio en el trono. El joven emperador Francisco José I (1848-1916) tomó enérgicas medidas. El ejército imperial reprimió violentamente los movimientos revolucionarios en Italia, Hungría y Bohemia y en la misma Austria. El gobierno otorgó una constitución que volvió a robustecer la autoridad del emperador. La revolución había fracasado. Pero se había salvado la unidad de la monarquía.
El rey de Prusia también pudo restablecer su autoridad. Con el respaldo del ejército el monarca pudo disolver la Asamblea Constituyente. Luego impuso a su país una constitución que satisfacía algunas exigencias liberales, como la libertad de prensa, la igualdad ante la ley y la creación de una representación popular, pero que en lo esencial reservaba todo el poder político a la Corona y que mantenía ciertos privilegios para la nobleza y las clases más acaudaladas.
El nuevo triunfo del poder monárquico y de las fuerzas conservadoras en los dos Estados más importantes significó al mismo tiempo un nuevo triunfo del particularismo sobre las tendencias de unidad nacional. La Asamblea Nacional Constituyente en Francfurt se disolvió sin haber podido establecer la unidad nacional. El movimiento liberal y nacional había sufrido en Alemania una nueva derrota. Sin embargo, los ideales de la libertad y unidad nacional siguieron siendo las fuerzas más poderosas de la vida política alemana y los patriotas no abandonaron la esperanza de poder unir algún día a todos los alemanes en una sola nación.

ALEMANIA E ITALIA CONQUISTAN SU UNIDAD NACIONAL

El triunfo de los rnovimientos nacionales en Europa central: Muy pronto después de los dramáticos acontecimientos del revolucionario año 1848 renacieron poderosamente las fuerzas nacionales. Napoleón III trató de incrementar la influencia de Francia en Europa y el mundo, fomentó la industrialización de su país, apovó los movimientos nacionales europeos, auspició la construcción del canal de Suez y, reanudando la política de expansión colonial que Francia había iniciado en 1830 en Argel, intervino en Siria e Indochina y patrocinó la espuria aventura del emperador Maximiliano en México.
El zar Nicolás I intentó desplazar a Turquía del Bósforo y de los Dardanelos, mas las fuerzas rusas fueron derrotadas por los ejércitos ingleses y franceses en la Guerra de Crimea (1854 1856). Después del fracaso de este intento de ampliar la influencia rusa en la Europa sudoriental, el zar Alejandro II (1855 1881) orientó la expansión rusa hacia los territorios asiáticos.
La República de los Estados Unidos de América quedó sumida en la peor crisis interna de su historia. El problema de los esclavos negros y los antagonismos entre los Estados del norte y del sur hicieron estallar una violenta guerra civil que puso en peligro la unidad y la existencia misma de la República. En la sangrienta Guerra de Secesión (1861 1865) el gobierno federal bajo Abraham Lincoln pudo salvar la unidad nacional. 4 millones de esclavos obtuvieron la libertad. Una vez superada la crisis, Estados Unidos continuó a ritmo acelerado su expansión por el continente norteamericano y empezó a extender su influencia sobre la América Central, el Caribe y el Pacífico.
También en Europa central renacieron los movimientos nacionales. Como las fuerzas populares habían fracasado, la iniciativa partió ahora de los gobiernos. El Conde Camilo de Cavour (1810 1861), primer ministro del reino de Piamonte, Saboya y Cerdeña, y el canciller de Prusia Otto von Bismark (1815 1898) se esforzaron por robustecer el poder económico, militar y político de sus Estados con el fin de asumir la dirección y establecer la unidad nacional aun mediante la guerra.
El principal obstáculo para la unificación italiana era Austria que estaba en posesión de Venecia y Lombardía y que prestaba su apoyo a los príncipes gobernantes italianos. Cavour comprendió que las fuerzas propias de Piamonte eran insuficientes y, mediante una hábil diplomacia, obtuvo el apoyo de Napoleón III quien estaba interesado en debilitar a Austria, el secular rival de Francia, y quien se proclamaba protector de los sagrados intereses de los pueblos oprimidos. En el año 1859 estalló la guerra durante la cual las fuerzas combinadas de los franceses e italianos triunfaron sobre las tropas austríacas en las batallas de Magenta y Solferino y las expulsaron de Lombardía. Napoleón, temiendo que la unificación italiana pudiese desembocar en un proceso incontrolable, prefirió no seguir adelante e hizo sorpresivamente la paz. Austria tuvo que renunciar a Lombardía, pero mantuvo Venecia. Mas los impulsos del proceso unificador ya no pudieron ser detenidos. El patriota italiano josé Garibaldi (1807 1882) emprendió al frente de un cuerpo de voluntarios su triunfal marcha por Sicilia y el sur de Italia. En todas partes se levantó el pueblo y destituyó a los príncipes. El rey Victor Manuel de Piamonte Cerdeña fue proclamado rey de Italia. En 1861 se reunió en Turin el primer Parlamento nacional italiano. Italia se organizó como monarquía constitucional. Sólo Venecia y los Estados Pontificios permanecieron por el momento al margen del nuevo Estado nacional. Recién en ocasión del triunfo de Prusia sobre Austria en el año 1866 Italia pudo anexar Venecia. A raíz de la guerra franco alemana en 1870 Napoleón retiró las tropas francesas que había puesto a disposición del Papa para la defensa de los Estados Pontificios. Ello fue aprovechado por el gobierno italiano para ocupar los territorios del Papa y convertir a Roma en capital de la monarquía.
La unificación alemana se realizó a través de un proceso más largo y difícil. Bismarck, el canciller de Prusia, comprendió que la unificación no podía lograrse por la vía diplomática. Austria no consentiría en que Prusia asumiera la dirección de los Estados alemanes y Francia se opondría a la formación de un Estado centralizado y poderoso en el corazón de Europa.
Prusia pudo liberar tres guerras victoriosas. Primero se alió con Austria en contra de Dinamarca (1864). Luego se dirigió contra Austria, contando en esta ocasión con el apoyo de Italia (1866). Como resultado de la derrota de Austria, Prusia obtuvo los ducados de Schleswig y Holstein y pudo unir a los Estados alemanes septentrionales en la Confederación Alemana del Norte. Finalmente Prusia, en unión con todos los demás Estados alemanes con la excepción de Austria, pudo triunfar sobre Francia (1870/71). El triunfo de las armas se vio coronado por el éxito político: Bismarck, aprovechando el entusiasmo patriótico suscitado por la victoria militar, logró que los príncipes consintieran en la creación del nuevo Imperio Alemán, bajo la dirección de Prusia. En el palacio de Versalles el rey prusiano Guillermo I fue proclamado emperador alemán (1871).
Europa hacia 1900: La formación de los dos nuevos Estados nacionales en el centro de Europa tuvo amplias repercusiones y alteró profundamente "el concierto de los Estados europeos". Austria emprendió después de su derrota una general reforma de su organización política y se constituyó en monarquía dual en que el monarca Francisco José I era simultáneamente emperador de Austria y rey de Hungría. Austria Hungría siguió siendo una de las grandes potencias europeas. Sin embargo, la monarquía plurinacional no pudo satisfacer las exigencias de libertad y autodeterminación de sus numerosas nacionalidades. A raíz de la I Guerra Mundial, que a la postre resultaría una prueba demasiado dura, el Imperio Austro Húngaro se desintegraría, dando origen a varios pequeños Estados nacionales.
En 1863 el pueblo polaco hizo un nuevo y desesperado intento de reconquistar su libertad y unidad, pero nuevamente el levantamiento fue aplastado violentamente por las tropas del Zar. La cuestión polaca seguiría siendo un problema permanente para el gobierno ruso. En general, el Imperio zarista no supo resolver los grandes problemas sociales y nacionales que surgieron dentro de sus extensas fronteras.
Al mismo tiempo se siguió acentuando la decadencia del Imperio turco. En los comienzos del siglo XIX los tres grandes Imperios de la Europa oriental presentaban estructuras políticas y sociales anacrónicas y marchaban hacia una profunda crisis que finalmente pondría fin a su existencia.
Como consecuencia de la derrota militar de 1870, cayó en Francia el Segundo Imperio de Napoleón III. Después de la terrible insurrección de la Comuna en París (1871) y después de varios años de incertidumbre política, se instituyó en 1875 la Tercera República, basada en un régimen parlamentario y en el sufragio universal. A pesar de que el régimen parlamentario dio origen a una permanente rotativa ministerial, la Tercera República se caracterizó por una gran estabilidad política y social. Florecieron el comercio y la industria, la burguesía alcanzó su apogeo, la sociedad de París disfrutaba de los placeres de la "belle époque", los pintores impresionistas crearon nuevas formas de expresión estética, el Estado volvió a seguir una vigorosa política externa.
Gran Bretaña afirmó su posición como primera potencia política, marítima y económica. Durante el largo gobierno de la reina Victoria los liberales y conservadores se alternaron en el poder pero ambos siguieron defendiendo el libre cambio y ambos continuaron engrandeciendo el Imperio Británico. Gradualmente nuevos sectores de la ciudadanía se incorporaron a la vida política. Como consecuencia de tres reformas del derecho electoral el número de ciudadanos con derecho a voto aumentó en el curso del siglo XIX de 5 a 60%. La monarquía parlamentaria británica gozaba de universal prestigio y era considerada por muchos como sistema político ejemplar. En Londres se concentraba la riqueza de todo el mundo y las actividades económicas internacionales quedaban determinadas por la Bolsa de Londres y el Banco de Inglaterra. Gran Bretaña concedió a sus colonias una autonomía cada vez más amplia y empezó a transformar su imperio colonial en la Comunidad Británica de Naciones.
Entre las seis principales naciones europeas se produjeron fuertes rivalidades. Gran Bretaña recelaba de la expansión colonial francesa, del rápido crecimiento del Imperio alemán y la intervención de Rusia en los Balcanes, Persia y China. Francia no perdonaba la derrota de 1871, temía el predominio de Alemania sobre el continente y deseaba recuperar Alsacia y Lorena. Alemania temía la revancha francesa y un entendimiento entre Francia y Rusia que la expondría a una guerra en dos frentes, envidiaba a Gran Bretaña su inmenso poder y se aprontaba para convertirse de potencia continental europea en potencia mundial. Italia deseaba incorporar a su territorio a la " Italia irredenta", los italianos que vivían allende las fronteras nacionales, y soñaba con extender su influencia sobre el Mediterráneo y crear un imperio colonial en Africa. Austria Hungría aspiraba a extender su dominio sobre los Balcanes, donde chocaba con el paneslavismo y la rivalidad rusa. Rusia se enfrentaba en su expansión con Gran Bretaña, Austria y el Japón.
El equilibrio europeo se tornó cada vez más precario. Los antagonismos entre las grandes potencias se tradujeron en una febril carrera armamentista. En medio de la "paz armada" Europa avanzaba hacia la guerra. Sin embargo, por un tiempo se pudo salvar aún la paz, ya que las grandes potencias, en vez de ahondar sus diferencias en Europa, prefirieron extender su dominio sobre el resto del mundo.

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Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.