29 de agosto de 2009

Historia de Chile, desde la prehistoria hasta la independencia.(Resumen)


Historia de Chile

1. PREHISTORIA DE CHILE

El Poblamiento Americano

Los primeros habitantes llegaron al continente Americano hace unos 25.000 años. Existen varias teorías o explicaciones sobre quienes pisaron por primera vez este continente, por donde llegaron, y cuando lo hicieron.

Estudios científicos han comprobado que el hombre (homo sapiens) no es originario de América, sino que arribó a este territorio por diversas rutas. Este hecho descartó la teoría del antropólogo argentino Florentino Ameghino, quien a comienzos del siglo XX planteó que el hombre americano era autóctono, y que había emergido desde las pampas argentinas (humunculus patagónicus).

La teoría más aceptada y con mayor apoyo en la antropología debido a los hallazgos arqueológicos, es la teoría del antropólogo norteamericano Alex Herdlicka, que sostiene el origen asiático-mongoloide de las poblaciones amerindias. Su hipótesis plantea que el hombre encontró un paso desde Sibería a América durante el último período glacial del cuaternario (era geológica), alrededor de 40.000 años atrás.

Este paso se formó debido a la acumulación de hielos continentales por la glaciación, que habría causado el descenso del mar en unos 120 mts., quedando al descubierto un puente terrestre en el Estrecho de Bering, en donde las semillas (por el viento), los animales y el hombre llegaron a América, ya que al quedar unidas temporalmente Asia y América, los grupos de cazadores asiáticos pasaron a América, siguiendo a grandes animales denominados megafauna y hoy extinguidos, como son mastodontes, ciervos, osos, bisontes, entre otros. Estos cazadores aprendieron a utililizar los recursos que tenían disponibles y a organizarse para conseguirlos. Cada una de las formas de organizarse y adaptarse al medio constituyó una cultura distinta. Fue así como en nuestro continente los primeros habitantes crearon una enorme variedad de culturas. El último período de oleadas migratorias se estima habría ocurrido hace 12.000 años atrás.

Entre las teorías más conocidas del Poblamiento Americano también se cuenta la Polinésica, postulada por el francés Paul Rivet, quien sostiene la hipótesis del traspaso de población de Oceanía a Sudamérica; y la Teoría Australiana, del portugués Mendes Correa, quién postuló la movilización de población en torno a los territorios de la Antártica hasta el cono sur americano.

Las bandas de cazadores-recolectores

Los primeros habitantes que llegaron a nuestro continente eran nómades y se alimentaban de los animales que cazaban y de los frutos que recolectaban, ya que aún no habían aprendido a cultivar la tierra ni sabían criar animales para aprovechar sus productos. Se movilizaban en pequeños grupos (tribus o bandas) tras los animales que se desplazaban de un lugar a otro en busca de alimentos. Estos grupos trashumantes, debido a su actividad se han denominado cazadores – recolectores, los cuáles durante muchos miles de años se desplazaron de un lugar a otro en busca de alimentos.
Hace unos 8.000 años atrás, se produjo un gran cambio climático y los grandes animales que cazaban se extinguieron, por lo que se vieron obligados a cambiar su forma de vida, adaptándose a las nuevas condiciones climáticas y a la caza de animales más pequeños. La recolección de frutos comenzó a ser más importante, lo que lentamente iría conduciendo a estos grupos de una vida nómade (desplazamiento constante de un lugar a otro) a una vida sedentaria (establecidos en un lugar en forma permanente).
Los cazadores-recolectores se organizaban en grupos o bandas nómades que viven de la caza de animales y de la recolección de frutos silvestres o de la pesca. Una vez que aprenden a vivir de la agricultura, estos grupos se vuelven paulatinamente sedentarios.

El Paleoindio y los sitios arqueológicos más antiguos de Chile

El primer período de ocupación humana del territorio actualmente chileno se denomina Paleoindio. Entre los sitios de este se encuentran el de la antigua laguna de San Vicente de Tagua Tagua, VI región, antiguo lugar de caza de mastodontes. También esta el sitio de Quebrada Quereo, el sur de Los Vilos en la IV región, que es un sitio de similar uso. Entre los sitios paleoindios más importantes esta Monte Verde, ubicado a las orillas del arroyo Chinchihuapi, en la X región. Este se descubrió en 1977 y consiste en un campamento de un grupo de cazadores-recolectores de finales de la era glacial, unos 11.000 años a.C. Se descubrieron instrumentos de piedra y pilares de madera de una choza y de otra docena de estructuras domésticas, con techos de dos aguas, probablemente de ramas. También se han encontrado morteros de piedra, tres hornos de cerámica y restos de algas marinas y plantas medicinales. La fauna local asociada se compuso de guanacos y de una variedad sudamericana de mastodonte.

Los primeros cultivadores

Hace unos 6.000 años se comienza el cultivo del poroto, el maíz y las papas para la alimentación, además de la calabaza y algodón para la fabricación de vasijas y telas. Más tarde lograron domesticar algunos animales, como el pavo en América Central y las llamas y alpacas en la zona de los Andes que hoy ocupa Perú.

Gracias al cultivo de frutos y a la crianza de animales, fue posible alimentar a un mayor número de personas, por lo que la población aumentó. Además, no todos debían dedicarse a la producción de alimentos, pues lo que producían algunos alcanzaba para muchos, de modo que permitió que otros se dedicaran a tareas diferentes, como la producción de productos artesanales, tales como: telas, vasijas de greda, canastos y otros.

La especialización permitió que aumentaran cada vez más sus conocimientos y que mejoraran sus técnicas. El aumento de la producción trajo consigo un nuevo crecimiento en la población, estableciendo la necesidad de crear nuevas formas de organización.


Antiguas civilizaciones de América

Hace unos 2.000 años, ya se habían establecido en América una gran cantidad de pueblos en forma permanente, siempre en torno a la construcción de centros ceremoniales, dando origen a las altas culturas americanas. Muchas de ellas fueron las culturas madres de las grandes civilizaciones que se encontraron los españoles, ya que de ellas surgieron las soluciones tecnológicas que les ayudaron a acrecentar la producción de alimentos, a conservarlos, intercambiar, construir ciudades y templos; organizar a la población e incluso la religión. Estas grandes civilizaciones fueron los Mayas, Aztecas e Incas, de quienes heredamos un gran patrimonio cultural.

Los habitantes de Chile Prehispánico

No sabemos cómo sus habitantes prehispánicos habrían llamado a estas tierras, pero los Incas le llamaron Chili (que en quechua significa “confin”), y de allí tomaron el nombre los españoles. Estos pueblos de Chili no construyeron grandes ciudades ni tuvieron reyes poderosos y no acumulaban grandes riquezas minerales ni construían grandes templos, a diferencia de las Altas Culturas americanas.

Los pueblos de Chile antes de Chile

El panorama etnológico se conforma con los pueblos prehispánicos conocidos hacia 1536, con la llegada de los primeros españoles al territorio. Estos tenían diferencias culturales y de adaptación muy diversas dependiendo de los espacios eco-geográficos del territorio que habitaran desde Arica y el desierto Tarapaqueño hasta la Isla de Tierra del Fuego. En algunos casos habían grupos étnicos diversos unos de otros, como Aymarás y Atacameños y en otros casos correspondían a pueblos de una sola unidad étnica con importantes diferencias regionales-culturales. Entre los más destacados encontramos:

Los habitantes del Norte Grande

En el norte desértico se asentaron y desarrollaron varios pueblos, aprovechando los valles con agua dulce, los oasis y la costa. Gran parte de este territorio fue sometido por Tupac Inca Yupanqui, incorporándose al Tawantinsuyu-Collasuyo o territorios del surandino hacia el 1470 d. C.

Los pueblos de Arica

Los grupos aldeanos que habitaban la costa y los valles nortinos, desarrollaron una agricultura basada en el cultivo de maíz, complementándola con la pesca y con la crianza de llamas. No obstante que estos pueblos pertenecían a una profunda y antigua tradición local, recibieron una fuerte influencia de los grupos aymaras altiplánicos, por lo que es posible que hablaran aymará. La gente de los pueblos de Arica se organizaban en torno a un jefe o señor, al que reconocían como su representante, y que dominaba por su prestigio más que por el poder real que podía ejercer sobre su comunidad. Este señor se vinculaba con los señores de los pueblos altiplánicos, para intercambiar sus productos agrícolas (maíz, coca y pescado seco) por papas, lana y animales, además de dar tributos. Hacia el año 1470 d. de C., el Imperio Inca conquistó a estos pueblos, enseñándoles el quechua y técnicas para intensificar su producción agrícola.

Los changos

En la costa nortina habitaban otros grupos, organizados de otra forma. Eran cazadores-recolectores costeros que dependían de los productos que extraían del mar, a través de la pesca, la recolección de mariscos y la caza de algunos mamíferos marinos. De ellos aprovechaban su carne para alimentarse, sus huesos para hacer herramientas, y sus cueros, para construir balsas, que les permitían adentrarse en el mar y navegar por la costa, intercambiando algas y pescado seco, con los pueblos agrícolas asentados en esas regiones. Al parecer, los changos formaban bandas, es decir, grupos familiares extensos, como de 20 a 50 personas, y llevaban una vida más bien nómade (no se asentaban en un lugar).

Los atacameños, habitantes de oasis y quebradas

Se asentaron en los oasis del salar de Atacama, aprovechando sus fuentes de agua para cultivar maíz y papas, y darle agua a sus ganados de llamas y alpacas. Estos se organizaron en ayllus, donde su jefe contaba con un gran prestigio que traspasaba las fronteras de sus oasis. Sus territorios no permitían mantener a una gran población, por lo que era bastante común el intercambio con otros pueblos, e incluso la migración a otras regiones para desarrollar actividades agrícolas o pastoriles. Su idioma era el kunza, no obstante conocer el aymará y el quechua, debido a la conquista e influencia incaica.

Habitantes del Norte Verde: Los Diaguitas

Habitaron el norte chico o desierto semiárido, siendo agricultores y pastores. Vivían en sociedades organizadas en torno a dos señores: uno que controlaba la parte alta del valle y el otro el sector de la desembocadura. No se sabe con exactitud cuál era el idioma que hablaban, pero los relatos de los primeros españoles que atravesaron los territorios habitados por los diaguitas cuentan que era un idioma propio, que no se parecía ni al quechua ni al aymará. A ese idioma los historiadores le llamaron ka-kán.

La presencia incaica se hizo sentir con fuerza entre los diaguitas, incorporando el sistema de cultivo en terrazas y posiblemente parte de la religión de los incas, puesto que incluso alteraron su forma de hacer y decorar sus vasijas de greda.

Los diaguitas destacaron por ser hábiles artesanos, incluso se cuenta que algunos de ellos fueron llevados al Cuzco para confeccionar junto a otros especialistas las vasijas del Imperio, y otros fueron llevados más al sur, para apoyar la labor de conquista de los Incas. Su artesanía más distintiva fue un jarro modelado en forma de pato, decorado de distintas maneras con franjas escalonadas de colores negro y rojo. Foto jarro pato.

Los habitantes de la zona centro-sur de Chile: las etnias Mapuches

En la zona central y sur de Chile, habitaban varios grupos o pequeñas tribus, teniendo todos ellos en común su lengua, el mapudungun, por lo que se les ha considerado un solo y gran pueblo, pero de hecho no es así. Podemos distinguir al menos tres grupos, que no presentan grandes diferencias en sus modos de vida, no obstante, sí las presentaron en su relación con los pueblos de más al norte y con los españoles. Estos grupos, ubicados de norte a sur, fueron:

Los Picunches

Habitaron el territorio central de Chile, desde el río Choapa hasta el río Cachapoal (VI región). Fueron agricultores, cultivando zapallo, poroto y maíz, aunque dedicaban parte de su tiempo a la recolección de frutos y semillas silvestres. No poseían una cultura guerrera. Enterraban a sus difuntos acompañados de alimentos y vasijas, en tumbas sobre las cuales acumulaban tierra en forma de un túmulo, conocidos como ancuviñas. Se presume que sus viviendas eran ligeras, a modo de un ramal o rancho, en torno al cual se ubicaba el metate o piedra para moler semillas. Se movilizaban a lo ancho de todo su territorio, pudiendo recolectar en el litoral y cazar guanacos en la cordillera.
Algunos nombres de caciques picunches han perdurado como topónimos a través del tiempo para asignar nombres a lugares, tales como Vitacura, Quilicura, Apoquindo y Macul.

Los Mapuches o Gente de la Tierra

Estos hablaban mapudungún, tal como hoy sus descendientes. Su nombre significa (mapu, tierra y che, gente). A la llegada de los españoles, la sociedad Mapuche se extendía desde el sur del río Itata hasta el río Toltén. Después del siglo XVI, los mapuches se ubicaron desde el río Biobío hacia el sur, incluyendo Chiloé. Su economía fue muy diversa, ocupando densos bosques que debieron talar y quemar para cultivar (técnica llamada cultivo de roza), y también habitaron las riberas de lagos y del litoral donde utilizaron los recursos del mar. Vivían en habitaciones denominadas rucas, hechas por una estructura de palos y una cubierta de paja, de forma circular. Sus cultivos fueron el maíz, la papa y una diversa variedad de productos. También cazaban fauna menor como aves, roedores y mamíferos como el guanaco.

La sociedad mapuche es considerada una sociedad segmentada, ya que nunca estuvo unida bajo un Estado, por estar dividida en grupos de familias o linajes. Su carácter era guerrero, ya que el hombre recibía una educación para la guerra; mientras la mujer era quién sostenía la economía, realizando las tareas agrícolas, recolectando frutos y semillas silvestres, administrando la casa, tejiendo, elaborando los alimentos y cuidando de los niños. No obstante, la sociedad mapuche se integraba por “hombres iguales”, que en tiempos de guerra elegían a un toki o jefe militar; y en los tiempos de paz elegían al ulmen o lonko (cacique).

Magia y ritos de curación

Los mapuches eran conocedores de una gran variedad de plantas medicinales, las que eran utilizadas por la curandera o machi, que curaba mediante la ceremonia del machitún. El árbol sagrado es el canelo, y se utilizaba en importantes ceremonias. Una de las más significativas es el nguillatún, ceremonia de rogativa que realiza una comunidad mapuche para pedir algún beneficio como lluvias, el fin de una plaga, o solicitar buenas cosechas. La machi utilizaba en sus ceremonias un tronco de árbol tallado llamado rehue, como altar y representación del árbol sagrado.

Los mapuches creían, y creen, en un dios cósmico del bien y padre divino, llamado Ngenechen, y en el Wekufu, un espíritu maligno. Ambos son opositores, pero también se complementan, formando para los mapuches un mundo de bien y mal en el que debían recurrir a fuerzas mágicas para alejar los males.

Los Huilliches o Gente del sur

Habitaban desde el río Toltén al Seno de Reloncaví, y poseían una tradición guerrera compartida por los mapuches. De igual forma hablaban mapudungún, y su organización social era más bien tribal, o sea, de familias extensas o grupos de familias unidas por un ancestro común.

También eran agricultores, aunque su habitación en las proximidades de los lagos del sur les permitió desarrollar una tradición de pescadores ribereños. Cultivaban maíz, papa y calabaza, y recolectaban semillas silvestres. Además cazaban guanaco, pudú, roedores y aves silvestres. El grupo de los Pehuenches o “Gente del pehuén” comparte gran parte de estos rasgos, aunque habitaban, como hoy, las alturas cordilleranas de la Araucanía. Su economía se basó en la explotación de la semilla piñón, del árbol de la araucaria, utilizándola para la elaboración de harina y chicha.

Chile sur austral: habitantes de las costas y la pampa

Los Chonos

Fueron los habitantes del mar interior de Chiloé, entre las Islas Guaitecas y la Península de Taitao, Golfo de Penas e Isla Guayanecos. Habitaron fiordos y canales, y su número no habría ascendido a más de 1.000 a la llegada de los españoles. Se desplazaban en sus canoas, llamada dalca, pescando, cazando lobos y recolectando mariscos. Su vivienda era su canoa, aunque en contadas oportunidades acampaban en islas y en el litoral, donde construían chozas para protegerse. Sus mujeres pescaban y recolectaban moluscos mediante el buceo, y los hombres se dedicaban al cuidado de la embarcación.

Kaweshkar o Alacalufes (denominación españoles)

Su forma de vida era nómade, siendo cazadores y recolectores del mar. Conformaban pequeños grupos familiares. Habitaron desde el Golfo de Penas hasta el Estrecho de Magallanes, movilizándose entre canales e islotes. En la época invernal, debido a las tormentas, habitaban en tierra, en chozas que llamaban wigam. Los hombres pescaban y las mujeres maniobraban las canoas. Sus herramientas de caza se componían de utensilios de pesca, arpón y dardos, fabricados generalmente de hueso de ballena. Los Kaweshkar creían en un dios bueno llamado Arka-ker-cís, y en uno malo llamado Ayayema, habitante de los pantanos. Uno de sus aspectos más significativos era el aprecio a su comunidad y a la vida familiar, que se desarrollaba principalmente en el interior de la canoa.
Yámanas o Yaganes

Conocidos como los “nómades del mar”, ya que habitaban en sus embarcaciones más tiempo que en la tierra firme. Ellos se denominaban “hombres”, y fueron los habitantes de las islas del sur de Tierra del Fuego, por lo que fueron los habitantes más australes del mundo. Vivían de la caza y la pesca en un territorio marino habitado por ballenas, delfines, focas, lobos y elefantes marinos, además de aves. Eran hábiles cazadores, adaptados a uno de los climas más rigurosos del mundo, por la furia del mar y los intensos fríos y vientos. Entre sus herramientas se cuentan arpones, lanzas, dardos y hondas. La sociedad Yámana se organizaba en torno a la familia, y creían en un dios bueno llamado Wataiunewa, y en un espíritu del mal denominado Cuspi.

Cada uno de estos pueblos de tradición marítima, desarrolló un complejo sistema de ritos y creencias, y poseían ricos dialectos. Su estilo de vida fue marítimo, ya que rara vez construían hogares en tierra firme, por lo que la familia pasaba la mayor parte de su vida en una canoa, con fogones permanentemente encendidos en su interior. Después de la llegada de los españoles y en el transcurso de los siglos coloniales, sus contactos con las embarcaciones de diversas naciones que cruzaban por las tierras australes, dejó en sus comunidades enfermedades que afectaron y diezmaron sus poblaciones.

Selknam u Onas

Habitaron Tierra del Fuego, en las proximidades del Estrecho de Magallanes. Su estilo de vida fue nómade-terrestre, no teniendo embarcaciones. Vivían de la caza de guanacos, zorros, aves, y otros animales pequeños; confeccionaron herramientas de caza como arcos y flechas, lanzas y redes. Construían sus viviendas en forma cónica de tres palos sobre las que colocaban pieles de guanacos. Para protegerse del frío, usaban capas de piel y cubrían sus pies con pieles. Mantenían sus fogatas encendidas por los fríos australes. El centro de su sociedad era la familia, donde el padre podía tener más de una mujer si es que podía sustentarla a ella y a sus futuros hijos. Poseían una autoridad que daba soluciones justas frente a problemas que surgieran dentro de la comunidad, al que llamaban kémal. Creían en un dios único, creador del mundo, al que llamaban Timaukel, además de espíritus malignos como el Kaspei.

Los Selknam tenían complejos rituales en los que recreaban a sus dioses en sus andanzas por el mundo. No solo se disfrazaban de ellos con complejos atuendos, también pintaban su piel de diversos y bellos motivos, especialmente en la ceremonia del kloketen o iniciación de los jóvenes en hombres. En esas ceremonias, los hombres se disfrazaban de temibles dioses para asustar a sus mujeres.

Estos pueblos que habitaban el sur de Chile no fueron encontrados por los españoles, pero fueron reconocidos por viajeros europeos y posteriormente por los chilenos que recorrían las tierras australes.

En 1520, en el primer intento de circunnavegar el mundo, Hernando de Magallanes observó varias fogatas en su paso por el estrecho, por lo que llamó al territorio Tierra del Fuego. Lo que Magallanes había visto eran las fogatas de los Selknam u Onas, habitantes de la gran isla.

Grupos indígenas actuales: las minorías étnicas

Hoy existen miles de descendientes de los antiguos habitantes prehispánicos de Chile. Han conservado aspectos de su cultura y su lengua, aunque también han recibido influencias de la cultura occidental, así como nosotros recibimos una rica herencia del pasado prehistórico. Son las llamadas minorías étnicas, que han conservado el derecho a preservar su cultura y a difundirla a sus hijos. Ellos, al igual que nosotros, son parte de las tradiciones y del patrimonio cultural de nuestro país; por cuanto debemos conocer, respetar y valorar su cultura.

Aymarás

Habitan actualmente en los oasis y quebradas andinas. Son descendientes de los antiguos pueblos y reinos altiplánicos, siendo poseedores de una rica agricultura y ganadería que fue aprovechada por el Tawantinsuyo. Son agricultores y ganaderos, e interactúan con los mercados de Arica, Iquique y Antofagasta, distribuyendo sus productos. Sus tradiciones religiosas son ricas y complejas, mezclándose en ellas tradiciones de su pasado prehispánico y su presente cristiano. Organizan bailes y ceremonias para adorar a la madre tierra o Pacha Mama, y practican el recuerdo y culto de sus ancestros. Como agricultores sus principales problemas son la escasez del agua y la recuperación de tierras cultivables abandonadas por décadas.

Mapuches

Habitan la región de la Araucanía, principalmente en reducciones, territorios donde desarrollan la agricultura del trigo, maíz y papa. También poseen animales como caballos y vacas, aunque la producción de carne y leche es destinada al consumo familiar. En sus reducciones han conservado su cultura y tradiciones, y hasta la actualidad hacen presente a la sociedad chilena sus condición de agricultores pobres, heredada tras siglos de guerra contra los españoles y los chilenos.

Rapanuis

Comúnmente llamados pascuenses; son herederos de una compleja cultura que habito Isla de Pascua, procedentes desde la polinesia. La llamaron Te Pito O Te Henúa u “Ombligo del Mundo”. Aunque la población pascuense se dividía en dos grupos, poseían un jefe supremo llamado Ariki o rey ( Ariki Mau). Poseían tierras cultivables, agua dulce y productos agrícolas como taro, ñame, camote, caña de azúcar, calabazas y plátanos. También eran diestros pescadores. Construyeron grandes altares llamados Ahu, para sus ceremonias. Las grandes esculturas de piedra que tallaron los artesanos pascuenses, los Moais, son figuras representativas de sus ancestros, expresando en estas descomunales obras todo el poder sobrenatural que le atribuían a sus antepasados. Hoy sus descendientes son dignos representantes de su pasado, aunque aún hacen esfuerzos por sentirse integrados a un continente aún muy lejos de su isla Rapa Nui.

El Imperio del Sol: Los Incas

Los Incas dominaron desde Ecuador, Perú, Bolivia y noroeste argentino hasta el Valle Central de Chile, conformando un imperio muy poderoso que denominaron Tawantinsuyu, que en quechua, lengua oficial del imperio, significa “las cuatro partes”. Es una de las altas civilizaciones de América, la más importante de América del Sur.

Un imperio centralizado

La capital del imperio incaico fue el Cuzco, donde vivía el Inca o jefe del imperio. Allí se tomaban todas las decisiones para administrar los territorios que componían el Tawantinsuyo. El Inca decidía qué tierras quería poseer y para incorporarlas a su dominio utilizaba la persuasión o la conquista violenta, utilizando sus ejércitos. En los extensos dominios del Inca habitaban pueblos muy distintos entre sí, unidos por la cultura de los incas. En algunas regiones lograron imponer sus tradiciones, en otras fue resistida violentamente, como fue el caso de los mapuches.

El trabajo en el Imperio Inca

Cada familia o pequeña comunidad del área andina constituía un ayllu, grupo que compartía el trabajo del campo, como cultivar la tierra, la construcción de canales, cuidar los animales y criar a los niños pequeños. Cada ayllu, al ser dominado por el Inca, debía tributar en trabajo mediante turnos laborales, a través del sistema laboral de la mita.

La mita servía para la construcción de caminos, templos, tambos, canales de irrigación, terrazas para cultivar en cerros, etc. Había también una mita minera, donde los trabajadores explotaban minas de plata y oro; minerales que eran enviados al Cuzco. A cambio de esta obligación, el Inca proporcionaba a sus sometidos alimentos en tiempos de escasez, además de atención a enfermos y ancianos, y protección ante la posibilidad de invasiones de otros pueblos.

Los incas tuvieron una sociedad jerarquizada. El inca era la autoridad suprema, que provenía de una familia real o panaca, cuyos integrantes eran reconocidos por usar grandes orejeras de oro, por lo que los incas los llamaron “orejones”. Bajo el control del Inca se encontraba una extensa burocracia estatal, integrada por funcionarios que cumplían labores administrativas. Entre estos se cuentan el tocricuc o gobernador regional, michic o ayudante de gobernador, tucuyricuc o inspector que viajaba por el imperio, quipucamayoc dedicado de manejar las cuentas y registros, y el collcacamayoc o encargado de las bodegas del Estado. Los curacas eran gobernadores de los territorios incorporados al imperio, aunque también existieron curacas gobernando en los ayllus andinos.

Los grupos de agricultores, artesanos, pescadores y ganaderos se denominaban hatun runas u “hombres grandes”. Para extender las costumbres de la cultura incaica –tradiciones, lengua, sistema de trabajo–, el Inca trasplantaba poblaciones completas, denominados mitimaes, para que así educaran y pacificaran a aquellos pueblos que aún no estaban completamente sometidos.

Los chasquis eran corredores especializados que llevaban mensajes entre los distintos puntos del Imperio usando un sistema de relevos que aseguraba así una rápida comunicación en todo el imperio. A lo largo de los caminos del Inca, existían lugares para el descanso de los viajeros, llamados tambos, que estaban provistos de alimentos y agua. Los chasquis descansaban y recuperaban sus energías para una nueva jornada de viaje.

Religión de los Incas

Los Incas poseían una gran tradición de mitos y leyendas, para explicar el origen de los hombres, del mundo y de las cosas. Además poseían lugares y objetos sagrados llamados huacas. Según sus mitos, los incas del Cuzco y de cada ayllu, poseían un lugar sagrado donde creían que habían nacido sus antepasados míticos, al que llamaban pacarinas. También rendían culto a los antepasados en sus momias o mallqui, entregándoles ofrendas y dedicándoles festividades especiales.

Creían en un dios creador del mundo y de la humanidad, llamado Viracocha, pero su principal culto era al Sol o Inti, adorándolo en templos dedicados a él, como Pachacamac o el santuario de Coricancha. El Inca era considerado un dios viviente, hijo del sol, y su función era de mediador entre el mundo de los vivos y el de los dioses. Solo él y los nobles podían usar objetos de oro y de plata, porque se les consideraba los rayos del sol y las lágrimas de la luna, respectivamente.

Machu Picchu fue descubierta por el norteamericano Hiram Bingham en 1911, es la ciudad oculta del Imperio y el lugar más visitado actualmente del Perú. Aunque existen diversas teorías sobre su origen, todo parece apuntar a que este antiguo poblado inca era un centro ceremonial. Se situaba en las proximidades del cerro Huaca, al que se rendía culto.

2. DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DE CHILE

Introducción

Desde 1492 se inicia en América la acción de una cultura extranjera que se mezcló con los grupos autóctonos, siendo el comienzo de un largo proceso de contacto en que se dio la lucha armada, junto a la tarea de colonización, la mezcla racial y los aportes culturales de uno y otro grupo, hasta dar lugar a nuevas comunidades.

Los Estados encargados de esta empresa fueron España para gran parte de América Central y Sur, y Portugal, que se apoderó del espacio del actual Brasil. En tanto, Francia e Inglaterra se establecieron con posterioridad en la sección oriental de América del Norte.

Etapa de descubrimiento

La necesidad de una vía marítima hacia el Oriente, el perfeccionamiento de la cartografía y del transporte marítimo, así como la idea de redondez de la Tierra fueron las causas que teóricamente permitieron realizar la empresa del Descubrimiento.

El caso de Portugal

Las exploraciones de ultramar fueron iniciadas por Portugal, siendo su principal promotor el príncipe Enrique “El Navegante”. La ocupación de Ceuta en 1415, señaló los inicios de los viajes de exploración de importantes territorios de la costa atlántica, tales como: las islas Azores, Cabo Verde, Madeira y Porto Santo. Lo mismo aconteció con la costa occidental africana. Tras largos años de intento, Bartolomé Díaz descubrió el Cabo de las Tormentas que señalaba el fin de las costas del continente Africano (1488). El nombre fue cambiado después por Cabo de Buena Esperanza, pues anunciaba la nueva ruta hacia las Indias, tarea cumplida diez años después por Vasco da Gama.

Portugal creó así algunos sitios de colonización en África, en la India y en las islas Molucas (Sumatra, Java, Borneo). También fue importante la participación de los lusitanos en la colonización del Brasil. En 1505, una expedición naval que se dirigía a la India al mando de Pedro Álvarez Cabral, se apartó de su rumbo y llegó al litoral brasileño, que recorrió en parte para luego retomar el rumbo a su destino. Ese fue el comienzo del interés de Portugal por colonizar Brasil.

El caso de España

Los descubrimientos oceánicos españoles comenzaron con la ocupación de las islas Canarias. Sin embargo, al comienzo, los esfuerzos hispanos se centraron, cuando ya Portugal iniciaba la colonización de sus puestos atlánticos, en afianzar el poder absoluto de la Monarquía. Una vez consolidada España como Estado Nacional, gracias a la acción de los Reyes Católicos -Isabel de Castilla y Fernando de Aragón-, se pudo continuar con las exploraciones transoceánicas.

La aventura de Cristóbal Colón

Desde hacía siglos estaba entre la gente culta la idea de la redondez de la Tierra, pero se desconocía su verdadero tamaño. Cristóbal Colón, navegante genovés, llegó a concebir la idea de una esfera terrestre mucho menor que la verdadera, en forma tal que creía que navegando hacia el occidente por el Atlántico, se podía llegar rápidamente al Asia. No contaba con la existencia de otro continente que pudiera interponerse. Convencido de que sus ideas eran correctas, Colón pensó en una expedición para explorar la ruta al Asia. Creía que en un viaje de 2.400 millas a partir de las Canarias llegaría al fabuloso Cipango (Japón) y Cathay (China).

El proyecto de Colón fue rechazado por el consejo de sabios del rey portugués Juan II. Fue así como viajó a España, en donde las ideas del navegante fueron finalmente acogidas. El 17 de Abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, en las que se acordaron las condiciones en que la expedición se realizaría y las prerrogativas que tendría Colón. El 3 de Agosto del mismo año, zarpó Colón desde el Puerto de Palos, para dirigirse a las islas Canarias, de donde salía el 6 de Septiembre. El 12 de Octubre de 1492 arribó a la isla de Guanahani, a la que el Almirante bautizo como San Salvador.
Colón en su primer viaje, exploró Las Bahamas, Cuba, Haití y Santo Domingo. En su segundo viaje (1493) reconoció Puerto Rico, Jamaica, Guadalupe y las Islas Vírgenes. En el tercer viaje (1498), recorrió la desembocadura del Orinoco, la Isla Margarita y Trinidad. En su último viaje, iniciado en 1502, recorrió las costas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

La división del nuevo mundo entre España y Portugal

De acuerdo a la tradición medieval, el Papa podía entregar la posesión de las tierras descubiertas a un Monarca católico. El Papa Alejandro VI expidió la Bula Intercaetera (25 de septiembre de 1493), que le entregaba a los reyes de España, y no al pueblo español, todas las tierras situadas de polo a polo al occidente de una línea demarcatoria trazada a 100 leguas al oeste de las islas Azores y del Cabo Verde.

Portugal se sintió perjudicado con esta delimitación y estableció negociaciones directas con España que los llevaron a un segundo acuerdo sobre la delimitación. Fue así como portugueses y españoles, reunidos en la ciudad de Tordesillas, acordaron desplazar la línea demarcatoria. Ésta quedó fijada a 370 leguas al oeste de las mencionadas islas. A partir de ese momento, Portugal quedó dueña de todas las tierras al oriente de la línea y España, de las localizadas al occidente. El Tratado de Tordesillas, fue firmado el 7 de Junio de 1494.

El carácter de la conquista española

El elemento humano que participa en la Conquista de América Española tiene las características propias de la sociedad y la cultura hispánica. Estos elementos permiten explicar en gran parte la forma de cómo se realizó la conquista y ayudan a comprender la mentalidad y los motivos de los conquistadores.

La acción de los hombres que pasan a nuestro continente, estaba impregnada de la mentalidad caballeresca y el nuevo espíritu del Renacimiento. Estos provenían casi exclusivamente del grupo de los hidalgos y de los villanos, no perteneciendo ni a la alta nobleza ni a la burguesía. Los hidalgos carentes de fortuna y en situación social desmedrada, eran un elemento propicio para aventurarse en la conquista, que prometía grandes recompensas. Creían poder alcanzar algún día la categoría de grandes señores, categoría que jamás podrían alcanzar en España. Por su parte, los villanos, más inquietos, verán en las nuevas tierras la posibilidad de mejorar su situación económica, sin los impedimentos sociales y los prejuicios que les aquejaban en España.

Los contingentes de la conquista, se componían de hombres de diversas regiones de España; siendo el mayor número de Andalucía, Extremadura, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja y León. Es decir, de las regiones centrales y meridionales de la Península Ibérica.

Ideales de la conquista

Entre los motivos e ideales de los hombres que emprendieron la conquista, se encuentran:

La necesidad de riqueza fácil que les permitiera mejorar su situación. Esto se vio estimulado por los tesoros que algunas regiones les ofrecieron, convirtiéndose así el oro en el símbolo de las ambiciones de estos hombres. Pasadas las primeras ilusiones, agotados los tesoros que estaban a la mano; los conquistadores comprendieron que la riqueza había que lograrla explotando la naturaleza y estableciendo el trabajo organizado. Con el tiempo renunciaron a la idea de volver a España y el mundo americano va acogiendo al conquistador. Con la explotación de los lavaderos de oro, de los productos tropicales y el cultivo de la tierra, obtuvieron dividendos y fueron cumpliendo sus ambiciones señoriales.

La conquista también tuvo el sentido de cruzada religiosa, ya que había que incorporar a los indígena a la fe cristiana (evangelizar), para que abandonaran sus costumbres y tradiciones, consideradas como paganas por los españoles. Debido a ello, junto al conquistador siempre figuraba el sacerdote, quien muchas veces con su labor espiritual contribuyó a aminorar el rigor de la conquista.

Otro ideal era el servicio al Rey, ya que el conquistador era un vasallo leal, sumiso y amante de su monarca, a quien colocaba en segundo lugar después de Dios.

El espíritu de aventura, tampoco fue ajeno a los hombres que vinieron a América.

Intrínsecamente unido a lo anterior, están el espíritu creador y el afán de gloria que suele caracterizar a los conquistadores más apasionados. El propósito de muchos de ellos era formar nuevos pueblos y ligar su nombre a esa tarea para alcanzar la fama eterna.

Un aspecto muy singular de la conquista española fue la protección dada al indígena, que difícilmente puede encontrarse en otras conquistas. Es cierto que los conquistadores españoles cometieron toda clase de abusos y crueldades con los aborígenes. No obstante la Corona española, algunos de sus funcionarios y sus sacerdotes desplegaron una acción constante para evitar esos males. Ejemplo de esto fue Fray Bartolomé de Las Casas, quien se preocupó durante su vida de la defensa de los indígenas.

Las formas de la Conquista

La empresa de Conquista no se realizó al azar, ya que estuvo sujeta a ciertas normas emitidas por la Corona. Desde luego, cualquier expedición española debía ser autorizada previamente por el Rey o por alguno de sus jefes conquistadores, con atribuciones para hacerlo.

La forma más común de autorización fue la Capitulación, que consistía en la celebración de un contrato entre el Rey y un capitán, en el cual se establecían los derechos y obligaciones de ambas partes.

El Monarca señalaba el territorio que debía ser conquistado y concedía privilegios al capitán, tales como: otorgarle el título de gobernador, facultarlo para repartir las tierras y población indígena entre sus soldados, asignar parte de los tesoros que se hallasen, etc.

Para financiar la expedición, el capitán utilizaba sus recursos y generalmente pedía préstamos a otros conquistadores enriquecidos o comerciantes, o bien formaba una sociedad con ellos. Cada soldado aportaba también lo que podía, sus armas, su caballo si lo tenía o cualquier otro implemento, lo que era valorado a la hora de repartir las ganancias.

Las grandes expediciones se constituyeron en España, sobre todo en los inicios de la Conquista, pero luego se crearon en América, en regiones donde se habían establecido los españoles y existían recursos disponibles. Las islas del Caribe, México, Panamá y el Perú, fueron verdaderos centros de conquista, los cuales marcaron hitos sucesivos en el desplazamiento de los españoles por el continente.

La Conquista fue una empresa privada, ya que la Corona no ayudaba en el financiamiento de las expediciones, ni se preocupaba de organizar las fuerzas expedicionarias, ni tampoco de planificar su acción. Todo ello quedaba entregado al esfuerzo individual, a la capacidad de los conquistadores y a su espíritu de empresa, no obstante la Corona ejerció una vigilancia general.

Dentro de este sistema, el jefe conquistador jugó un gran papel. Fue empresario, jefe militar y gobernador a la vez. En la conquista, es concebido como un hombre valeroso, tenaz y hábil para el mando; alcanzando gran prestigio por sus hazañas y siendo respetado por sus compañeros. Algunos lograron cierta fortuna. Con dichas condiciones se podía obtener una autorización para emprender la conquista de algún otro territorio.

El jefe conquistador estaba acompañado por su hueste, grupo armado que se cohesiona al capitán por la adhesión personal de cada soldado o de los capitanes inferiores, los cuáles seguían su estandarte. El prestigio del jefe conquistador era fundamental para tener una hueste respetable y obediente. La buena opinión que existía sobre él, su fama de generoso, intrépido y buen militar, tenían un gran peso.

La buena suerte del jefe conquistador era también la buena suerte de sus hombres y una vez que la conquista de algún territorio se concretaba, los beneficios recaían sobre todos.
Después del jefe, sigue en categoría el maestre de campo y luego una serie de capitanes inferiores de mayor a menor prestigio. El sacerdote, también fue una figura destacada, impuesto por las disposiciones de la Corona y las necesidades espirituales de los mismos expedicionarios.

Luego que la expedición llegaba al territorio de destino y se fundaban una o más ciudades, la hueste se desintegraba lentamente y los soldados se transformaban entonces en vecinos de los nuevos poblados.

Los tipos de empresas de conquista

De esta relación entre el Monarca por un lado, y el particular solicitante de la autorización, por el otro, surgirán, de acuerdo a los objetivos planteados, diferentes tipos de empresa:

Empresa de Rescate: En ella el objetivo era el intercambio con los aborígenes de baratijas u objetos de poco valor, por piedras preciosas, oro y plata. El empresario debía entregar el 20% de lo obtenido al Monarca.

Empresa de Indios o Cabalgada: Esta consistía en capturar indios para venderlos posteriormente como esclavos. La esclavitud indígena tuvo como fundamentos jurídicos el hecho de ser sorprendidos levantados en armas contra el Monarca (Guerra Justa) y las Reales Cédulas (normas entregadas por la Corona) de los años 1513 y 1515 que autorizaron la esclavitud indígena cuando éstos se resistían a ser evangelizados.

Empresa de Conquista: Esta tiene como propósito asentarse definitivamente en un lugar, para lo cual debe disponer de la mano de obra indígena, ya sea en forma de esclavos o como indios encomendados. El individuo que participa lo hace para obtener fama, prestigio y riqueza para ascender en la escala social.

VOCABULARIO.

Capitulación: Era un contrato especial entre la Corona y un particular, mediante el cual el monarca autorizaba al capitán de hueste a conquistar y poblar tierras americanas, recibiendo promesas de premios y diversas recompensas.

Repartimientos: eran segmentos de tierras que se asignaban a cada conquistador.

Previsión: Autorización que daba un titular de una capitulación con derechos reales para que un subordinado realizara la conquista dentro del espacio cedido.

Requerimiento: Documento que los conquistadores leían a los indios por encargo del Rey, mediante el cual se solicitaba a los indios aceptar la fe católica, la autoridad del rey y reconocerse como sus vasallos. Fue redactado por el doctor Palacios Rubio, en 1512.

Instrucciones: Estas especificaban las facultades concedidas y limitaciones impuestas al capitán de hueste, una vez que se encontrase en la tierra a la cual se dirigía, especialmente -y de manera muy detallada- por lo que tocaba a sus habitantes, los indígenas, y a la evangelización de éstos. La Corona siempre defendió el principio de que los indios eran súbditos suyos, y tan libres como los súbditos españoles.

Etapas de la Conquista de América

Conquista y colonización de las Antillas: Las principales islas situadas en el Caribe fueron los primeros lugares ocupados por los españoles. Sus indígenas fueron sometidos o exterminados desde el primer momento, ya que los conquistadores podían disponer así de bases de operación más o menos seguras.

Panamá y el desplazamiento hacia el Pacífico: Poco antes de la conquista de México, varias expediciones provenientes de España y de las islas del Caribe exploraron las costas pertenecientes hoy a Panamá y Colombia. Estas expediciones tuvieron poca suerte, debido a los ataques de los indios, los peligros de la naturaleza y los odios que dividieron a los propios conquistadores. Destacan las figuras de Vasco Núñez de Balboa, quien descubrió el Océano Pacífico, bautizado entonces como Mar del Sur, y Pedrarias Dávila, quien en 1519 fundó la ciudad de Panamá. Dicha ciudad fue el primer establecimiento en la costa del Pacífico que se transformó en un centro de nuevas exploraciones y del cual dependería la conquista del Perú.

Conquista de México: Hernán Cortés llegó a las costas mexicanas en 1519. Después de una tenaz resistencia de los Tlascaltecas, éstos se le unieron, viajando a ciudad de México. Ahí Moctezuma lo recibió con gran esplendor. Para asegurar su permanencia en la ciudad, Cortés lo tomó prisionero y destruyó los ídolos de los templos. Posteriormente, Moctezuma murió. La permanencia en la capital se hizo insostenible. Cortés y sus hombres esperaron la noche para salir sigilosamente, siendo sorprendidos por los naturales. Durante el combate murieron muchos españoles y se perdió casi todo el armamento. Este episodio fue conocido, más tarde como La noche triste. Más tarde, Cortés restauró sus tropas con las cuales prosiguió la lucha, sitiando la capital, ayudado por tropas de indios amigos. Los Aztecas, comandados por Cuauthemoc, opusieron una resistencia desesperada durante más de dos meses y los españoles debieron conquistar la ciudad casa por casa. Sobre las ruinas de la ciudad azteca los españoles construyeron su propia capital. Desde aquel momento fue fácil extender la dominación. Cortés despachó a varios capitanes que prolongaron la Conquista hacia las costas del Pacífico y Centroamérica

Conquista del Perú: Fue realizada por Francisco Pizarro, Diego de Almagro y el sacerdote Fernando de Luque. Partieron en 1531. La conquista se vio favorecida por el hecho de llegar justo cuando el Imperio Inca estaba dividido por una guerra civil entre los hermanos Huáscar y Atahualpa. Los españoles capturaron a Atahualpa siendo después condenado a muerte. Una vez tomado el Cuzco, que no ofreció resistencia, Pizarro fundó Lima o la Ciudad de los Reyes. Luego comenzaron las disputas de poder entre Pizarro y Almagro con motivo de la posesión del Cuzco. Para solucionar estas diferencias y también para dejar satisfechos a otros aspirantes a conquistadores fue que Carlos V promulgó las capitulaciones de 1534, por las que dividió los territorios conquistados y a conquistar en cuatro fajas ordenadas de norte a sur. La delimitación entre las zonas asignadas a Pizarro y Almagro presentó el problema de la ciudad del Cuzco: en efecto, la discusión se centró en la posesión efectiva sobre ella alegada por ambos conquistadores. Es debido a esto, entre otras causas, que Almagro viene a Chile.

Conquista del Río de la Plata: Las expediciones de Solís (1515) crean interés por aquella región. En 1535 Pedro de Mendoza inicia la exploración del territorio, fundando en 1536 Buenos Aires. Debido a las malas condiciones del terreno, el hambre y el hostigamiento de los indios, Mendoza abandonará la ciudad. Esta fue refundada en 1580. Anteriormente, en 1537, se había fundado la ciudad de Asunción.


Descubrimiento de Chile

Descubrimiento desde el mar austral: la empresa de circunnavegación del globo de Hernando de Magallanes

Portugal era dueño de Brasil, pero España tenía el dominio del Océano Pacífico. Sin embargo, faltaba encontrar el paso que permitiera atravesar de un océano a otro para poder llegar a la India por la vía de América sin necesidad de costear el África y doblar el Cabo de Buena Esperanza. La búsqueda del paso interoceánico era preocupación esencial de España y Portugal.

En este contexto se presenta a la corte española el hidalgo portugués Hernando de Magallanes, y logra obtener apoyo financiero para ir a las islas Molucas por la ruta de Sudamérica. Para llegar a destino debía, primero, descubrir un paso interoceánico.

Con cinco carabelas y cerca de 400 hombres, Magallanes salió de San Lúcar de Barrameda en Septiembre de 1519. En diciembre llegaba a la bahía de Río de Janeiro; en enero, divisa el centro de Montevideo; en marzo llegaba al sector de San Julián en la Patagonia, donde decidió pasar el invierno. Por esos momentos la soledad, el hambre y el rigor de la navegación suscitaron descontentos que se expresaron en un motín, duramente aplastado por el capitán portugués.

Meses más tarde, el 1° de Noviembre de 1520, luego de varios intentos frustrados y decenas de exploraciones, descubre el estrecho que bautizó como Estrecho de Todos los Santos y que con el tiempo llevaría su nombre.

La posteridad conservó los nombres que diera Magallanes a las comarcas adyacentes al estrecho. Éste fue el único que no mantuvo el nombre que le diera su descubridor. Las grandes huellas sobre la arena indujo al navegante a llamar a los habitantes de la zona como patagones. Desde entonces la región de llanos al norte del estrecho recibió el nombre de Patagonia y el área situada al sur del estrecho se llamó Tierra del Fuego, donde se habían divisado muchas fogatas. Magallanes al Mar del Sur lo llamó Pacífico por la calma de aquellos días.

Después de salir del estrecho, la expedición prosiguió hacia el norte, torciendo al noroeste a la altura de las islas Juan Fernández, internándose en el Océano Pacífico que le llevó al Asia.

Las islas Marianas y las Filipinas fueron otros descubrimientos de Magallanes. Más adelante, el navegante murió en la zona tras enfrentarse con un grupo de indígenas. Su última nave, La Victoria, luego de dar la vuelta al África y completar el primer viaje alrededor del globo, entró en Lúcar de Barrameda en septiembre de 1522, al mando de Juan Sebastián Elcano.

Descubrimiento de Chile desde el norte

Las consecuencias de la Conquista del Perú se ligaron íntimamente a Chile. Una vez asentados los españoles en el Perú, éste se transformó en un polo dinámico de la expansión conquistadora. Cuando aún no concluía el sometimiento de los incas, Francisco Pizarro y Diego de Almagro enviaron un emisario a España a dar cuenta al monarca de su acción conquistadora y a pedir diversas concesiones. En relación a estas últimas en 1534, el Rey Carlos V dividió la América meridional en varias gobernaciones. A la gobernación de Pizarro -Nueva Castilla- agregó 70 leguas, prolongándola hasta las inmediaciones del Cuzco. Seguía la gobernación de Nueva Toledo, otorgada a Almagro, que comprendía desde la latitud de las islas Chinchas hasta Taltal, aproximadamente.

Almagro al saber de la concesión que se le hacía -Nueva Toledo-, se preparó para conquistarla, ya que hacía varios años deseaba conquistar su propio territorio, pese a tener una buena situación en el Perú, empañada únicamente por los roces con Francisco Pizarro, con quien disputaba la rica ciudad del Cuzco, reclamando ambos la pertenencia de la ciudad a su propia gobernación.

El deseo de Almagro de dirigirse al sur no obedecía solamente a una decisión personal; era el deseo de varios de sus hombres que no habían alcanzado grandes beneficios en el Perú y pensaban que en Chile encontrarían el preciado oro. Estas expectativas eran alimentadas por los indígenas peruanos, quienes, interesados en librarse de los extraños, exhibían a Chile como un país riquísimo.

La expedición a las tierras australes

Pronto Almagro reunió un gran número de soldados de entre los recién llegados al Perú, además de sus amigos y seguidores. Para equipar la expedición, Almagro hubo de hacer enormes gastos.

Almagro salió del Cuzco el 3 de julio de 1535. Marchó por los caminos andinos del altiplano, rodeó enseguida la ribera occidental del Lago Titicaca, atravesó el desaguadero y llegó a Paria. Aquí realizaron diversos preparativos para continuar con el viaje, después de un mes de estadía continuaron el viaje hasta llegar a Tupiza donde los esperaba el príncipe incaico Paullo Tupac y el Villac Umu, quienes tenían la tarea de facilitar a Diego de Almagro la penetración en territorio chileno. De Tupiza los expedicionarios avanzaron en medio de constantes ataques indígenas, hasta Chicoana, en donde debieron esperar que disminuyera la nieve que cubría los pasos cordilleranos. La travesía de la Cordillera fue tremendamente dura y se realizó por el paso de San Francisco, frente a Copiapó. Ante ésta situación, Almagro decidió adelantarse con veinte hombres a caballo y bajó al valle del Copiapó. La expedición estaba salvada.
El primer español pisaba tierra chilena en 1536 y con él lo hicieron 240 soldados y más de 1500 indígenas.

El territorio chileno:

Una vez asentado en el valle del Copiapó, el adelantado (Almagro), debió afrontar la hostilidad de los indios de Huasco y Coquimbo, por lo que debió realizar sangrientos escarmientos. Luego avanzó al sur e instaló su campamento en Aconcagua, en donde encontró uno de los barcos que zarpó desde el Callao. Juan de Saavedra llegó a una bahía poblada por los indios Changos, a la cual bautizó como Valle del Paraíso (Valparaíso).

Diego de Almagro se instaló en el valle del Aconcagua. Luego comenzó la exploración de las regiones cercanas.

El reconocimiento de territorio más importante lo realizó el capitán Gómez de Alvarado junto a 80 hombres hasta el río Itata. En el recorrido hubo de lidiar con las lluvias y las inundaciones, además de encontrar feroz resistencia araucana en el combate de Reinohuelén, donde por primera vez los mapuches y españoles se enfrentaron, luego Gómez regresó al valle del Aconcagua.

La aparente inexistencia de oro y el atractivo que aún ejercía el Perú, cuyos tesoros y minas no debían estar agotadas, fueron las principales motivaciones para regresar.

La mala experiencia sufrida en las alturas andinas, hizo que Almagro y los suyos eligieran una nueva ruta: la del desierto costero. De vuelta en el valle de Copiapó, atravesaran el poblado de Atacama hasta la localidad de San Pedro y desde allí prosiguieron hacia el Norte sin mayores inconvenientes.

En los primeros meses de 1537, la hueste de Almagro llegaba a las cercanías del Cuzco, pero sin cumplir el propósito original de Conquista. Con el regreso de Almagro, se acentuaron sus diferencias con Pizarro y sus hermanos. En abril de 1538 se enfrentaron en armas en la batalla de Las Salinas, en la que venció Pizarro. Almagro, postrado por la sífilis, contempló la derrota de los suyos. Una vez en manos de los Pizarristas, tras parcial proceso, Almagro fue ejecutado. Sus hombres derrotados y sin jefe ni dinero, fueron irónicamente llamados “Los de Chile”.








La Conquista de Chile

Pedro de Valdivia y su expedición a Chile.

La expedición de Diego de Almagro proporcionó fama de pobre a nuestro territorio, pero a pesar de ello un capitán español, maestre de campo de Francisco Pizarro, don Pedro de Valdivia, decidió venir a conquistar Chile.

Luego de insistirle a Pizarro, logró el permiso deseado a fines de Abril de 1539. Pizarro lo nombró Teniente de Gobernador en Chile. Una vez obtenida la autorización, Valdivia se dedicó a organizar su empresa. La tarea era de proporciones, ya que el convencimiento de la pobreza del país y la certeza de que la empresa era temeraria y difícil le cerró las puertas del crédito y, lo que fue peor aún, le restó soldados a la formación de su hueste.

Finalmente, sólo logró juntar cerca de 10 hombres y una mujer, Inés de Suárez. Las esperanzas parecían desvanecerse, mas la decisión de Valdivia no fue derrotada. La primera de las esperanzas que apareció para Valdivia, fue haber logrado interesar al comerciante Francisco Martínez, quien aportó 9.827 pesos en mercaderías, a cambio de la mitad de las utilidades que produjera la conquista. La segunda esperanza estaba centrada en conseguir soldados provenientes de las expediciones que fueron hacia el Altiplano, siempre y cuando las dificultades de ellas los hicieran desistir de aquella. Como si esto fuera poco, una nueva dificultad se le puso en su camino. Pedro Sancho de la Hoz, antiguo secretario de Pizarro, regresaba de la península llevando consigo una Real Cédula, que le hacía gobernador de las tierras al sur del Estrecho de Magallanes. Después de varios encuentros, Pizarro logró que Valdivia aceptara a Sancho de la Hoz como socio de la empresa. Mediante contrato, Sancho de la Hoz se comprometió a dar cincuenta caballos, doscientas corazas y dos navíos cargados de mercaderías para el sustento de la empresa.

La marcha hacia Chile.

Pedro de Valdivia salió del Cuzco con sólo 11 soldados a comienzos de Enero de 1540. Tomó la ruta de los desiertos, al igual que Almagro en su viaje de regreso. En el camino había reclutado a algunos hombres, los que no eran suficientes para continuar con la empresa. Valdivia esperó con paciencia la llegada de refuerzos. Pronto comenzaron a adherírseles gente como Rodrigo de Araya, quien venía con 16 hombres; 70 individuos de la recién abortada expedición de Diego de Rojas a los Chuncos, al mando de Francisco Villagra. Venían allí capitanes de gran valor como el propio Villagra, Jerónimo de Alderete, Juan Jufré, Juan de Cuevas y el clérigo Rodrigo González Marmolejo. De Tarapacá la hueste se puso en marcha hacia el sur y llegó hasta la región de Atacama, en donde le esperaba Francisco de Aguirre con un contingente de 25 soldados. Después de permanecer en la región dos meses, la hueste puso rumbo a Copiapó. Llegado a este punto recibió Valdivia un nuevo refuerzo de cerca de 20 personas. En este Valle, tomó el capitán posesión del territorio en nombre de su Majestad y del Marqués Pizarro.



Fundación de la ciudad de Santiago.

En diciembre de 1540, Valdivia tenía a la vista el valle del Mapocho, lugar del que sin duda tenía referencias y en donde él pensaba fundar la primera ciudad. La elección del sitio obedeció a la naturaleza del suelo, sano y fértil, regado por diversas acequias que salían del Mapocho, lo que permitía criar animales y obtener buenas cosechas. Otro de los méritos que tenía el valle elegido, era sin duda la situación estratégica favorable que presentaba el cerro Huelén y los dos brazos del río. Desde allí se podría observar los movimientos de los indígenas del valle y se podría presentar resistencia frente a un eventual ataque. El 12 de Febrero de 1541 decretó don Pedro de Valdivia la fundación de la ciudad, que recibió el nombre de Santiago del Nuevo Extremo.

Se ordenó al recién nombrado Alarife, don Pedro de Gamboa, delinear el trazado de la ciudad, siguiendo los dictados de las ordenanzas reales que existían para el efecto: éstas determinaban la configuración de un plano cuadrado, llamado Damero o Tablero de Ajedrez.

Durante los primeros días de la conquista, se hizo circular entre los indígenas, la noticia de la muerte del Marqués Francisco Pizarro. Los españoles de Chile, creyendo la información, pensaron que la guerra civil había estallado. Como hasta entonces los poderes de Valdivia sólo emanaban de Francisco Pizarro, el cabildo llamó a una asamblea extraordinaria. Esta asamblea lo eligió Gobernador y Capitán General en nombre de su Majestad.

El primer levantamiento indígena

La necesidad de mantener la conquista, atrayendo gente y pertrechos de guerra desde el Perú, hicieron pensar a Valdivia que era necesario extraer oro, dirigiendo sus esfuerzos hacia ese fin. Así, puso en marcha los lavaderos de oro de Marga-Marga. Paralelamente a los trabajos de extracción, Valdivia ordenó construir en las playas de Concón un barco. Meses más tarde, los trabajos debieron ser suspendidos, pues los indígenas cayeron sobre ambas obras y mataron a los españoles. La rebelión se extendió rápidamente. Valdivia se dio cuenta que pronto sería atacado por la totalidad de los indígenas del Aconcagua, Mapocho y Cachapoal, creyendo apropiado disolver las concentraciones de los naturales, antes de que éstas se hicieran una sola. Con este propósito, marchó al Cachapoal con cerca de cien soldados. Mientras que en Santiago, quedaron 50 soldados a las órdenes de Alonso de Monroy. Al darse cuenta los indígenas, comandados por el Toqui Michimalongo, de la escasa guarnición que tenía la ciudad, cayeron sobre ella en septiembre de 1541. El objetivo era liberar a los caciques que Pedro de Valdivia mantenía presos y dándose cuenta de ello, doña Inés de Suárez, corrió al lugar que servía de cárcel y espada en mano, les cortó las cabezas y las arrojó a los indígenas, eliminando con ello el objeto del ataque. Sin embargo, la ciudad ya estaba completamente en ruinas.

Al regresar a Santiago, Pedro de Valdivia ordenó la reconstrucción de la ciudad. Pero la falta de alimentos se hizo cada vez más angustiosa para los españoles. Es por ello que Pedro de Valdivia decidió enviar algunos emisarios a Perú, con la misión de conseguir ayuda. Estos llevaron consigo todas las piezas de oro para atraer el socorro tan esperado.

Los esfuerzos llegaron mucho tiempo después, en 1543, en la nave El Santiaguillo. Después arribaría Juan Baustista Pastene, el que dio a Valdivia la noticia de la sublevación de Gonzalo Pizarro contra el Rey Carlos V. Este había enviado a don Pedro La Gasca al Perú, con la misión de pacificar el territorio. Valdivia, ante estos sucesos, decidió viajar al Perú, para ponerse a las órdenes del Rey. Allí combatió entonces contra los pizarristas sublevados. El virrey La Gasca, en compensación, ratificó a Valdivia en su cargo de Gobernador de Chile, fijándole como límites de su gobernación los paralelos 27° L. S y 41° L. S. y 100 leguas de mar a cordillera.

La exploración del Territorio.

Pedro de Valdivia inició, una vez que dispuso de los recursos necesarios, la exploración del territorio y la fundación de ciudades para asentar el dominio.

Exploración de la costa por Juan Bautista Pastene, 1544. Valdivia, una vez en nuestro territorio, encomendó a Juan Bautista Pastene la exploración de la costa sur del territorio. Para eso lo nombró teniente del Capitán General en el mar. Pastene llegó hasta la Bahía San Pedro, y en su viaje de regreso descubrió los ríos Valdivia y Bío-Bío, en 1544.
Exploración del extremo austral. Francisco de Ulloa y Francisco Cortés. 1553. Pedro de Valdivia no quedó conforme con la expedición de Pastene, ya que lo que deseaba era el dominio en la parte austral del territorio, por lo que decidió enviar a Francisco de Ulloa y a su ayudante F. Cortés a explorar dicha región. Sólo lograron navegar por el Estrecho en el sentido inverso al realizado por la expedición de Magallanes.

Fundación de ciudades. El esfuerzo fundacional hispano.

La Serena, 1544. Valdivia encomendó a Juan Bohón la fundación de una ciudad al norte del territorio. Juan Bohón al explorar la región determinó un área cercana a la costa, donde fundó La Serena. Poco tiempo después, la ciudad fue destruida por un ataque de los indígenas de la región, pero fue nuevamente reconstruida por Francisco de Aguirre.

Concepción, 1550. Valdivia partió de Santiago con un grupo de españoles e indios con destino al sur. En la región del río Bío-Bío fue atacado por los araucanos en el combate de Andalién. Valdivia retrocedió y se instaló en lo que es hoy la ciudad de Penco y allí fundó Concepción en 1550. Con esto, pudo controlar los lavaderos de oro de Quilacoya y Talcamávida.

La Imperial, 1552. Pedro de Valdivia siguió el viaje al sur y en el lugar en que se encuentra hoy Carahue fundó la ciudad de La Imperial, en 1552. Le dio este nombre por unas águilas (seguramente eran cóndores) que pendían en los frentes de las rucas de los araucanos.

Valdivia, 1552. La expedición se dividió y un grupo quedó al mando de Valdivia y otro, de Alderete. El grupo de Valdivia continuó su viaje hacia el sur y en las riberas del río Calle-Calle, fue fundada esta ciudad.

Villarrica, 1552. El grupo dirigido por Jerónimo de Alderete recibió la misión de fundar una ciudad en las cercanías del lago Mallalauquén. El nombre de Villarrica se debió a los comentarios de la existencia de minas de oro y plata difundidos por los indígenas.

Fundación de Fuertes.

Luego de fundar la ciudad de Valdivia, don Pedro en su viaje de regresó fundó tres fuertes: Arauco, Tucapel y Purén.

Otras ciudades:

Los Confines, 1553. Valdivia para asegurar el dominio español en la zona de la Araucanía, fundó Los Confines, cerca de la actual ciudad de Angol, ya que ésta serviría de enlace con el espacio ya pacificado. Valdivia deseó extender su territorio y envió a Alderete a España a solicitar los títulos de dominio sobre el Estrecho.

Santiago del Estero, 1553. Valdivia, queriendo extender la dominación española al otro lado de Los Andes, encargó a Francisco de Aguirre la fundación de esta ciudad.

Término del gobierno de Pedro de Valdivia.

Pedro de Valdivia contó que con la fundación de ciudades había logrado asentar el dominio español en Chile, pero los indios araucanos estaban muy lejos de dicha apreciación. Además, fue un error de Valdivia fundar ciudades muy distanciadas entre sí.

En 1553, los mapuches atacaron nuevamente a los españoles. Dirigidos por un hábil estratega: el Toqui Lautaro. Gracias a su plan de ataque, lograron triunfar sobre los españoles en Tucapel. En este ataque tomaron prisionero a Valdivia y le dieron muerte.

Anarquía tras la muerte de Valdivia: la lucha por la sucesión al poder.

Luego de conocerse la muerte de Valdivia, se abrió su testamento; el cual establecía que el sucesor en el mando debía ser Jerónimo de Alderete y en caso de ausencia de éste, debía asumir Francisco de Aguirre. Al momento de abrirse el testamento, ambos se encontraban ausentes. Ante dicha situación, los cabildos del sur nombraron a Francisco de Villagra.

Asumido su cargo, Villagra salió al encuentro de Lautaro en la batalla de Marigüeñu en 1554. El triunfo fue para los araucanos.

La situación de los españoles se agravaba por las pugnas internas entre Villagra y Aguirre, quien había regresado de Tucumán, y reclamaba su derecho a asumir como gobernador. En el intertanto, y sin que en Chile se tuviera conocimiento de ello, el Rey había nombrado para ese cargo a Alderete, quien, sin embargo, murió en el camino.




La ofensiva de Lautaro y su muerte en Peteroa, 1557.

La rebelión de Lautaro se guiaba por un plan que consistía en avanzar hacia Santiago y liberar definitivamente el territorio. Para esos efectos pensaba contar con el apoyo de los indios Picunches, especialmente de aquellos sometidos a la encomienda, a los que pretendía liberar y sumar a su ejército. Sin embargo, el plan no pudo culminar exitosamente. Con pocos guerreros araucanos, Lautaro fue sorprendido en su campamento de Peteroa en Abril de 1557, encontrando la muerte.

Simultáneamente, el Virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza para terminar las disputas entre Villagra y Aguirre, los relevó de sus cargos y envió a su hijo García Hurtado con el título de Gobernador de Chile.

El gobierno de García Hurtado de Mendoza.

Bajo el gobierno de Hurtado de Mendoza, la situación de la gobernación cambió sensiblemente. Chile pasó de la extrema pobreza de los primeros días, a una pobreza soportable. Los gastos de la expedición fueron pagados con las cajas reales del Perú y ya no fue necesario destinar el oro de los lavaderos para los costes de la guerra: este preciado metal fue empleado entonces para comprar los artículos indispensables de la vida de los conquistadores.

Como ya sabemos, García Hurtado llegó con un séquito impresionante y esto atrajo a varios mercaderes y trabajadores. Por otra parte, el rendimiento de los lavaderos aumentó considerablemente. Se descubrieron minerales auríferos en Osorno y en Madre de Dios, cerca de Valdivia, y se comenzaron a explotar los de Quilacoya, en Concepción. La población aumentó en gran medida con los cuatrocientos cincuenta soldados y marineros que acompañaron a don García y la llegada de nuevas mujeres españolas aportaron un poderoso contingente a la vida familiar. El aspecto de las ciudades también cambió; construyéndose numerosos templos, se hicieron nuevos solares y en cada ciudad se levantó un hospital. En Santiago, se destinaron nuevas rentas para el Hospital San Juan de Dios, fundado por Valdivia.

Los últimos gobernadores del siglo XVI

Los sucesores de Hurtado de Mendoza pertenecieron al grupo de los primeros conquistadores. Fueron ellos Francisco de Villagra, Pedro de Villagra, quienes fallecieron prematuramente, y Rodrigo de Quiroga. En 1567 el gobierno de Chile fue confiado por Felipe II a la Real Audiencia, Supremo Tribunal Judiciario. Se fijó su residencia en Concepción a objeto de que desde allí dirigiese la guerra de Arauco. Este organismo fracasó en la dirección militar y el mando recayó en su Presidente, el doctor Melchor Bravo de Saravia. El gobierno de Bravo fue fecundo en calamidades, como las sucesivas derrotas a manos de los mapuches y el gran terremoto que destruyó Concepción, en 1570.

Rodrigo de Quiroga reemplazó luego a Bravo de Saravia. Con él prosiguieron los desastres, como otro gran sismo que destruyó importantes ciudades del sur: Villarrica, La Imperial, Osorno, Valdivia y Castro; además de una nueva sublevación mapuche dirigida por el mestizo Alonso Díaz, y la aparición de los corsarios ingleses en el Estrecho de Magallanes. Luego le sucede el interinato de Martín Ruiz de Gamboa, quien fundó la ciudad de San Bartolomé de Chillán , hacia 1580 en la ribera norte del río Itata.

Entre 1583 y 1592, Chile tuvo un nuevo gobernador llamado Alonso de Sotomayor, el cual estimó que la pacificación no podría realizarse mientras no se contase con un numeroso Ejército de Línea. Solamente pudo vencer a las bandas del mestizo Díaz. El sucesor de Sotomayor fue don García Oñez de Loyola. Este mandó fundar la ciudad de Santa Cruz, cerca de la confluencia del Bío-Bío con el río Laja (1594). Como el Toqui Pelentaro organizase una formidable sublevación, marchó contra él. Sin embargo, Oñez fue sorprendido y muerto en 1598 con casi todos sus acompañantes en Curalaba, a orillas del río Lumaco. La sublevación se extendió por todo el sur. Las ciudades fundadas en tiempos de la conquista fueron tomadas y abandonadas. Las ciudades de Valdivia y Santa Cruz en 1599; La Imperial y Angol en 1600, Villarrica en 1602, Osorno y Arauco en 1607.El siglo XVI dejaba a Chile en la más espantosa situación: sólo desastre y miseria.

ÉPOCA DE DESCUBRIMIENTOS, PIRATAS Y CORSARIOS

Otros acontecimientos importantes que se desarrollaron en este período, lo constituyen el descubrimiento realizado en 1574 por el marino Juan Fernández del archipiélago que lleva su nombre, y la presencia constante de piratas y corsarios (principalmente ingleses y holandeses). Entre 1577 y 1578, el corsario inglés Francis Drake, al mando de cinco naves, penetró en el Estrecho de Magallanes y después de perder cuatro de ellas, prosiguió sus correrías con la única que le quedaba: El Pelícano. Navegando la costa chilena, saqueó e incendió Valparaíso, fue rechazado en La Serena y continuó luego en dirección al Perú. En 1584 y debido a las correrías de Drake, hicieron a la Corona asumir una serie de medidas de resguardo, como fundar nuevas poblaciones en el Estrecho de Magallanes. Este fue el motivo por el cual el virrey de Perú, don Francisco Toledo, comisionó al marino portugués, don Pedro Sarmiento de Gamboa, a realizar esta misión. Fundó, entonces, dos ciudades: Nombre de Dios y Rey don Felipe.

Más tarde, las costas chilenas volvieron a ser asoladas por los corsarios ingleses: Cavendish, en 1587 y Richard Hawkins, en 1593. Este último no obtuvo el éxito de sus antecesores, siendo vencido rápidamente. Pasó una larga estadía en prisión, en España.

En el año 1600 aparecieron los primeros corsarios holandeses: Baltasar y Simón Cordes. Su expedición fue desbaratada por las tormentas después de atravesar el Estrecho, de tal modo que una de sus naves tuvo que rendirse ante los españoles y otras se vieron obligadas a seguir su curso rumbo al Asia. Baltasar Cordes permaneció en Chile y conquistó Castro, que luego fue recuperada. Debió abandonar Chile, rumbo a las islas Molucas.

En 1615, Jorge Spilberg saqueó la isla de Santa María. Mientras que al año siguiente, nos visitaron Shouten y Le Maire, quienes le dieron nombre al extremo austral, bautizándolo como Cabo de Hornos, en recuerdo de su ciudad natal, Horn.


LA COLONIA EN CHILE: EL PROCESO DE COLONIZACIÓN HISPÁNICA Y EL DESARROLLO DE LA ADMINISTRACIÓN PENINSULAR

Instituciones de la colonia en Chile

La encomienda

El régimen de encomienda fue la principal forma que tuvo la Corona para premiar los servicios de los conquistadores. Esta consistía en una cesión que hizo la Corona a los conquistadores del derecho a percibir tributos de los aborígenes, que la Corona recibía en su calidad de vasallos. Los reyes castellanos otorgaron este derecho al encomendero para cumplir su deber de evangelizar a los indígenas y para retribuir a sus súbditos (conquistadores), la labor realizada para afianzar su soberanía en las Indias.

Las concesiones daban derecho al agraciado para gozar la encomienda durante toda su vida y muerto él, este derecho lo heredaba su hijo mayor, quien lo disfrutaba mientras vivía. Pasadas esas dos generaciones, el territorio y los indios designados debían volver al poder soberano y sus gobernadores disponían de ellos en favor de otra persona. En la práctica esta situación varió y muchos fueron los casos en que ésta tuvo una larga duración.

El interés de los españoles en la obtención de encomiendas fue un gran motor de la conquista, que permitió utilizar enormes contingentes de masa indígena como fuerza de trabajo.

Provistos los conquistadores de terrenos que hacer producir y de indios que hacer trabajar, dedicaron sus esfuerzos, en principio a la explotación de las minas. Sin embargo, la rápida extinción de las riquezas auríferas cambió la utilización del indio, que fue luego destinado a faenas agropecuarias. En Chile, la encomienda se abolió en 1791.

La servidumbre indígena: el trabajo obligatorio

Los indígenas constituyeron una fuerza de trabajo imprescindible. Su condición de indios sometidos era equivalente a la de los esclavos antiguos.

El trato dado por los encomenderos a sus indios fue generalmente duro y aún cruel. Estos abusos crearon en algunos círculos eclesiásticos e intelectuales un fuerte movimiento en contra de la encomienda. El rey, asesorado por teólogos y juristas, dictó numerosas disposiciones que tendieron a proteger a los indígenas.

En Chile, durante el gobierno de García Hurtado de Mendoza, se promulgó en 1559 un primer cuerpo de disposiciones que regulaban las relaciones entre españoles e indios. Este fue la Tasa de Santillán, la cual mantenía el servicio personal, pero limitaba la edad de los indios destinados a trabajar; se establecieron también turnos de trabajo denominados mitas.
Además, se estableció que los naturales que se dedicaran a faenas mineras tendrían derecho a recibir 1/6 del oro extraído (sesmo).

No obstante, los abusos continuaron, y en 1580 la Corona aprobó un nuevo cuerpo de disposiciones: la Tasa de Gamboa, que sustituía el servicio personal por un tributo en oro y especies, y propendía a la agrupación de pueblos de indios, de donde éstos saldrían a alquilar libremente su trabajo. Esta tasa, sin embargo, tuvo poca aplicabilidad y se hubo de volver a la Tasa de Santillán, la cual perduró durante el resto del siglo XVI.

En el siglo XVII, se promulgaron dos nuevas tasas. La Tasa de Esquilache, promovida por el Padre Luis de Valdivia, que disponía un salario para el indígena y, por lo tanto, su materialización fue nula. Esta disposición de naturaleza ilusoria fue desplazada por la Tasa de Laso de la Vega, la cual establecía que el pago del indígena debía ser de 10 pesos, siendo optativo hacerlo en dinero, especies o en trabajo (40 días se pagaba el total).

Organización Colonial: Instituciones de administración y gobierno

La jerarquía, la vigilancia mutua y la duplicidad de funciones fueron las principales características de las instituciones del gobierno colonial. El gobierno de las más apartadas regiones, estaba supervigilado por otras instituciones más poderosas, las cuales, a su vez, estaban sometidas a la autoridad real.

La jerarquía del sistema de gobierno y administración se muestra en una serie escalonada de instituciones que se inicia con la figura misma del monarca. Por orden de importancia serían las siguientes: Consejo de Indias, Casa de Contratación, Virreyes, Reales Audiencias, Gobernadores, Corregidores y Cabildos.

Los reyes de España eran monarcas absolutos: disponían de todo el poder, imponían las leyes y administraban el Estado. La justicia también dependía de éstos, pero no actuaban en forma antojadiza, sino que debían respetar las leyes y escuchar las peticiones de sus súbditos.

Consejo de Indias

Los soberanos españoles para atender los asuntos de sus extensos dominios, contaban con diversos consejos. El encargado de América era el Consejo de Indias. Creado por Carlos V en 1524 y con sede en Sevilla. Estaba integrado por un residente y cinco consejeros especializados en distintos asuntos de gobierno. Este Consejo era un organismo autónomo, que sólo daba cuenta de sus actos al rey. Entre sus facultades estaban estudiar todos los problemas de las colonias, recibir informes y preparar las Reales Cédulas. Se encargaba también de las designaciones de autoridades americanas. Era tribunal de justicia de última instancia, pero normalmente los asuntos judiciales se resolvían en América. Enviaba visitadores. Como entidad moral y religiosa residían en él los derechos del Real Patronato, que era un conjunto de disposiciones jurídicas, mediante las cuales el Papa confirió ciertas atribuciones a los reyes para la administración de la Iglesia en América.

Casa de Contratación.

Otro importante organismo, fue la Casa de Contratación, que controlaba todo aquello relacionado con el comercio americano. Fue creado en 1503, siendo la primera institución fundada para velar asuntos indianos. Cuidaba, por ejemplo, de la formación de las flotas que partían a América, llevaba el registro de los pocos mercaderes autorizados para enviar cargamento, revisaba las mercaderías y controlaba el paso de las personas. Tenía también jurisdicción sobre los juicios de comercio.

Virreyes y Gobernadores.

Los reyes establecieron virreyes y gobernadores, para que gobernaran y representaran a la Corona en las Indias.

Los virreinatos constituían, el núcleo esencial de la organización administrativa. En nuestro continente podemos distinguir los siguientes:

Virreinato de México o Nueva España. Fue creado en 1534 y abarcaba todas las tierras al norte de Panamá.

Virreinato del Perú. Fue creado en 1542 y abarcaba todas las tierras al sur de Panamá.

Virreinato de Nueva Granada. Fue creado en 1717 y cubría los territorios que comprenden hoy a los países de Colombia, Venezuela y Ecuador.

Virreinato del Río de la Plata o Buenos Aires. Fue creado en 1776 y estaba integrado por los territorios que son hoy Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia (Alto Perú).

Los virreyes eran nombrados por el rey a propuesta del Consejo de Indias y lo representaban en los enormes territorios de los virreinatos. Los virreyes eran asesorados por las Reales Audiencias. Entre sus atribuciones estaban:

- Mandar al Ejército.
-Nombrar y remover a los demás funcionarios, exceptuando aquellos que recibían nombramiento directo del rey.
- Administrar justicia civil y penal como supremo juez.
- Ejercer el Derecho de Patronato Eclesiástico y, bajo el título de vicepatrono de la Iglesia, intervenía en el nombramiento de los párrocos.
-Repartir provisionalmente las tierras y los indios entre los individuos que estimara más meritorios.
-Estaban sometidos a juicios de residencia y a las visitas de los jueces.

Los virreinatos se dividían en Gobernaciones, a cargo de un gobernador. Este se asesoraba para todos los asuntos políticos y administrativos, generalmente, al igual que el virrey, por una Real Audiencia. Los poderes de los gobernadores eran menores que los que ostentaban los virreyes, pero no diferían mucho en cuanto a las materias que debían preocuparse.
Se denominaban Capitanías Generales a todas aquellas gobernaciones en donde existía actividad militar, es decir, los naturales no estaban pacificados. En estos casos, el gobernador era, al mismo tiempo, capitán general, es decir, jefe de los ejércitos reales.

Corregimientos e Intendencias.

Las Gobernaciones y Presidencias estaban constituidas por Corregimientos. Los corregidores se preocupaban del cobro de algunos impuestos y de las obras públicas de sus provincias, cumplían algunas funciones judiciales y debían velar por el bienestar y protección de la población indígena.

Una de las reformas más importantes efectuadas por los Reyes Borbones del siglo XVIII, fue la creación de las Intendencias. Esta reforma se hizo inevitable debido a la mala administración española desde el siglo XVII. En 1786 fueron creadas las intendencias en la Capitanía General de Chile y en el Virreinato de Nueva España. Los intendentes tuvieron atribuciones más completas que los antiguos corregidores y administraron territorios más extensos, ya que en varias ocasiones se unieron diversos corregimientos para crear una intendencia.

Real Audiencia.

La organización de la justicia era muy complicada a causa de la diversidad de jueces y su campo de competencia. Los alcaldes de los cabildos eran jueces de primera instancia que sabían de forma concisa de cuestiones civiles y criminales: el asesor del gobernador también desempeñaba funciones judiciales, así como los corregidores en las diversas regiones.

A la cabeza del sistema se encontraba la Real Audiencia, compuesta por cuatro oidores o magistrados de alta jerarquía, que obligadamente debían tener los grados de licenciado o doctor en Derecho.

La Audiencia era el tribunal de primera instancia en algunos casos y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores. Se podía apelar a sus fallos sólo en cuestiones de gran importancia, ante el Consejo de Indias; pero en la práctica, los procesos eran finiquitados en el mismo tribunal.

La Corona depositó en la Audiencia otras funciones que le daban el derecho a inmiscuirse en diversos organismos. Tuvo atribuciones de carácter político; servía de consejo al Gobernador y en asuntos muy difíciles tomaba decisiones junto a éste. Por sí misma podía despachar Reales Provisiones.

En cada capital de virreinato y de gobernación hubo una Audiencia. La de Chile fue establecida definitivamente, en Santiago, el año 1609.

Cabildo: órgano de la comunidad.

En España, el Cabildo era una institución popular muy antigua. Los conquistadores, al crear las ciudades en América, las dotaron de cabildos para organizar la administración local y poder luchar por sus intereses.

Estos organismos eran presididos por los corregidores o agentes superiores del gobernador. Estaban integrados, por dos alcaldes o jueces y seis regidores. Además, se incorporaban algunos altos funcionarios reales. Alcaldes y regidores eran elegidos cada año por el cabildo.

Al igual que las municipalidades de hoy, los cabildos se ocupaban del aseo y ornato de las ciudades y de algunas obras públicas. Además velaban por la instrucción primaria y organizaban las festividades públicas.

Para cumplir con esas funciones, el cabildo encargaba tareas a sus propios componentes: el juez de aguas velaba por la mantención de las acequias y el reparto equitativo del agua; el fiel ejecutor vigilaba el cumplimiento de los precios fijados por el municipio y el respeto de los aranceles por parte de los artesanos, etc.

Los integrantes de los cabildos eran miembros de los más altos círculos sociales, es decir, los únicos grupos que tenían actuación pública. Sin embargo, se suponía que representaban a toda la comunidad y que velaban por su interés y bienestar.

Los intereses locales.

Pese al gran poder de la Corona, existían mecanismos para hacer presente los problemas que agobiaban a los súbditos y requerir su solución. Los cabildos podían dirigir peticiones a los gobernadores y aún al Rey cuando estimaban que una disposición los perjudicaba. Fueron comunes, por ejemplo, las peticiones para que se redujesen algunos impuestos o se variase la forma de recaudarlos. También solía pedirse la instalación de algún organismo administrativo o de alguna institución de enseñanza. Así nacieron, por ejemplo, la Casa de Moneda, el Tribunal del Consulado, la Universidad de San Felipe y la Academia de San Luis.

El control sobre las autoridades

La Corona se propuso dar una buena administración a las colonias americanas para impedir los excesos de sus funcionarios. Sin embargo, la lejanía del continente, el gran poder que concentraban las autoridades y la dificultad para conocer los problemas en medio de informes contradictorios, se presto para muchos abusos.

Una de las formas de control, fue la vigilancia que debían mantener las autoridades entre sí, comunicando al Rey de los atropellos que se cometiesen. Para velar por el buen desempeño de los gobernadores y los oidores, la ley estableció que no podían casarse entre ellos y sus hijos en los territorios donde ejercían sus cargos; tampoco podían ser padrinos de bodas o bautismos ni realizar negocios.

Al abandonar sus cargos, todos los funcionarios de alto rango debían comparecer en un Juicio de Residencia, en tanto que el Estado como los particulares podían entablar demandas. En algunos casos, las sanciones fueron fuertes, como ocurrió con los gobernadores Francisco de Meneses y Andrés de Ustáriz, quienes abusaron del poder en forma excesiva. No obstante, las diversas formas de control subsanaron en parte la corrupción administrativa.

La Guerra de Arauco: La sociedad hispana versus la sociedad mapuche

Al concluir la Conquista, hacia fines del siglo XVI, era evidente que los araucanos no lograban ser sometidos y que era necesario cambiar la estrategia. La derrota y muerte del gobernador Oñez de Loyola en Curalaba (1598), fue seguida por el abandono de todas las ciudades ubicadas al sur del Biobío.

Con la llegada del gobernador Alonso de Ribera a comienzos del siglo XVIII, se implantó un nuevo sistema. Una línea de fuertes aseguraría la frontera y avanzaría sólo en caso de que las reducciones indígenas cercanas estuviesen completamente sometidas. Se creó, además, un ejército profesional, permanente y pagado (1604). Unos 2.000 hombres entre oficiales y tropa. El rey mandó que desde Lima se enviase cada año el Real situado, consistente en 293.000 pesos, suma muy elevada para la época. Ribera estableció, además, un orden preciso en la táctica, la marcha y disposición de los campamentos.

La Guerra Defensiva.

Luego de establecida la frontera, el sacerdote jesuita Luis de Valdivia, consiguió que se aprobase en la corte un plan para someter a los araucanos de manera pacífica, principalmente a través de la prédica de misioneros. Mientras tanto, las fuerzas militares debían permanecer a la defensiva. Al ser asesinados los tres primeros misioneros, el sistema fracasó.

Los estímulos de la guerra.

La existencia de la frontera no puso fin a las acciones armadas, las que continuaron por diversas causas. Debido a la escasez de indios para el trabajo en las haciendas de la zona centro y del norte, se logró que la Corona decretase en 1608 la esclavitud de los indios tomados en guerra. Estas incursiones de destacamentos militares en busca de indígenas se llamaron malocas. Mientras que los indígenas realizaban malones o ataques sorpresivos a puestos fronterizos y estancias.

La captura de indios condujo a una rebelión en 1655, causante de enormes trastornos. Esta situación, sumada al aumento de la población mestiza, determinaron la abolición de la esclavitud en 1683.

Guerra y convivencia: el comercio y el mestizaje.

Desde que los españoles y los araucanos entraron en contacto, sintieron la necesidad de intercambiar especies, a pesar de la violencia y el odio.
Fue así, como se estableció un comercio intenso, que en el siglo XVIII estaba perfectamente organizado. Este contacto llevó ineludiblemente a la mezcla racial, misiones y parlamentos.

La incorporación de los indios a la fe cristiana fue una preocupación fundamental para los reyes. Por ello, la Compañía de Jesús se encargó predominantemente de la evangelización. Sus sacerdotes establecieron misiones en el sector de la frontera y también al interior del territorio araucano. Fue así como las misiones desempeñaron un importante rol como lugar de encuentro en la vida fronteriza.

Con el objeto de pacificar la frontera y poder llegar a algunos acuerdos entre españoles y araucanos, se realizaron los Parlamentos; que consistían en reuniones entre el gobernador y las principales autoridades con los caciques, en un determinado lugar que se señalaba de antemano. El primer parlamento fue en Quilín (1641), organizado por el Gobernador Marqués de Baides.

La Guerra de Arauco en el Siglo XVIII.

Debe ser pensada como una etapa avanzada de una larga lucha de tipo fronterizo, en que el aspecto bélico ha cedido en su severidad y, en cambio, se ha generado un sistema de relaciones muy variadas entre las comunidades situadas en ambos lados del Biobío. La guerra poco a poco dio paso al trato pacífico en la frontera, donde los fuertes, las estancias y las misiones servían de centros de contacto. Sólo dos levantamientos generales tuvieron lugar en ese siglo, uno en 1723 y otro, en 1766.

Economía colonial

Las relaciones de intercambio entre España y las colonias, estuvieron determinadas por el Monopolio Comercial, que implicaba que las colonias sólo podían tener relaciones económicas con la Metrópoli.

El tráfico de mercaderías se realizaba a través de flotas y galeones. Una de estas flotas iba a México (Veracruz) y otra a Panamá (Portobelo). Esta última conducía los cargamentos destinados a Sudamérica, comercio que era controlado por los mercaderes peruanos.

Dentro del marco comercial del Imperio Español, la economía chilena jugaba una escasa importancia. Se caracterizaba por tener un carácter agrícola y ganadero.

La agricultura abastecía el mercado interno y al virreinato del Perú. La minería que resurgió en el siglo XVIII, concedía oro y plata a este mismo virreinato y a España. Se importaban productos tropicales y manufacturas provenientes de España.
Mientras que la tributación obtenida dentro de la Capitanía era gastada en la propia administración y algunas obras públicas.

Las faenas agrícolas y la Hacienda.

A comienzos de la Colonia, el cultivo de la tierra no fue muy intenso. Se aprovechaban sólo los terrenos más fértiles y de fácil explotación que daban provisión para la reducida población.

A fines del siglo XVII, la situación cambió radicalmente, ya que el Virreinato del Perú comenzó a depender de la exportación del trigo chileno. El terremoto de 1687 y varias pestes, afectaron la producción peruana, debiendo recurrir a Chile para poder abastecerse. Esta situación permitió una exportación agrícola y ganadera considerables, que dio mayor riqueza a la aristocracia terrateniente y elevó el valor de la tierra.

Dentro de este proceso, la Hacienda ocupó un rol primordial: fue el núcleo económico y de la vida social. Junto con producir bienes agrícolas, se realizaban faenas artesanales para satisfacer las necesidades de la gente pobre -objetos de cerámica, arreos, zapatos de cuero, ponchos, frazadas, etc.-. De esta manera, la hacienda autoabastecía a campesinos, indios y mestizos.

Existía, además, la pulpería, administrada por el patrón, y donde se entregaba a crédito productos como el azúcar, yerba mate, tabaco y agua ardiente, a los peones que recibían a cambio de su trabajo futuro, en un sistema de endeudamiento constante.

La Minería.

El siglo XVI se caracterizó, en el plano económico, por la explotación de los lavaderos de oro. Durante el siglo XVII, esta actividad resurgió a causa de la intensificación del comercio externo. El principal producto extraído fue la plata y en segundo lugar el oro; mientras que el cobre sólo se producía en pequeñas cantidades. La producción minera permitió contrarrestar la desequilibrada balanza comercial -debido a la pobreza del país, que gastaba más de lo que recaudaba en impuestos- e incrementar el flujo de las mercaderías del exterior.

La ganadería.

La ganadería fue siempre un rubro seguro de producción, pues no requería de muchos cuidados ni de mucha mano de obra. El ganado se criaba en libertad en las haciendas y, una vez al año, se realizaba el rodeo. En estas faenas, los huasos de las haciendas salían a caballo a reunir al ganado disperso, el cual posteriormente era marcado y algunos sacrificados. De la ganadería se obtenían productos como cueros, sebo, grasa y charqui.

El comercio.

El Callao -puerto peruano- fue la gran plaza para el comercio nacional, que dependió casi exclusivamente de los mercaderes limeños. Chile exportaba vino, aguardiente, frutas secas, sebo, charqui, manzanas, madera, paños; también oro y plata. A cambio, recibía mercaderías procedentes de España como papel, géneros finos, muebles, fierro, etc. y productos de América como azúcar, tabaco, cacao, entre otros.

Economía del siglo XVIII.

Con el cambio dinástico (reyes), se introdujeron una serie de reformas en todos los ámbitos, incluido el económico. En este campo, se fueron dando gradualmente mayores libertades para comerciar con España, debido a que el sistema de flotas se hacía cada vez más complejo y era más fuerte el asedio comercial de Inglaterra y Francia. Una serie de medidas permitieron esta mayor libertad:
- Se puso término al sistema de flotas, el cual fue reemplazado por el sistema de registros del Cabo de Hornos. Esto permitió la autorización para la navegación de barcos aislados que iban directamente al puerto de destino de los cargamentos.
- En 1778 se dictó la Ordenanza de Libre Comercio, que permitió el comercio entre las colonias y todos los puertos españoles, además de eliminar algunos impuestos.
- Se autorizaron diversas formas de comercio con los extranjeros.

Todas estas medidas apuntaban a estimular y proteger el comercio interno del Imperio y desplazar a los extranjeros. El movimiento de naves fue así intenso y expedito; hubo gran acumulación de mercaderías, bajando el precio de estas.

Unido al fenómeno del alza comercial, esta el repunte de la vida urbana, que creó sus propias formas económicas, básicamente sustentadas en la artesanía y el trabajo libre de mestizos y villanos (españoles llegados con posterioridad a la conquista). La Corona estimuló un ambicioso programa de obras públicas que comprendía desde la fundación de ciudades hasta la canalización de ríos, destacando entre sus obras la mejora en las vías de comunicación (camino de Santiago a Valparaíso), los Tajamares del Mapocho, el Puente de Cal y Canto. También se construyeron nuevos edificios como la sede de la Real Audiencia y el Palacio de la Moneda, contribuyendo el arquitecto italiano Joaquín Toesca al desarrollo del estilo neoclásico de la arquitectura chilena.

Otro aspecto a destacar de la vida económica del siglo XVIII, es la serie de reformas administrativas establecidas en ese siglo. La principal de ellas fue la creación de las intendencias que buscaban dar el gobierno más adecuado a los territorios de la Corona, subdividiéndolos en unidades más pequeñas a cargo de un funcionario -el Intendente- y con especial preocupación de la Real Hacienda. Chile contó con dos intendencias, divididas por el río Maule, contando el Intendente con funciones que se referían a asuntos de policía, justicia, guerra y hacienda. Tenía a su cargo, bajo el título de Intendente de la Real Hacienda, los siguientes organismos de carácter económico:

Real Tribunal del Consulado, que correspondía a la asamblea de los grandes comerciantes locales y tribunal de justicia comercial. Se caracterizó por ser un tribunal competente y rápido, además de permitir a los comerciantes chilenos defender sus intereses, liberándose de la dependencia de Lima. También estaba dentro de sus atribuciones promover el desarrollo de la agricultura, la industria y el comercio.

Real Casa de Moneda, que con la acuñación de monedas, solucionaría los problemas de escasez de circulante.

Real Tribunal de Minería, tenía funciones similares a las del Consulado, pero en al ámbito minero.

Estas medidas, significaron el reconocimiento de los grupos económicos de comerciantes y mineros, que unidos al Cabildo, actuaron como grupos representativos de la sociedad chilena del siglo XVIII.
Los impuestos.

La Corona española para compensar sus problemas financieros, aplicó una multitud de impuestos a sus colonias de América, los cuales llegaron a constituir una pesada imposición para sus habitantes. Sólo al finalizar el período colonial, la política reformista de los reyes borbones trató de alivianar esta carga impositiva.

Existían dos clases de contribuciones: las especiales, que imponían determinados servicios en cada población, y la de los negocios del país en sus diferentes géneros y que correspondían al Rey. Estos constituían la Renta Local, las otras, el Tesoro Real. La renta local, generalmente, en Chile era bastante insignificante, sobre todo al principio. Las entradas de la Corona eran mucho más seguras y cuantiosas. Las principales eran:
Quinto Real. Impuesto del 20% al producto de las minas y lavaderos de oro.

Diezmo Eclesiástico. 1/10 de los productos agrícolas y ganaderos de cada año. El producto de este impuesto estaba destinado al sostenimiento y esplendor del culto.

Almojarifazgo. Contribución aduanera sobre las mercaderías internadas al país o extraídas de él y que corresponde a un 5% de su valor. Se pagaba en cada puerto en que la mercadería era desembarcada.

Alcabala. Impuesto a la venta o transferencia en cualquier forma de bienes muebles e inmuebles, en la proporción de 2 a 6% sobre su valor. La tasa de este impuesto tuvo más tarde variaciones.

Derramas. Gravamen extraordinario de protección que debían pagar los habitantes en caso de peligro o de ataques indígenas.

Media Anata. Derecho que se pagaba en cualquier beneficio eclesiástico o pensión y equivalente a la mitad de la renta anual.

Real Situado. Dotación de fondos provenientes del Perú para pagar a los militares y solventar los gastos del ejército durante y después de la Guerra de Arauco.

Tributo Indígena. Este era pagado por todos los indios en su condición de vasallos de la Corona, a cambio de él, recibían protección, tutelaje, evangelización y justicia.

La Iglesia Católica en la Colonia

En América como en España, la Iglesia estuvo vinculada al Papado y a la Monarquía. Los unía el Derecho de Patronato, según el cual los reyes proponían a Roma los eclesiásticos que debían ocupar altos cargos. También autorizaban la validez de las bulas y otros documentos papales (exequator) y el recurso de fuerza que permitía a los religiosos recurrir en ciertos casos a los tribunales civiles para resolver materias de disciplina interna.

En la práctica, sólo el Rey podía autorizar la fundación de iglesias, capillas y conventos. A su vez, proporcionaba los fondos para todos los gastos, cobrando el impuesto del diezmo.

La base de la organización eclesiástica eran los obispados de Santiago y Concepción. La orden de los Jesuitas alcanzó el mayor poder, prestigio e influencia en el Chile Colonial.

El papel que jugaba la Iglesia en América, estaba centrado en la evangelización de los naturales. Se trataba así no sólo de cristianizar al natural, sino también de defenderlo frente al abuso, crueldad y prepotencia de españoles y criollos. En el ámbito americano, Fray Bartolomé de Las Casas representa a uno de los más célebres defensores de los indios, y en Chile, durante el siglo XVIII, el jesuita Luis de Valdivia fue su más fiel seguidor.

La cultura en el Chile Colonial

La cultura en Chile colonial está íntimamente ligada a la Iglesia Católica, al igual como ocurriera en toda Hispanoamérica. Esta institución a través de una acción evangelizadora y misionera, conservó algunas tradiciones y conocimientos de los indígenas de América, a la vez de poner a éstos en contacto con la cultura cristiana occidental de los españoles.

Junto a los misioneros y frailes se crearon las primeras escuelas de América, se desarrollaron las artes plásticas, la música y una arquitectura de características que la hacen todo un símbolo de la América colonial.
En cuanto al trabajo de los primeros misioneros, además de enseñar la doctrina católica a los indios, desarrollaron gramáticas, diccionarios de lenguas aborígenes, con el fin de poder predicar con más facilidad las Sagradas Escrituras.

Junto con la llegada de las huestes conquistadoras, llegaron también los cronistas, es decir, soldados que se dedicaron a escribir algunos relatos de sus viajes y aventuras y que se han convertido en valiosos documentos históricos de la Conquista. En el siglo XVII aún persiste la crónica, con el Padre Diego Rosales. Aparece también el ensayo, destacando en este género el capitán Alonso González de Nájera y sobre todo el Padre Alonso de Ovalle.

En otro campo de las letras, hay que destacar los estudios filológicos del Padre Luis de Valdivia, el relato de crítica política de Francisco Pineda y Bascuñán -El cautiverio feliz- y los trabajos jurídicos de Fray Gaspar de Villarroel.

Ya en el siglo XVII, las órdenes religiosas poseían colegios, destacando desde esa época los de la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII, se alcanzó la enseñanza superior con la fundación de la Real Universidad de San Felipe en 1738, aunque inició su funcionamiento gracias al impulso de personajes ilustrados como Manuel de Salas, quien también fue el promotor de la creación de la Academia de San Luis.

Fue así como las figuras más destacadas de las letras chilenas en el siglo XVIII fueron los jesuitas: el Padre Juan Ignacio Molina, científico, y el Padre Manuel Lacunza, teólogo y literato, quienes debieron abandonar el país cuando la Compañía de Jesús fue expulsada de los dominios españoles. En el siglo XVIII destacaron los historiadores Vicente Carvallo Goyeneche y el Padre jesuita Miguel de Olivares.

Los límites geográficos de Chile durante la Colonia

Los límites al iniciarse el período colonial fueron: al norte, el despoblado de Atacama; al sur el Estrecho de Magallanes; al este, la provincia de Cuyo y la Patagonia, desde el río Negro al sur. Cuyo pasó al Virreinato de Buenos Aires en 1776.

También fueron de importancia dos enclaves fortificados; Valdivia y Chiloé, que dependían del virreinato del Perú. Se ocuparon las ciudades de Valdivia (siglo XVII) y Osorno (siglo XVIII), y también las islas de Juan Fernández. El siglo XVIII se caracterizó por tener una política de fundaciones. Así surgieron Copiapó, Combarbalá, Illapel, La Ligua, Petorca, San José de Maipo, Alhué, Quillota, San Felipe, Casablanca, Melipilla, Rancagua, San Fernando, Curicó, Cauquenes, Linares, Parral, Quirihue, Constitución, Los Ángeles, Talca y Concepción (cambió de lugar).

Los gobernadores que más sobresalieron por el impulso dado a las fundaciones fueron: José Manso de Velasco, Domingo Ortiz de Rozas y Ambrosio O’Higgins.

La dinastía de los Borbones y las influencias del Despotismo Ilustrado

Al morir Carlos II de España, sin descendencia, el trono pasó el año 1700 a la Casa Borbón con Felipe V, nieto del Rey Sol. Los nuevos monarcas adoptarían las ideas del movimiento intelectual que se llamó Ilustración, el cual consistía para estos monarcas como la utilización de la razón como único instrumento para entender y enjuiciar todo (religión, política, etc.) y poder llevar el progreso a sus gobernados. La Ilustración, como tal, tuvo su máxima expresión filosófica y política con Voltaire, Montesquieu, Rousseau y los Enciclopedistas.

Los gobernadores de Chile en el siglo XVIII.

- Gabriel Cano y Aponte (1717-1733). Con él se inicia la serie de excelentes gobernantes del Reino de Chile. Logró una larga paz con los araucanos, afrontó el terremoto de 1730, favoreció el desarrollo económico de la Colonia basado en la producción agropecuaria, sobre todo sebo, cueros y charqui.
- 1733-34: interinato de Francisco Sánchez de la Barreda y Vera.
- 1734-37: interinato de Manuel de Salamanca.
- José Antonio Manso de Velasco (1737-1745). Conde de Superunda y luego Virrey del Perú. Fundó Rancagua, Melipilla, San Felipe, Los Andes, etc.
- 1745-46: interinato de Francisco José de Ovando, marqués de Ovando.
- Domingo Ortiz de Rozas (1746-55). Tan eficiente como Manso de Velasco. Fundó nuevas poblaciones, fomentó las actividades culturales, económicas y comerciales. En su gobierno se creó la Casa de Moneda y la Real Universidad de San Felipe. Además se reconstruyeron los tajamares del Mapocho.
- Manuel de Amat y Juniet (1755-61). De carácter severo, realizó variadas e importantes obras públicas. También aseguró el orden y la tranquilidad, para lo cual creó un cuerpo de policía: Los Dragones de la Reina. Fue designado Virrey del Perú.
- 1761-62: interinato de Félix de Berroeta.
- Antonio Guill y Gonzaga (1762-68). De carácter un tanto débil, depositó la tarea administrativa en el famoso Corregidor Zañartu, quien en 20 años de ejercicio de su puesto (1762-82), dejó una larga y fecunda labor. Su máxima obra fue el Puente de Cal y Canto. En este gobierno se realizó la expulsión de los jesuitas, en 1767, por orden real.
- 1768-1770: interinato de Juan de Balmaceda y Censano.
- 1770-73: interinato de Francisco Javier de Morales y Castejón.
- Agustín de Jáuregui (1773-1780). Sus antecesores interinos debieron enfrentar un gran levantamiento indígena que no se producía desde los tiempos de Cano y Aponte. En su gobierno se aceptaron “embajadores” de los mapuches en Santiago; se separó la provincia de Cuyo del Reino de Chile y se produjo la reacción de los criollos ante el recargo de impuestos, tal vez antecedente de las ideas independentistas. Fue promovido a Virrey del Perú.
- 1780: interinato de Tomás Álvarez de Acevedo.
- Ambrosio Benavides (1780-87). Enfrentó la conspiración de Los Tres Antonios y las grandes crecidas del río en 1783. Encargó a Joaquín Toesca la construcción de la Casa de Moneda y otros edificios de acuerdo a las órdenes reales y dividió el Reino en dos intendencias: Santiago y Concepción.
- Ambrosio O’Higgins (1787-95). Conde de Ballenary, más tarde, marqués de Osorno. Este ilustre gobernador de origen irlandés, realizó una de las administraciones más sobresalientes de toda la Colonia. Fundó numerosas ciudades: Santa Rosa de Los Andes, Illapel, San José de Maipo, Reina Luisa del Parral, San Ambrosio de Linares, etc. Además promovió el desarrollo económico introduciendo nuevas especies, pero sólo tuvo resultados en la minería, enviando cobre a España. Fue virrey del Perú.
- 1796: interinato de José de Rezábal y Ugarte.
- 1796-99: interinato de Gabriel Avilés y del Fierro, marqués de Avilés.
- Joaquín del Pino (1799-1801)
- 1801: interinato de José María de Santiago Concha.
- 1801: interinato de Francisco Tadeo de Medina.
- Luis Muñoz de Guzmán (1802-1808)
- Antonio García Carrasco (1808-Julio de 1810)
- Mateo de Toro y Zambrano (Julio-Septiembre de 1810).



3. PROCESO DE EMANCIPACIÓN NACIONAL E INICIOS DE LA VIDA REPUBLICANA (1810-1823)

Chile hacia 1810

La ocupación efectiva del territorio a comienzos del siglo XIX, comprendía desde la Serena –por el norte- hasta el río Biobío -por el sur-frontera que separaba las áreas de influencia hispana y mapuche, la cual había sido establecida a fines de la Conquista (1598) como una de las consecuencias del desastre de Curalaba.

No más de 800.000 habitantes poblaban el Reino, siendo mestizos la mitad de esta cifra, aproximadamente. Sobrepasaban en número los criollos a los 20.000 españoles y a los 20.000 negros, zambos y mulatos, de los cuales alrededor de 5.000 eran esclavos ocupados principalmente en labores domésticas. La estructura social estaba constituida en torno a la propiedad de la tierra, que pertenecía principalmente a doscientas familias criollas, que conformaban el sector social dominante, además de gente procedente del comercio y de la minería. El crecimiento de la agricultura y la exportación de cereales al Perú, había aumentado las demandas de mano de obra y la hacienda contrataba a sus trabajadores para reducirlos a la situación de dependientes vinculados, cediéndoles porciones de terreno a cambio del pago en moneda o especies, pero sobre todo, a cambio del trabajo personal en la hacienda. Eran éstos los inquilinos, mestizos en su mayoría, y en menor grado, castas de blancos pobres. Los esclavos negros, además de ser costosos, eran utilizados como mozos o artesanos.

Desde unos cincuenta años antes de 1810, los criollos mantenían una constante oposición a los impuestos de la Corona y aspiraban, además, a controlar toda la burocracia en Chile, ya que las oportunidades para hacer carrera eran reducidas. Pese a tener, cada vez más cargos públicos, los deseaban todos para sí.

Las exigencias de los criollos revelaban su sentido de identidad con su suelo natal; así como también la autoconciencia regional se expresó en la literatura chilena, donde autores como Juan Ignacio de Molina, y Gómez de Vidaurre escribieron con orgullo sobre la Historia, la naturaleza y las gentes de su patria.

La clase más pudiente de la sociedad chilena fue la que hizo la revolución de la Independencia. Era la clase mejor organizada, consciente de su fuerza, amante de su país, y en ella había comenzado la convulsión. La mayor parte del cuerpo social sin educación, despreocupado y viviendo ligado a la aristocracia por diversos vínculos e intereses, no podía ser el elemento que llevara a cabo esta empresa tan delicada. Sin embargo, es necesario aclarar que hacia 1810 es incuestionable la fidelidad al monarca cautivo (Fernando VII), que la profesaban una mayoría de criollos ya fuese por hábito, por convicción o por inercia; siendo el ejemplo más notorio de esta situación el Acta de la Primera Junta Nacional de Gobierno.

El proceso de Independencia Nacional ha sido subdividido tradicionalmente en tres etapas:

La Patria Vieja: Comprende desde la realización de la Primera Junta Nacional de Gobierno(18 de septiembre de 1810) hasta la derrota del ejército patriota en el Desastre de Rancagua (1 y 2 de octubre de 1814).

La Reconquista: Se extiende desde el desastre de Rancagua hasta la liberación de Santiago por parte del Ejército libertador de los Andes en la Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817).

La Patria Nueva: Desde el gobierno de O’Higgins (1817-1823), en el cual se logra la independencia definitiva de nuestro país.




Factores que facilitaron el proceso de Emancipación Nacional.

Factores externos

La Independencia de los EE.UU. La independencia de las colonias inglesas de Norteamérica y la organización de los Estados bajo un sistema constitucional, fueron vistos por algunos criollos ilustrados como un ejemplo de lo que podría ocurrir en los dominios de España.

Muchas de las nuevas ideas políticas sobre los derechos de los ciudadanos, libertades públicas y régimen representativo fueron puestos en práctica en los EE.UU. y demostraron de una forma clara la posibilidad del sistema republicano.

La influencia de las ideas de la Ilustración: El espíritu crítico y reformista de la Ilustración que influyó en numerosos criollos americanos debe considerarse como un factor que ayudó a quebrantar la legitimidad monárquica. Las obras de Voltaire, Rousseau y Montesquieu pese a la prohibición de las autoridades españolas, llegaron hasta América con frecuencia. A pesar de su circulación reducida, ejerció decisiva influencia en personajes de importancia como José Antonio de Rojas, Manuel de Salas, Fray Camilo Henríquez y José Miguel Infante, entre otros.

Las ideas de fortalecer los derechos del pueblo frente al poder absoluto de la monarquía, fue el nuevo principio de legitimidad basado en la soberanía popular, que abrieron los ojos a los criollos y los prepararon para una gradual pero definitiva separación del orden monárquico.

La Revolución Francesa : Es otro ejemplo de la puesta en práctica de las nuevas ideas políticas. El fin de la monarquía y de todo el régimen que la sustentaba, y la participación del pueblo en asuntos públicos, llamó poderosamente la atención del mundo. El súbdito se transformo en ciudadano, y el dogma del origen divino del poder real fue reemplazado por el principio de la soberanía popular.

Factores Internos

Rivalidad entre criollos y españoles: Ya que entre ambos sectores se generó una constante pugna por los cargos públicos. La amplitud alcanzada por los criollos y su influencia dentro de la sociedad corrió a parejas con el deseo y la necesidad de ocupar puestos, especialmente en los niveles superiores. Estos propósitos chocaban con la preferencia otorgada a los españoles. Así, a pesar del nombramiento de criollos en diversos cargos, la proporción era mucho menor que los peninsulares, causando resentimientos, como en el caso del cargo de gobernador, éste estuvo invariablemente en manos de los españoles, lo que hacía patente la desigualdad y desconfianza hacia el elemento criollo.
Para la aristocracia criolla el mando de la colonia era una especie de necesidad urgente dados elementos de riqueza, poder social y cultura que había alcanzado y que habían creado en ella conciencia de grupo dirigente. Consideraban al elemento hispano como foráneos causantes del retraso americano.

La postración económica: En el ámbito económico, dado el rol abastecedor de materias primas y metales preciosos asignados por la Corona a sus posesiones ultramarinas, éstas constituían también el mercado donde la metrópoli colocaba sus manufacturas. A ello se suma el monopolio comercial que España mantenía con sus colonias, lo que contribuía a su postración económica.

Causa inmediata o factor detonante

La prisión de Fernando VII (1808-1813) a manos de Napoleón Bonaparte.

De la crisis monárquica de (1808) a la instalación de la Primera Junta Nacional de Gobierno (1810)

Sucesos en España: En su lucha por lograr el dominio de Europa, Napoleón decretó en 1806 un bloqueo comercial a Inglaterra, su principal enemigo, el cual no fue acatado por Portugal. Fue entonces cuando Napoleón decidió someter a la nación insubordinada y para ello solicitó autorización al rey de España para cruzar aquel país e invadir Portugal.
España ligada a la política napoleónica, accedió. En pocos meses los franceses sometieron a Portugal y continuaron introduciendo tropas en España. Napoleón, aprovechando el desgobierno causado por la ineficacia del rey Carlos IV, más las corrupciones de la familia real y la corte, planificó un golpe de Estado contra sus antiguos aliados.

La presencia de tropas francesas, la corrupción gubernamental y su desprestigio, motivaron el descontento del pueblo español, el cual se manifestó a través del Motín de Aranjuez en marzo de 1808. Esta situación obligó a Carlos IV a abdicar en la persona de su hijo Fernando VII nuevo rey de España, el cual era mirado con simpatías por el pueblo y considerado la esperanza regenerativa para España. Sin embargo, el nuevo monarca va ser atraído por Napoleón, quien a través de engaños y presiones en La entrevista de Bayona lo hace abdicar de su corona y una vez en sus manos Napoleón le entrega el trono de España e Indias a su hermano José Bonaparte, mientras Fernando VII permanece cautivo en la villa de Bayona Francia, siendo liberado recién en 1813, cuando comienza el fin de la era napoleónica.

Esta situación provocó la sublevación general del pueblo español contra los franceses, comenzando así una lucha desordenada contra las pretensiones bonapartistas. Para reemplazar al rey ausente (Fernando VII) y hacer frente a la acefalía del gobierno -conforme a la antigua tradición medieval española- en cada ciudad se formó una junta de gobierno provisional que tomó el mando a nombre del Rey. La necesidad de coordinar la acción gubernativa y la resistencia contra los franceses, pronto determinaron que las juntas locales conformaran la denominada Junta Central con sede en Sevilla(1808).

La prisión de Fernando VII, al dejar acéfalo el gobierno en España y América, planteó un difícil problema político que dividió las opiniones de criollos e hispanos. Para éstos últimos, la Junta Central poseía autoridad sobre el territorio peninsular y también sobre el americano, y por lo tanto, debía gobernar tal como el monarca, cuya autoridad representaba. Mientras que para los criollos, los dominios americanos constituían reinos apartes, unidos a la persona del Rey de España; la base de este argumento radicaba en el hecho que la Corona de Castilla había recibido directamente del Papa la soberanía del nuevo continente tras el descubrimiento hecho por Colón.

Por ello, la tesis central por la cual los criollos no aceptaron los dictámenes de la Junta central se refiere a lo siguiente : “En ausencia del rey, los pueblos americanos no debían obediencia al pueblo español, ni tampoco a la Junta creada por éste, sino que debían conformar su propio gobierno que mandase a nombre del rey cautivo hasta el día en que Fernando VII fuese restaurado en el trono”.

Sucesos en Chile

El mal gobierno de García Carrasco

Frente a los sucesos acontecidos en España, en nuestro país se vivía una complicación adicional. El mando de la Capitanía General de Chile era ejercido entonces por el Gobernador Francisco Antonio García Carrasco. A comienzos de 1808 había sucedido en el mando al querido andaluz Luis Muñoz de Guzmán.

La oculta participación de García Carrasco en la captura de la fragata inglesa “Scorpión“ barco de contrabando, hicieron muy impopular al nuevo gobernante, quien, en dos años de gobierno, se gano la enemistad de la Real Audiencia, el Cabildo de Santiago, la Universidad de San Felipe y la aristocracia criolla. Sin duda García Carrasco era el menos indicado para gobernar Chile en las difíciles circunstancias por las que pasaban España y sus colonias.

Con el transcurso del tiempo y la llegada de las noticias que daban cuenta de los sucesos en la península, no sólo corrieron rumores respecto al deseo de los criollos de establecer una Junta, sino también de algunos que hasta proyectaban, la plena independencia. Estas ideas se comentaban en diversas tertulias de Santiago y Concepción

Hacia fines de 1809, dos particulares fueron arrestados por expresar opiniones revolucionarias, aunque no se les castigó rigurosamente. No obstante, en Abril de 1810, el Virrey del Río de la Plata informaba al gobernante de Chile que en el país había grupos partidarios de la independencia total.

Los rumores de rebelión movieron a García Carrasco a dictar medidas de vigilancia. Fue así, como el 18 de mayo ordenó indagar en la conducta de connotados ciudadanos de Santiago, como: José Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo de Vera y Pintado. Los tres fueron arrestados el 25 de mayo y enviados a Valparaíso, para esperar ser embarcados a Lima para ser juzgados. La aristocracia criolla de Santiago reaccionó indignada; por medio del Cabildo -su principal órgano de expresión- elevó una solicitud al gobernador pidiéndole colocar en libertad a los apresados.

Enterado un mes más tarde del establecimiento de una Junta de Gobierno en Buenos Aires, García Carrasco ordenó en forma irrevocable que los tres presos fuesen enviados a Lima en el primer buque que saliese de Valparaíso.

La precipitada acción gubernamental provocó la indignación de la aristocracia santiaguina: el Cabildo llegó a planear, incluso, el derrocamiento del gobernador por la fuerza e instituir en el acto un gobierno nacional.

Sin embargo, alarmada la Real Audiencia, por el matiz que tomaba la situación, donde por las noches patrullas capitaneadas por alcaldes del Cabildo recorrían las calles de la capital como si se tratara de defender a los vecinos más caracterizados de nuevos golpes de autoridad, se adelantó a éste y persuadió al gobernador que dejase el mando como el único medio de poner fin a la agitación y afianzar la autoridad real en Chile. García Carrasco accedió el 16 de julio de 1810 y el gobierno fue entregado a Mateo de Toro y Zambrano-conde de la Conquista-brigadier de milicias, y criollo octogenario muy apreciado.

Formación de la Primera Junta Nacional de Gobierno

La caída del gobernador español contribuyó a dar confianza a los criollos, pero la calma que siguió al reemplazo del gobernante fue sólo aparente. Hasta entonces, el propósito de formar una Junta de Gobierno era idea de algunos; mas, las ideas esparcidas por los más audaces y las noticias que llegaban desde España dando cuenta de la reducción, día a día, de su territorio libre a una pequeña área en el Sur de la península, debido al avance napoleónico, prepararon el camino para la formación de una Junta Gubernamental.

Por esos días, dentro del país, circuló una proclama titulada “Catecismo político cristiano”, firmada con el pseudónimo José Amor de la Patria. Los propósitos del escrito fueron difundir nuevas ideas políticas, señalar lo negativo del régimen colonial, e impulsar la formación de un gobierno propio.

A principios de Septiembre de 1810 los planes de los juntistas se hallaban adelantados. El Cabildo de Santiago, compuesto fundamentalmente por regidores criollos, era el principal impulsor de esos planes. Sin embargo, les era necesario actuar rápido: el nombramiento por parte de la regencia de Francisco Javier Elío, como gobernador permanente de Chile, quien era señalado como realista intransigente, no auguraba tranquilidad. Igualmente el Gobernador Toro y Zambrano había cedido a las presiones de la Real Audiencia y a despecho del Cabildo, reconoció al Consejo de Regencia, instalado en Cádiz (agosto de 1810).

La lucha entre el bando reformista, encabezado por el Cabildo, y el sector absolutista, dirigido por la Real Audiencia, alcanzó en septiembre su punto culminante. Alegando la inquietud reinante en la ciudad y la necesidad de aclarar la situación política existente, el Cabildo logró del conde de la Conquista la realización de Cabildo abierto al que concurrirían-aparte del gobernador y el municipio-un representante de cada institución y cuatrocientos vecinos de los más destacados.

El 18 de septiembre de 1810 se realizó el Cabildo abierto en la Sala de Reuniones del Tribunal del Consulado. El Gobernador Mateo de Toro y Zambrano inició la reunión haciendo entrega voluntaria del mando, e hizo presente por intermedio del secretario Argomedo, que tomaba aquella determinación para que se decidieran los medios de “quedar seguros, defendidos y eternamente fieles vasallos del más adorable monarca Fernando”.

Posteriormente, tomó la palabra el procurador del Cabildo de Santiago, don José Miguel Infante y en nombre del vecindario que le tocaba representar legalmente, apoyó razonadamente la creación de una Junta. A su juicio, conforme a las antiguas leyes de la monarquía española, correspondía crear cuerpos de regencia en ausencia del soberano, tal como lo hicieron las provincias españolas al formar Juntas de Gobierno. Además, el Consejo de Regencia había declarado que América era parte integrante de la monarquía, con los mismos derechos del pueblo español y subsecuentemente, poseía iguales derechos para formar Juntas. Infante señaló los inconvenientes de los gobiernos unipersonales y el peligro de que llegara a Chile un gobernador ya designado en España. Además, planteó la necesidad de establecer en el Reino la plenitud de las funciones gubernamentales, debido a que por las circunstancias del momento, el Consejo de Regencia atendía solamente los asuntos de guerra.

Finalizado el discurso, la concurrencia pidió a voces la formación de una Junta, existiendo acuerdo unánime, puesto que la gran mayoría eran criollos pro juntistas. Se designó a sus miembros :

Presidente : Mateo de Toro y Zambrano, conde de la Conquista.
Vice-Presidente : José Martínez de Aldunate, Obispo de Santiago.
Vocales : Fernando Márquez de la Plata; Juan Martínez de Rozas; Ignacio de la Carrera; Francisco Javier de la Reina y Juan Enrique Rosales.

Es importante aclarar que una vez constituida la Junta de Gobierno del Reino de Chile, El Acta de su instalación declaraba firmemente que Chile se conservaría fiel al Rey Fernando VII.

Los fundamentos teóricos que expusieron los criollos para legitimar su movimiento juntista, fueron los siguientes :

1° Las colonias hispanoamericanas pertenecían a la corona española y no al pueblo español, por lo tanto, no tenían por qué obedecer al Consejo de Regencia.

2° Por cautiverio del Rey, el poder había vuelto al pueblo y éste podía formar el gobierno provisional que durase hasta el regreso del monarca.

3° Las viejas leyes españolas indicaban la forma de crear organismos de gobierno en ausencia del rey y las mismas provincias de España, habían dado el ejemplo estableciendo juntas.

4° Los americanos eran súbditos del Rey y no del pueblo español, por lo cual estaban en condiciones de adoptar las soluciones que estimasen convenientes.



La Patria Vieja

Gobierno de la Primera Junta

El nuevo gobierno, desde el comienzo, se hizo cargo de las tareas de urgencia. Adoptó un conjunto de medidas que eran a la vez liberales y prudentes. Estas fueron :

- Creación de nuevos cuerpos militares.
- El establecimiento de relaciones con la Junta de Buenos Aires.
- El establecimiento de la Libertad de Comercio con todas las naciones.

Sin embargo, su obra más importante fue : La Convocatoria a un Congreso Nacional, al que debería entregar el mando del país. El objetivo del Congreso era establecer una verdadera representación nacional conforme a las nuevas ideas políticas difundidas en Europa en el curso del siglo XVIII.

Motín de Figueroa

A comienzos de 1811 se realizaron las elecciones de diputados para el Congreso Nacional, en los diferentes distritos, en asambleas parecidas a los Cabildos abiertos. En Santiago, la elección se retrasó debido al motín que el 1° de abril encabezara el coronel español Tomás de Figueroa. Desbaratada la tropa que le seguía, tras un breve proceso, fue condenado a muerte y puesto frente a un pelotón de fusileros en la madrugada del día siguiente del motín. Debido a esta situación, la Junta actuó con prisa, impulsada por Juan Martínez de Rozas. Al aplastamiento del motín siguió la disolución de la Real Audiencia, tribunal señalado como centro realista e instigador de la revuelta.

El Primer Congreso Nacional

La instalación del Primer Congreso Nacional tuvo lugar el 4 de julio de 1811. En el discurso inaugural se expresaron ideas de soberanía popular y la necesidad de establecer un sistema constitucional para reglamentar el ejercicio de la autoridad. Establecido el Congreso, la Junta quedó disuelta y la suma del poder pasó a la asamblea. Al igual que aquélla, el Congreso ahora dispuso de autoridad legislativa y ejecutiva.
Instituido el Congreso bajo el juramento al Rey cautivo, Fernando VII, predominaron los diputados leales al monarca y que no sustentaban grandes ideas reformistas. Una pequeña élite era separatista : Rozas ,O’Higgins, Camilo Henríquez, entre otros, formaban parte de ese sector.

Las primeras acciones del Congreso fueron confusas debido fundamentalmente, a la inexperiencia y luego a la lucha de poderes que se produjo en su interior.
La tensión entre los miembros radicales y los elementos moderados, se hizo sentir. El motivo más grave de discordia fue el mayor número de diputados que Santiago envió al Congreso (12 diputados); número considerado excesivo por los diputados provinciales en general y por el grupo de Rozas, en particular. En agosto, luego de agitadas sesiones, el sector radical encabezado por Rozas, se retiró del Congreso.

Por aquel entonces, los patriotas más audaces, descontentos con la situación existente, idearon dar un golpe de Estado. El movimiento tuvo lugar el 4 de septiembre de 1811, dirigido por los hermanos Juan José y José Miguel Carrera, el primero comandante de granaderos y el segundo recién llegado de España, donde había combatido a los franceses. Apoyados por algunas tropas y una muchedumbre, José Miguel Carrera hizo diversas demandas al Congreso, que en el fondo estaban destinadas a cambiar su fisonomía mediante la renovación de algunos de sus miembros, dar mayoría a los criollos avanzados y dar cuerpo a una Junta con más poder que la existente en el seno del Congreso.

De esta forma se constituyó una Junta Ejecutiva de cinco miembros y prontamente se suspendió a algunos diputados y se designó a otros en representación de las provincias. El Congreso “rejuvenecido” por la acción de Carrera se ocupó de importantes reformas, entre las que se cuentan:

- Creación de la Provincia de Coquimbo
- Creación de un Tribunal Supremo Judiciario
- Se dictó “La Libertad de Vientre” bajo el auspicio de Manuel de Salas (1811), que establecía lo siguiente: la prohibición de introducir esclavos al país y la estipulación de que los hijos de esclavos nacerían libres. Los esclavos en tránsito serían libres si permanecían más de seis meses en Chile. Con lo anterior, no se abolió la esclavitud, pero sí se preparó el camino para su extinción total, años más tarde.

Gobierno de José Miguel Carrera (1811-1814)

El funcionamiento del Congreso se vio entorpecido por nuevos golpes de estado que terminaron con su existencia. El 15 de noviembre, José Miguel Carrera dio un nuevo golpe que finalizó con su ascensión al poder. El 2 de diciembre el Congreso fue disuelto y a partir de ese momento, la influencia de Carrera fue absoluta, pese a la presencia de dos vocales que con él formaban una Junta de Gobierno.

Durante el período de Carrera -caudillo que tenía en mente la Independencia total de Chile- comenzaron actuar en favor de la causa patriota varias influencias, tal como la imprenta, que fue la más significativa. Precisamente, una de las primeras medidas tomadas por el gobierno, fue la adquisición de la imprenta que había traído al país Mateo Arnaldo Hoevel, sueco nacionalizado norteamericano, de ideas liberales y simpatizante de la causa patriota.

Un periodismo incipiente halló cauce con la fundación del primer diario chileno “La Aurora de Chile”, creado por Fray Camilo Henríquez, decidido defensor de la causa patriota. En este periódico algunos intelectuales divulgaron conceptos de filosofía política, como el de soberanía popular, la facultad de los pueblos de decidir por sí mismos la forma de gobierno que estimasen más convenientes y el derecho de elegir a sus autoridades. Encubierta o abiertamente se preconizó además la Independencia, y se comentaron las noticias más favorables a la causa de la emancipación. Los otros dos periódicos que sucedieron a “La Aurora de Chile” fueron el “Monitor Araucano” y “El Semanario Republicano”, que también era separatista. Fue así como los nombres de Camilo Henríquez, Bernardo de Vera y Pintado y José Antonio de Irizarri, quedaron ligados a la difusión de los conceptos revolucionarios que habrían leído, en obras de autores franceses.

Para simbolizar públicamente los cambios institucionales, fue creada una bandera compuesta de tres franjas horizontales, de colores blanco, azul y amarillo, nuevo emblema que fue exhibido con motivo del aniversario de la Independencia norteamericana.

Una tarea de primera importancia llevada a cabo por el gobierno de Carrera, fue la promulgación del Reglamento Constitucional de 1812, elaboración que contó con la participación de diversos intelectuales. El Reglamento reconocía a Fernando VII como Rey (Art. 3°), pero esta declaración era sólo una aparente muestra de fidelidad; ya que inmediatamente después en su Art.5° expresaba lo siguiente: “Ningún decreto, providencia u orden que emane de cualquiera autoridad o tribunales de fuera del territorio de Chile, tendrá efecto alguno y los que intentaren darle valor, serán castigados como reos de Estado”. Este artículo representaba en la práctica un disimulado intento de Independencia Nacional.
El Reglamento Constitucional de 1812 también establecía que el poder volvía inmediatamente al pueblo en caso de que los gobernantes diesen un paso en contra de la voluntad general.

Diversas garantías individuales se especificaban en las disposiciones del Reglamento:

- Declaraba en su Art. 24 que : “Todo habitante libre de Chile es igual de derecho: sólo el mérito y virtud constituyen acreedor a la honra de funcionario de la Patria”.
Los poderes del Estado residían en una Junta Superior Gubernativa compuesta por tres miembros y un Senado conformado por siete personas. El Ejecutivo no podía resolver ningún asunto grave -declaración de guerra, acuñación de moneda, alterar el Reglamento, otros - sin el acuerdo de este último.
- La libertad de imprenta quedaba consagrada por el Art.23; un Reglamento especial la reglamentaría para evitar excesos contra la religión y las buenas costumbres.
Sin duda que las anteriores disposiciones conformaron un cuadro innovador respecto del sistema colonial, basado en el absolutismo monárquico. El Reglamento reconoció los derechos de las personas y se ponía límite al poder de los gobernantes.
Sin embargo, la política de reformas y el ejercicio discrecional del poder por parte de Carrera, hicieron perder la confianza de la aristocracia que no miraba con simpatía al joven caudillo ni a los intelectuales y militares que le apoyaban. Además, el intento de segregar a la Iglesia Chilena de la tutela de Roma al establecer el Art. 1° del Reglamento que “La religión Católica Apostólica es y será siempre la de Chile”,omitiendo la palabra “Romana”, hirió muchos sentimientos religiosos. El descontento no se concretó en ninguna acción contra el Gobierno, pues pronto comenzó el enfrentamiento contra las fuerzas realistas, enviadas por el virrey del Perú, Fernando de Abascal.

Las Campañas Militares de la Patria Vieja (1813-1814)

En los últimos años de la Patria Vieja, el Virrey del Perú envió tres expediciones realistas contra Chile, las cuales se fortalecieron con hombres reclutados en Chile, dándole el carácter de guerra civil a la lucha por que se desató.

Expedición del Brigadier Antonio Pareja

El 26 de marzo de 1813 desembarcó en las cercanías de Concepción, al mando de dos mil hombres reclutados en Chiloé y Valdivia, con un cuadro de oficiales y soldados procedentes del Perú. Una vez que se apoderó de Talcahuano y Concepción, hizo lo mismo con Chillán y extendió sus líneas hasta el río Maule.

Ante la amenaza realista, Carrera se trasladó a Talca a organizar la resistencia contra dicho avance, dejando el Gobierno en manos de una Junta recién designada. A las autoridades locales se les ordenó reunir a la milicia y recoger armas y animales. Bernardo O’Higgins se reunió con Carrera en Talca, colaborando desde el primer momento.

Durante todo el año 1813 la guerra no se decidió, de manera que ningún bando pudo proclamarse vencedor. Los patriotas sorprendieron a los realistas en Yerbas buenas, y aunque no los derrotaron, la desmoralización realista llevó a Pareja a recluirse en Chillán. Carrera recuperó Concepción y la región, al mismo tiempo que sitió Chillán en invierno, sin lograr desalojar a los realistas. En octubre, una importante división comandada por Carrera fue atacada una noche por los realistas en el vado del Roble, del río Itata; la confusión reinante en las filas patriotas casi las llevó a un desastre de proporciones. En el trance, la valiente decisión de O’Higgins, que dirigió la reacción, salvó la situación de una calamidad.

Mientras se desarrollaba la guerra, en Santiago se aplicaban cambios importantes. La Junta formada por Carrera cambió su fisonomía. Por disposición del Senado, José Miguel Infante, Agustín de Eyzaguirre y Francisco A. Pérez, ciudadanos de prestigio y decididos reformistas, pasaron a componer la Junta. Desde entonces, en las Juntas de Gobierno que funcionaron en todo 1813-seis en total- no figuraron en ellas José M. Carrera ni ningún otro miembro de la familia.

Los asuntos públicos fueron enfrentados con rapidez y decisión por parte de la nueva Junta, la cual se ocupó de concretar diversas aspiraciones mantenidas desde la época colonial. Dispuso la creación de escuelas de primeras letras en toda ciudad o poblado de más de 50 vecinos, las que se mantendrían con los fondos municipales. La enseñanza sería gratuita y los materiales de estudio deberían entregarse a los alumnos.

En agosto del año 1813, importantes cambios se introdujeron en la enseñanza secundaria y universitaria. En los planes de estudio se procuró dar importancia a las Ciencias Naturales y a los métodos de experimentación, en lugar de la repetición de memoria. La fundación del Instituto Nacional, significó llevar a la práctica los propósitos de impulsar la educación con el respaldo estatal, para lo cual se fusionaron cuatro establecimientos educacionales: La Universidad de San Felipe, el Convictorio Carolino, la Academia de San Luis y el Seminario Conciliar.

“La Aurora de Chile” fue reemplazada por el “Monitor Araucano”, periódico que informaría acerca de los acontecimientos generales y providencias gubernativas. En agosto, un nuevo periódico comenzó a circular, editado por Antonio José de Irizarri: “El Semanario Republicano”. Ambos periódicos impulsaron más abiertamente las ideas de independencia; ya que los sentimientos reinantes habían avanzado en esa dirección, al punto de que la propia Junta de Gobierno proscribió de sus decretos la expresión de ser representativa de la soberanía de Fernando VII.

Para entonces, la situación de España se mantenía estacionaria y la causa de los patriotas luchaba por imponerse en diversas latitudes de América. La fidelidad a Fernando VII se fue convirtiendo, para un grupo creciente, en una simple máscara (la máscara fernandina). En cambio, para otros sectores seguía siendo un sentir profundo.

En octubre de 1813 la Junta se trasladó a Talca, pensando en la posibilidad de la paz y hacerse cargo de la situación militar, en general. El 27 de noviembre, removió a Carrera del comando de Jefe Patriota y nombró a O’Higgins en su lugar, quien tenía una sólida reputación de habilidad táctica y arrojo personal en el curso de la guerra.

Carrera se resistió a este cambio y O’Higgins titubeó antes de asumir la comandancia. Esta situación marcó el comienzo de la discordia entre estos dos patriotas. Pese a todo, el 1° de febrero de 1814, Carrera comprendió que la unidad nacional era más importante que la pugna personal y ordenó a sus tropas a apoyar a O’Higgins como Comandante en Jefe.

Expedición del Brigadier Gabino Gaínza

A pesar de lo anterior, los problemas distaban mucho de terminar: una segunda fuerza expedicionaria proveniente del Perú, desembarcó en Arauco a principios de 1814. Reforzado con tropas de Chiloé, Gainza dio nuevas energías a la acción armada contra los patriotas, logrando éxitos importantes. El golpe más relevante fue la caída de Talca, ciudad desde donde la Junta había emprendido presurosa retirada. No se tenían noticias de las fuerzas de O’Higgins y el camino hacia la capital estaba abierto para el enemigo.

Ante la gravedad de la situación, un Cabildo Abierto realizado en Santiago determinó reemplazar la Junta por un Director Supremo, estimando que podría atender con mayor eficacia los problemas bélicos. Para tal efecto, fue designado el coronel Francisco de la Lastra, gobernador de Valparaíso.

Entretanto O’Higgins, después de las acciones de Quilo y Membrillar, logró adelantar a los realistas en su marcha a la capital atrincherándose al Norte de Talca. No obstante, los patriotas estaban exhaustos y desorganizados; además, los realistas estaban mal emplazados y no podían dar un golpe decisivo.

El Tratado de Lircay

En tal situación arribó a Chile un oficial de marina inglés, James Hillyar, quien con aprobación del Virrey del Perú ofreció mediar entre las fuerzas que luchaban en Chile. Aceptada su gestión, se negoció y se concertó el 3 de mayo de 1814 un tratado de paz entre los ejércitos patriota y realista, a orillas del río Lircay, cerca de Talca.

El jefe español aceptó llegar a un avenimiento porque era deplorable el estado de su ejército; además ganaba tiempo y podía recibir nuevos refuerzos del Perú. Por su parte, los patriotas se resignaron a llegar a un acuerdo porque la situación interna y externa así lo aconsejaba; por lo que no fue difícil concertar el Tratado de Lircay (1814), que estipulaba lo siguiente:

- El reconocimiento de Fernando VII como soberano de Chile.
- El reconocimiento del Gobierno de la Regencia.

En el tiempo transcurrido entre la aprobación del tratado en Chile y la notificación de los acuerdos de las Cortes, subsistirían en Chile el gobierno patriota y las leyes en vigencia. Un mes más tarde se produjeron el cese de las hostilidades y el abandono de Chile por parte de las tropas realistas.

Ninguno de los dos bandos estaba dispuesto a cumplir el tratado. Los jefes realistas de Chillán rechazaron el tratado y un profundo descontento se apoderó de los patriotas. Carrera, ausente de la escena debido a que había sido hecho prisionero por los realistas poco después que O’Higgins asumió la jefatura militar, pudo escapar y ponerse en camino a Santiago. En la ciudad, algunos grupos de adeptos a Carrera se apoderaron de los cuarteles y posteriormente derrocaron al Director de la Lastra. Este y muchos de sus colaboradores fueron reducidos a prisión. El 23 de julio Carrera se reinstalaba en el poder como dictador.

Expedición del General Mariano Osorio

O’Higgins, todavía al mando de parte del ejército patriota, repudió a la nueva autoridad y después de fracasar un intento de arreglo, avanzó hacia Santiago con 1.500 hombres. El 26 de agosto de 1814 se enfrentó a los 2.500 que le opuso Carrera; el vergonzoso choque en los llanos del Maipo significó un revés -aunque no total- para las fuerzas de O’Higgins. A esas alturas, el Virrey del Perú había repudiado el tratado de Lircay y enviado una tercera invasión a Chile, al mando del General Mariano Osorio, cuyas fuerzas desembarcaron en Talcahuano.

Ante el peligro, sin contar con la desunión y la falta de recursos entre los patriotas, O’Higgins se dirigió a Santiago y se puso bajo las órdenes de Carrera. Los realistas, sin embargo, avanzaron hasta el río Cachapoal; en tanto, la falta de coordinación entre Carrera y O’Higgins daba ventajas a Osorio. Frente al inminente ataque realista, O’Higgins con una división se encerró en Rancagua, a donde ya se había dirigido Juan José Carrera con otro cuerpo similar; Luis Carrera y el cuartel general de José Miguel se mantenían al Norte de dicha localidad.

El 1° de octubre de 1814 Osorio atacó Rancagua, sin lograr vencer a O’Higgins. Al día siguiente, el ataque realista puso en tal trance a las diezmadas fuerzas patriotas, al punto que O' Higgins en un acto de temeridad ordeno romper el sitio y , tras lograrlo, retirarse a Santiago.

El camino a la capital de Chile quedaba sin obstáculos. La Patria Vieja se derrumbó a consecuencia del desastre de Rancagua. Muchos patriotas atravesaron la cordillera para intentar reorganizarse en el territorio del Río de la Plata. Los restos del ejército patriota protegieron la retirada.

Significado de la Patria Vieja

Esta etapa significó la apertura de un nuevo horizonte lleno de posibilidades para el país. Los cambios registrados en diversos aspectos-sobre todo en el político- fueron marcando la ruptura con el pasado.

La idea de nacionalizar el gobierno fue un principio mantenido por todos los gobiernos de la época y se manifestó claramente en el Reglamento Constitucional de 1812, al disponer taxativamente que no habría orden válida en el país procedente del exterior. En la administración de justicia, estuvo presente el mismo principio, al establecer en el país el finiquito de las causas y no tener que apelar a España.

La soberanía popular y el sistema de gobierno representativo fueron principios ejercidos que, con diversas limitaciones, se ensayaron en este período. La existencia de un régimen constitucional fue una importante aspiración criolla, debido a que representaba la institucionalización de las funciones gubernativas y colocaba limitaciones al poder ejercido por los gobernantes, a la vez que consagraba diversos derechos individuales.

El Reglamento Constitucional de 1812, significó un adelanto notable respecto de los derechos individuales, como asimismo el decreto sobre la libertad de imprenta. La idea de la independencia comenzó a difundirse, dándose pasos importantes en ese sentido. Hacia 1810 la idea era oculta esperanza de unos pocos individuos; pero durante la Patria Vieja esa idea fue ganando adeptos. La acción de los intelectuales y políticos-Camilo Henríquez, Joel R. Poinset, etc.,- y el Gobierno de Carrera impulsaron las cosas en ese sentido.

Período de la Reconquista española. Repliegue de los patriotas a Argentina
La denominada “Reconquista” se refiere al período durante el cual se restablece plenamente el orden anterior a 1810.

Gobierno de Mariano Osorio

Tres días después de terminada la batalla de Rancagua, las fuerzas realistas comenzaron a penetrar Santiago. Parte de la población aplaudió el paso de las tropas por las calles; el bajo pueblo, que no entendía el fondo de la guerra, aceptaba al ejército realista, como antes al patriota.

El sometimiento del resto del país no constituyó ningún problema para los subordinados de Osorio luego de la batalla de Rancagua. El general victorioso recibió el apoyo de la aristocracia, partidaria de la monarquía, en tanto que el estamento social que colaboró con los gobiernos criollos, o que se había mostrado deferente, se retiró a sus hogares en espera del desarrollo de los acontecimientos.

En los primeros momentos, Osorio demostró un espíritu conciliador, pero la presión de sus consejeros, de los realistas que vivieron los anteriores sucesos y las instrucciones virreinales le llevaron a una política represiva.

Estableció tribunales de reivindicación, ante los cuales debían comparecer las personas a hacerse responsables de sus actos realizados durante los gobiernos patriotas. El documento despachado por los Cabildos, que constituyeron los referidos tribunales, en caso de ser favorable al interesado, le permitía conservar su puesto en caso de ser funcionario público; o bien, le ponía al resguardo de la represión en caso de ser particular. Los tribunales actuaron unas veces con indulgencia, y en otras, con dureza extrema.

Obedeciendo instrucciones del Virrey Abascal, Osorio dispuso la prisión de las personas comprometidas con la causa patriota; también fueron apresados algunos que con desgano habían estado vinculados al ordenamiento anterior. Los soldados del batallón de Talaveras, a las órdenes del capitán Vicente San Bruno, se encargaron de arrestar a las personas señaladas. Los arrestos tuvieron lugar en todo el país.

Los detenidos fueron confinados a diversos puntos de Chile; pero, aproximadamente unos cuarenta, fueron desterrados al Archipiélago de Juan Fernández, donde los inculpados sufrieron una incómoda permanencia durante todo el período. Las prisiones también alcanzaron a personas de modesta condición, lo que contribuyó al aprecio de la causa realista.

Con la intención de sancionar a los patriotas y obtener fondos para una escuálida caja real, Osorio estableció una Junta de Secuestros, cuyo objeto fue incautar los bienes de los patriotas, administrándolos mediante arriendos, mientras se decidían sus causas. También se implantaron cobros injustos bajo el concepto de préstamos forzosos. Se hicieron listas de las personas más solventes y a cada una se le asignó una suma que debía aportar; los resultados de estas medidas no fueron adecuadas debido al decaimiento económico del país.
Las injusticias a las que se prestaron las anteriores medidas fueron originando un descontento acallado por la presencia de las bayonetas realistas. En otro aspecto, las actuaciones llevadas a cabo durante la Patria Vieja fueron eliminadas. La libertad de vientre fue abolida. Respecto del comercio, se estimaron vigentes las leyes más antiguas, al tiempo que se procuró alejar a las naves extranjeras de los puertos chilenos, excepto las inglesas, debido a la lucha anglo-española contra Napoleón. El Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional fueron eliminados. La Real Audiencia y la Universidad de San Felipe fueron restablecidas.

Gobierno de Francisco Casimiro Marcó del Pont

A fines de 1815, Mariano Osorio fue reemplazado por el mariscal de campo Francisco Casimiro Marcó del Pont. Su gobierno continuó la política represiva de su antecesor, provocando problemas con todos los sectores de la sociedad chilena, produciendo insubordinación y la aparición de montoneras.

Prohibió a toda persona trasladarse de un punto a otro del país, salvo con especial permiso de las autoridades; las armas de cualquier tipo debían ser entregadas en el cuartel de artillería. Las fiestas y reuniones populares, las casas de juego y las chinganas fueron vedadas, con el fin de evitar tumultos, ganándose, de paso, el disgusto del bajo pueblo, puesto que se prohibían costumbres muy arraigadas.

Para cumplir tales disposiciones y mantener el orden, fue creado el Tribunal de Vigilancia y Seguridad Pública. Este cuerpo podía proceder en forma sumaria y verbal contra los acusados e imponerles penas monetarias o correctivas. En caso de delitos graves que incluyeran penas mayores, la causa debería pasar al gobierno.

Las actuaciones de este Tribunal fueron odiosas, además que dieron lugar a acusaciones de todo tipo. Las arbitrariedades en que incurrió repercutieron fuertemente en todas las capas sociales.

La preparación del Ejército Libertador de los Andes y la aparición de montoneras

Mientras en Chile Marcó del Pont gobernaba de forma represiva y despótica, del otro lado de los Andes, en la provincia de Cuyo, los patriotas se reorganizaban con la esperanza de alcanzar la libertad para Chile. Aún así, existieron inconvenientes, ya que los roces entre o’higginistas y carrerinos causaron serios problemas. O’Higgins y sus seguidores ganaron la confianza del gobernador de Cuyo; José de San Martín; Carrera, en cambio, no tardó en enemistarse con él, debiendo abandonar el lugar y marcharse a Buenos Aires.

O’Higgins y sus seguidores colaboraron estrechamente con San Martín en la preparación de una fuerza expedicionaria que venciese a los realistas y diera libertad a Chile. La preparación de dicho ejército demandó desde empréstitos forzosos hasta la creación de talleres locales para atender las múltiples necesidades de la dura empresa.

Poco después de la llegada de los chilenos, San Martín comenzó a emplear a los hombres de modesta condición o bien a miembros del ejército para comunicarse con algunos patriotas de Chile. Varios arrieros llevaron y trajeron correspondencia, siendo Manuel Rodríguez -abogado y ex secretario de Carrera- el personaje que más se destacó en las acciones tendientes a obtener información sobre las fuerzas enemigas, y sembrar el desconcierto entre éstas mediante el esparcimiento de noticias falsas.

Los agentes patriotas que llevaron a cabo estas actividades, mantuvieron en un continuo sobresalto a Marcó del Pont y sus fuerzas. El aumento de la represión en Chile alimentó el odio que los grupos modestos del pueblo sentían contra las autoridades. Solía encontrarse a soldados talaveras asesinados en las calles, o escucharse el grito de ¡Viva la Patria! en los barrios apartados de la capital.

El descontento también se sintió en las provincias y el campo. En ese ambiente, los agentes patriotas fueron formando montoneras que atacaban patrullas realistas e interceptaban su correspondencia. La persecución de los guerrilleros, en general, fue eficaz.

A comienzos de 1817 la expresión de las montoneras permitió a Manuel Rodríguez apoderarse de Melipilla, repartir al pueblo el dinero de las cajas reales y saquear el depósito de tabacos que funcionaba por cuenta de la Corona. Poco más tarde, otra montonera tomo San Fernando y puso en fuga al jefe realista y a ochenta soldados.

La acción de la guerrilla patriota sirvió, además, para demostrar que el pueblo estaba en contra de la dominación realista y que esperaba el momento preciso para levantarse contra ella. De otro lado, Marcó del Pont dispersó sus fuerzas; pues ignoraba por cuál paso de la cordillera irrumpiría el ejército Libertador desde Mendoza.

Liberación de Santiago

El Ejército Libertador de los Andes contó con 3.600 hombres, mayoritariamente de origen río platense. A principios de 1817 comenzaron a salir desde Mendoza las diversas partidas que entrarían a Chile por distintos puntos entre el valle de Copiapó y Curicó. Las dos divisiones principales cruzaron ordenadamente la cordillera al norte de Santiago. Luego de concentrarse en el valle de Aconcagua, la fuerza patriota marchó contra los realistas que agrupaban tropas en la cuesta de Chacabuco. En un caluroso 12 de febrero se llevó a cabo la Batalla de Chacabuco, resultando derrotados los realistas. La división de O’Higgins ganó el enfrentamiento antes que el General San Martín y otra división llegasen a auxiliarle.

A la derrota realista, siguió la fuga a Valparaíso de Marcó del Pont y casi todos los altos funcionarios más otros personajes aristocráticos que temían represalias patriotas.

Dos días después de la batalla, el ejército vencedor penetraba en Santiago en medio de entusiastas demostraciones de júbilo del pueblo, tanto de los vecinos ricos y pobres, a excepción de los realistas.
El triunfo militar significaba el triunfo de la idea y del sentimiento de la independencia. Ya no era sólo la empresa de un reducido grupo, sino que era un ideal encarnado en todos los estamentos de la sociedad. Se renegaba del pasado colonial y se proyectaban nuevas esperanzas para la Patria.

Período de la Patria Nueva

Gobierno de O’Higgins

Luego del triunfo de los patriotas en Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, un Cabildo Abierto reunido en Santiago entrega el mando de la nación, con el título de Director Supremo, a Bernardo O’Higgins. Las acciones gubernamentales de O’Higgins se inclinan hacia la consolidación de la Independencia, puesto que la victoria patriota de Chacabuco no termina con los realistas como expresión militar. Estos, en el curso de 1817, se hacen fuertes en Talcahuano, lugar desde donde mantienen comunicación con el Virreinato del Perú que les proporciona recursos y tropas. Esta ayuda se concreta a fines de 1817 con una expedición militar de 3.200 hombres al mando del General Osorio.

En una nueva etapa del proceso independentista, O’Higgins consulta la opinión del país respecto a declarar o no la independencia. Luego de obtener la unanimidad de pareceres, el Director Supremo hace redactar el Acta de Independencia de Chile, la que fue firmada el 1º de enero de 1818 en Concepción y dada a conocer en Talca el día 2. El texto en esencia señalaba lo siguiente: “El territorio continental de Chile y sus islas adyacentes, forman de hecho y por derecho un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses”.

La proclamación oficial de la Independencia se realiza el 12 de febrero de 1818. Pese a que la Independencia estaba proclamada, aún hubo de esperarse unos meses para terminar con la fuerza realista en Chile, la que fue derrotada militarmente en la Batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818, quedando con esta batalla consolidada la Independencia del país.

La Primera Escuadra Nacional y La Expedición Libertadora del Perú.

Pese a la victoria de Chacabuco y Maipú, la Independencia nacional no estaría asegurada mientras no se dominase en el mar y se aplastara el poder español en el Virreinato del Perú. En base a estos razonamientos, O’Higgins comenzará a implementar una de sus mayores obras como gobernante: la creación de la primera escuadra nacional y la expedición libertadora del Perú, que terminará por dar independencia a ese país.

Secundado por su eficiente Ministro de Guerra, José Ignacio Centeno, O’Higgins emprende la tarea de formar una flota. En el año 1818 se logra equipar regularmente 7 buques. Con ello se establecía la superioridad naval chilena en el Pacífico. Manuel Blanco Encalada será el primer Jefe de la Escuadra.

Chile debió enfrentar sola los gastos de la formación de la Expedición Libertadora. Préstamos forzosos, rentas de aduanas, requisiciones y la mayor parte del empréstito inglés fueron los medios utilizados para financiar esta expedición, que prácticamente dejó en bancarrota al país. En noviembre de 1818 había llegado al país el destacado marino escocés Tomás Alejandro Cochrane, quien pasó a reemplazar a Blanco Encalada en el mando de la Escuadra. El acto más trascendental realizado por Cochrane antes de zarpar al Perú fue la captura de Valdivia en febrero de 1820.

La expedición al Perú comprendía la formación de un ejército bien equipado y una Escuadra que lo transportara y abatiera el poder español asentado en el Virreinato. El Ejército Libertador quedó formado por 5.000 soldados, en su mayoría chilenos, al mando de José de San Martín, al que se le confiere el título de Capitán General del ejército de Chile. Mientras que Cochrane iba al mando de la Escuadra.

Una vez preparada la expedición y bajo bandera chilena, zarpa desde Valparaíso el 20 de agosto de 1820. La expedición la formaban 9 buques de guerra, 11 lanchas cañoneras y 17 buques de transporte. Nunca antes flota más poderosa había navegado en el Pacífico. Luego de desembarcar al ejército, y capturar la fragata “Esmeralda” (buque insignia de la Armada Real del Pacífico) y varias operaciones más, se va a producir la entrada del ejército en Lima, donde San Martín proclamará la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821. De esta manera, Chile contribuía enormemente a la liberación del Perú, tarea completada más tarde por Simón Bolívar.

Evolución Política e Institucional.

En el aspecto político e institucional, a O’Higgins le corresponderá sentar las bases del nuevo Estado, tarea que intentará llevar a cabo durante los cinco años que dura su Gobierno.

La organización política que adoptaría el nuevo Estado era uno de los problemas que se debía dilucidar rápidamente. Para O’Higgins el sistema a aplicar debía ser la República, una República fuerte y en orden, con un Estado de derecho que impidiese el despotismo personalista. Sin embargo, esta posición fue modificada con el tiempo, derivando hacia un autoritarismo presidencial con subordinación indirecta del poder legislativo; posición explicada por la inestabilidad post-independencia que hacía imposible la aplicación de una democracia liberal. O’Higgins rechazaba el sistema monárquico como forma de gobierno y los intentos de San Martín y Bolivar para que lo aceptara, encontraron la oposición del Director Supremo.

El mando personal y omnipotente que le fue entregado por la ciudadanía fue corto, puesto que duró desde febrero de 1817 a octubre de 1818, y en él, O’Higgins ejerció el poder de acuerdo al “Plan de Hacienda y Administración Pública”. Luego del triunfo patriota obtenido en Maipú, la ciudadanía comienza a exigir la dictación de un reglamento constitucional que estipulase claramente las atribuciones del Director Supremo. Siguiendo estos deseos, O’Higgins nombra una comisión a la cual encomienda la redacción de un proyecto de Constitución Política.

El texto constitucional fue aprobado mediante plebiscito y es promulgado el 23 de octubre de 1818. La Constitución no fija el término del mandato de O’Higgins, entregándole además la totalidad del poder. Se creaba un Senado de cinco integrantes y un Supremo Tribunal Judicial; los miembros de estos dos organismos eran designados por el Director Supremo. Entre los principales artículos de la Constitución de 1818 destacan:

- Título primero: Capítulo primero, artículo 9: No puede el Estado privar a persona alguna de la propiedad y libre uso de sus bienes, sino se lo exige la defensa de la Patria, y aun en ese caso, con la indispensable condición de un rateo proporcionado a las facultades de cada individuo, y nunca con tropelías e insultos.
- Art. 12: Subsistirá en todo vigor la declaración de los vientres libres de los esclavos, dada por el Congreso, y gozarán de ella todos los de esta clase nacidos desde su promulgación.
- Título dos: Capítulo único: La religión católica, apostólica, románica es la única y exclusiva del Estado de Chile.
- Título tres, Capítulo dos, artículo 1º: El Supremo Director, con arreglo a lo que se previene en el artículo 8 de este capítulo, elegirá los vocales del Senado, que serán cinco, y uno de ellos Presidente.
- Título cuarto, Capítulo primero, artículo 1: El Supremo Director del Estado ejercerá el Poder Ejecutivo en todo su territorio. Su elección ya está verificada, según la circunstancias que han ocurrido; pero, en lo sucesivo, se deberá hacer sobre el libre consentimiento de las provincias, conforme al reglamento que para ello formará la potestad legislativa.

El Senado creado por la Constitución, pese a haber sido designado, mantuvo una relativa independencia y en muchas ocasiones se opuso a la omnipotencia de O’Higgins. Las discrepancias entre ambos poderes se fueron ahondando y mayo de 1822 el Director Supremo clausura el Senado y convoca a elecciones de una asamblea legislativa.

Hacia 1822 el Gobierno de O’Higgins había crecido en impopularidad política y social. Entre los principales factores que influyeron a este clima se pueden mencionar: su política religiosa, las discrepancias con la aristocracia, la preparación de la Expedición Libertadora del Perú y los elevados gastos que ella provocó; la absorbente influencia que en el parecer del Director Supremo adquirió su favorito José Antonio Rodríguez Aldea, su política constitucional y los cargos que se le hicieron por las muertes de Manuel Rodríguez y los hermanos Carrera.

La asamblea legislativa quedó integrada por 31 miembros, la que se encargó de aprobar la nueva Constitución, redactada por el Ministro de Hacienda Rodríguez Aldea. El nuevo texto constitucional estaba influenciado por la Constitución liberal española de 1812 y recogía algunas disposiciones de la Carta de 1818. Fue promulgada el 30 de octubre de 1822.

La Constitución de 1822 establecía el poder ejecutivo unipersonal, recayendo en el Director Supremo, cuya duración en el cargo sería de seis años, con posibilidad de reelección por cuatro años más. El poder legislativo, por primera vez, sería bicameral: un Senado y una Cámara de Diputados.

Entre los principales artículos de la Constitución de 1822, se pueden mencionar:

- Artículo 2: La nación chilena es libre e independiente de la monarquía española y de cualquier otra potencia extranjera: pertenecerá sólo a sí misma y jamás a ninguna persona ni familia.
- Artículo 3: El territorio de Chile conoce por límites naturales al Sur, el Cabo de Hornos; al Norte, el despoblado de Atacama; al Oriente, los Andes; al Occidente, el mar Pacífico. Le pertenecen las islas del Archipiélago de Chiloé, los de la Mocha, los de Juan Fernández, la de Santa María y demás adyacentes.
- Artículo 10: La religión del Estado es la católica, apostólica romana, con exclusión de cualquier otra.
- Artículo 17: El Congreso se compone de dos Cámaras; la del Senado y la de Diputados: se reunirá cada dos años, el 18 de septiembre, teniéndose por primera época la de la actual legislatura de 1822.
- Artículo 80: El poder ejecutivo se servirá por un solo individuo, que se denominará “Director Supremo”.
- Artículo 115: A nadie se le privará de sus posesiones y propiedades y cuando algún caso raro de utilidad o necesidad común lo exija, será indemnizado el valor, a justa tasación de hombres buenos.

La nueva Constitución, lejos de calmar el clima de incertidumbre e impopularidad existente, agravó aún más la situación ya que con ella O’Higgins podía permanecer tranquilamente diez años más en el cargo.

La reacción contra el régimen se va a producir en Concepción, donde el Intendente, Ramón Freire, rechazó el nuevo texto constitucional y marcha con sus tropas a Santiago. En la capital se reúne un Cabildo Abierto, el 28 de enero de 1823, ante el cual abdica O’Higgins, con el fin de evitar una guerra civil.

Obras de su Gobierno.

O’Higgins se preocupó por darle al país una identidad propia, ordenando diseñar la llamada bandera de transición y la bandera actual (1817); se diseña un escudo de armas y se adopta un himno patrio (1820), con la letra de Bernardo de Vera y Pintado y música de Manuel Robles.

Su política social le traerá serias discrepancias con la aristocracia. En 1817 abolió los títulos de nobleza y retiró los escudos de armas del frontis de las casas con el fin de evitar distinciones de ese tipo. En su reemplazo crea la Legión del Mérito. Siguiendo su política de tolerancia religiosa fundará en Santiago un Cementerio General (1821) y autorizó en Valparaíso el funcionamiento de un Cementerio de Disidentes; con ello se pretende suprimir la costumbre de sepultar a los muertos en las Iglesias, lo que sólo podían hacer los sectores aristocráticos. Otras obras de su administración fueron la creación del paseo la Alameda de las Delicias, fundación de un mercado de abasto, construcción del canal del Maipo.

Situación Económica

En este período la situación económica del país alcanzará su punto más bajo, convirtiéndose en un verdadero problema para los dirigentes de entonces. Como una manera de recaudar fondos, el Director Supremo recurrió constantemente a los préstamos forzosos y a la buena voluntad de los particulares.

Como todos los recursos obtenidos no eran suficientes, O’Higgins decide contratar un empréstito en el extranjero (Inglaterra), misión encomendada, entre otros, al guatemalteco Antonio de Irisarri. El crédito obtenido ascendía a 3.273.265 pesos, con 6% de interés y pagaderos a treinta años. Aproximadamente el 70% de este crédito se ocupará en implementar la Escuadra Libertadora del Perú.

En el ámbito comercial, destaca la instalación de almacenes francos en Valparaíso (1819), lugares en donde podían almacenar sus mercaderías los barcos extranjeros que hacían ruta por el Pacífico. El movimiento de buques pasó de catorce barcos en 1809 a 121 en 1821.
Una medida de significación fue el intento de O’Higgins por abolir los mayorazgos; sin embargo, se encontró con una fuerte oposición y el decreto respectivo, dictado en 1818, quedó archivado.


Educación

Durante el Gobierno de O’Higgins, destaca la adopción del sistema lancasteriano de enseñanza. Este método consistía en la utilización de monitores, papel desempeñado por alumnos más destacados, los que debían enseñar a sus compañeros bajo la tuición del maestro. Entre otras medidas tomadas en el ámbito educacional, destacan:

- Creación de la Academia Militar
- Reapertura del Instituto Nacional
- Reapertura de la Biblioteca Nacional.

Relaciones Internacionales

Desde que O’Higgins proclamara la Independencia, los principales pasos de su política exterior estarán orientados a conseguir el reconocimiento de la Independencia por parte de los países europeos. Con este fin se envían a Europa las misiones Irizarri y Cienfuegos, respectivamente.

José Antonio Irizarri tenía como responsabilidad principal lograr el reconocimiento de la Independencia y la obtención de un empréstito. En el primer aspecto no le fue bien; en cambio, sí obtuvo un préstamo de parte de Inglaterra en condiciones bastante favorables. El canónigo José Ignacio Cienfuegos tenía por misión ante la Santa Sede lograr el reconocimiento diplomático de la Independencia y el reconocimiento del derecho de Patronato.

Mientras que las grandes potencias distaban mucho de apoyar con el reconocimiento prematuro a una nación que todavía no consolidaba su Independencia y organización política. Sin embargo, durante el Gobierno de O’Higgins, dos países reconocerán la Independencia de Chile: Portugal, en 1821 y EE.UU., en 1822.

Documentos Históricos

Proclama y Juramento de la Independencia Nacional

“La fuerza ha sido la razón suprema que por más de trescientos años ha mantenido al nuevo mundo en la necesidad de venerar como un dogma la usurpación de sus derechos y de buscar en ella misma el origen de los más grandes deberes. Era preciso que algún día llegase el término de esta violenta sumisión; pero entre tanto era imposible anticiparla; la resistencia del débil contra el fuerte imprimen un carácter sacrílego a sus pretensiones, y no hace más que desacreditar la justicia en que se fundan. Estaba reservado al siglo XIX... a la América reclamar sus derechos sin ser delincuentes y mostrar que el período, de su sufrimiento no podía durar más que el de su debilidad. La revolución de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile para cumplir estos altos destinos a que lo llamaban el tiempo y la naturaleza: sus habitantes han probado desde entonces la energía y firmeza de su voluntad, arrastrando las vicisitudes de una guerra en que el gobierno español ha querido hacer ver que su política con respecto a la América sobrevivirá al trastorno de todos los abusos. Este último desengaño los ha inspirado naturalmente a la resolución de separarse para siempre de la monarquía española, proclamar su independencia a la faz del mundo. Más no permitiendo las actuales circunstancias de la guerra la convocación de un Congreso Nacional que sancione el voto público, hemos mandado abrir un gran registro en que todos los ciudadanos del Estado sufraguen por sí mismos, libre y espontáneamente por la necesidad de que el gobierno declarare en el día de la independencia por la dilación o negativa: y habiendo resultado que la universalidad de los ciudadanos está irrevocablemente decidida por la afirmativa de aquella proposición hemos tenido a bien, en el ejercicio del poder extraordinario con que para este caso particular nos han autorizados los pueblos, declarar solemnemente a nombre de ellos en presencia del Altísimo y hacer saber a la gran confederación del género humano que el territorio continental de Chile y sus islas adyacentes forman de hecho y por derecho un Estado libre, independiente y soberano, y quedan para siempre separados de la monarquía de España, con plena aptitud de adoptar la forma de gobierno que más convenga a sus intereses. Y para que esta declaración tenga toda la fuerza y solidez que debe caracterizar la primera acta de un pueblo libre, la afianzamos con el honor; la vida, las fortunas y todas las relaciones sociales de los habitantes de este nuevo Estado: comprometemos nuestra palabra, la dignidad de nuestro empleo y el derecho de las armas de la Patria, y mandamos que con los libros del gran registro se deposite la acta original en el archivo de la municipalidad de Santiago, y se circule a todos los pueblos, ejércitos y corporaciones para que inmediatamente se jure y quede sellada para siempre la emancipación de Chile.

Dada en el Palacio Directorial de Concepción el 1º de enero de 1818, firmada de nuestra mano, signada con el de la nación y refrendada por nuestros ministros y secretarios de Estado, en los departamentos de gobierno, hacienda y guerra.

1 comentarios:

Cristian dijo...

Siempre me intereso mucho la historia de distintos países. Me gustaría poder conseguir Pasajes a Santiago de Chile desde Buenos Aires para poder aprender en primera persona acerca de dicho país y todo lo que lleva en tantos años

Bienvenido.

Claudio Villarroel Vidal cvillarroelvidal@gmail.com Deja tu comentario u aporte.